La distancia entre las fuentes naturales de producción de recursos hídricos y los consumidores cada vez son mayores. El factor transporte incide enormemente en el precio del agua, en su calidad y en la afección al territorio desde el que se deriva el recurso. Cuando el agua cae sobre la ciudad, la red de drenaje, si es antigua y está mal gestionada, impregna de lodo toda la ciudad
En el centro de todo, está el negocio del agua. Derecho humano, gratis si la recogemos según cae del cielo o llenamos un cubo cuando discurre por el cauce. Pero costosa si la queremos beber con garantía en casa, eliminar cuando sobra o yace y, sobre todo, si la necesitamos transportar a grandes distancias y eliminar lo que no sea bueno para nuestra salud ni para la del medio. Eso es costoso. Y las grandes multinacionales operadoras lo hacen factible.
¿Cómo? Teniendo en cuenta que, aunque la gestión del ciclo del agua se regula y se administra por los municipios, las grandes empresas solo se mueven presentando sus ofertas para proyectos financiados por gobiernos potentes como agencias de cooperación internacional ,centrales o agencias financieras globales como el Banco Mundial o Agencias de cooperación internacional. Como la japonesa JICA. Jugando siempre sobre la seguridad que da la garantía soberana de un gobierno solvente.
Así se opera en los países superpoblados. Uno de ellos es la India y a su megápolis Chennai, nos volvemos a referir hoy como ejemplo. Aunque a nosotros nos gusta más llamarla Madrás.
Madrás ha tenido su Day Zero, como Ciudad del Cabo. Ambas han visto el fantasma de la escasez. El que aparece cuando del grifo no sale agua porque el embalse y el acuífero están vacío. El año pasado, hubo que fletar un tren para llevar cada día 2.500 m³ de agua a la ciudad. Trenes de agua, cosas veredes que faran fablar las piedras. ¡Lo que hay que ver!
Más de 200 km recorrió el convoy para que en Madrás hubiera agua. Último recurso, el ferrocarril para suministrar lo que los cuatro embalses abastecedores eran incapaces de resolver, porque estaban secos.
¿Cómo resolver si no llueve y las infraestructuras grises existentes no lo permite, un abastecimiento de 1 hm³ diario? Un siglo lleva la empresa operadora resolviendo como puede el suministro de más de la mitad de este volumen. VA Tech WABAG es su razón comercial.
La solución ha pasado por ingeniárselas para depurar el agua que les llegue a sus plantas, sea cual sea su procedencia. Por eso tienen una amplia experiencia en tratar aguas residuales domésticas, industriales, salobres y marinas. Potabilizadoras, desalinizadoras, desalobradoras y depuradoras son sus poderes.
Con la desalinización empezaron en 2013, inaugurando la planta desalinizadora de Nemmeli. Se construyó en 3 años por un importe de poco más de 116M€ para producir 0,1 hm³/día.. . Y es fundamental para garantizar el abastecimiento municipal. Porque, de los 0,6 hm³ que la empresa opera para el consumo, la sexta parte salen de ella. Y el resto, de las potabilizadoras del agua de dos lagos. El Red Hills y el Veeranam. Respecto a la reutilización de las aguas residuales, 45.000 m³ van a uso industrial y 16.000 de agua a la Chennai Petrochemical Corporation. Así pues, aproximadamente una tercera parte del agua potable se reutiliza y una sexta parte de la consumida viene del mar.
Llegados a este punto, comprobamos que una empresa operadora privada está siendo adjudicataria de obras destinadas a dar garantía de abastecimiento y saneamiento a precios competitivos. Y nos preguntamos cómo lo consiguen, respetando por supuesto siempre lo que marca la ley y la ética. Porque si no, no hace falta que nos preguntemos nada.
La respuesta es muy curiosa e interesante y aquí la compartimos con nuestros lectores. Resulta que consiguieron ser adjudicatarios del petrolero más adinerado del continente africano. Es de Nigeria y se llama Aliko Dangote. Y lo que les adjudicó, fue las depuradoras y potabilizadoras de de su refinería de petróleo y de su planta de fertilizantes.
Dangote se hizo rico con el azúcar, la sal y el negocio inmobiliario. Y empezó a invertir en negocios que necesitan agua buena y producen agua residual. Fertilizantes, petróleo, gas, químicas…
La refinería aludida, produce 650.000 barriles diarios. Y agua residual. Lo mismo que la plnata de fertilizantes.
El problema era complicado y por ello buscó a alguien que supiera resolverlo. Y aquí apareció la operadora de Madrás . Sus soluciones para problemas de depuración y reutilización muy complicados de resolver, se impusieron a las ofertas presentadas por las grandes multinacionales del sector. Y lo hicieron en segunda instancia, tras ser llamados a sustituir a la empresa china inicialmente adjudicataria de las obras, que no supo sacar adelante lo adjudicado. Simplemente, no pudieron garantizar que el agua cumpliera los requisitos cualitativos exigidos por la propiedad.
Se rescindió su contrato, dando entrada a los indios. Ellos tenían experiencia en depuraciones complicadas desde que hicieron su primera depuradora importante en 1997. Fue para una petrolera india. Y luego continuaron ganando experiencia y contratos para otras de Arabia Saudí y Malasia. Así continúan desarrollando una línea de trabajo o que enlaza el refino de petróleo con la reutilización de aguas residuales. Una línea de futuro del agua.
Por eso, desde su “think tank” suizo, la empresa apuesta fuerte por la investigación y trabaja desde allí en el desarrollo de membranas cerámicas. El objetivo, quemar el residuo sin dañar la membrana. Y aplicarlo en desalinizadoras, desalobradoras y depuradoras de aguas residuales. Paralelamente, actúan con la industria farmacéutica en el desarrollo e implantación de técnicas de eliminación de bacterias y virus resistentes a los antibióticos.
Como operadores están orgullosos de que sus infraestructuras hidráulicas sean poco costosas.
Loable y plausible. No en vano ocupan el sexto lugar mundial entre las empresas operadoras de la gestión integral del agua. Su currículo impresiona. Emplean a 2.000 personas distribuidas en 20 naciones iberoamericanas, europeas y asiáticas. Y ya han construido cerca de medio millar de depuradoras que tratan 22 hm³/día. Y 64 desalinizadoras que convierten en agua potable más de 1 hm³ diario
Pero para que Madrás adquiera las garantías mínimas de servicio hace falta además de saber hacer buenas obras y gestionarlas mejor, abundantes previsiones de dinero.
¿Quién lo pone en países tan superpoblados y necesitados de todo como es la India? Pues aparte del Estado, las Agencias de cooperación internacional.
Y es, precisamente la japonesa JICA la que ha anunciado el destino de una importante partida para la construcción de otra planta desalinizadora de 400.000 m³ /día en Chennai, para la que ya se ha designado un consultor.
Así se escribe la historia de las grandes obras hidráulicas en países necesitados de ellas. La mayor parte de la financiación inicial tiene una garantía bancaria. No hay dinero en efectivo presente. Las fianzas de los licitadores están respaldadas por el banco que aporta entre un 1 y un 2% del presupuesto de licitación. Y el adjudicatario, aporta también una garantía avalada por el banco que asegura una entrega de la obra en perfectas condiciones, cumpliendo con las prescripciones de calidad y precio estipuladas en el pliego de condiciones y por supuesto con el plazo de ejecución pactado.
WABAG, que de la sexta plaza quiere llegar a ser la tercera, Actúa solo en países emergentes, con las garantías globales antes mencionadas. Y asegura poder realizar sus depuradoras y desalinizadoras a un quinto de lo que oferten las dos grandes que le anteceden en el ranquin: Veolia y Suez. Se basan en su experiencia en ese ámbito concreto, y en costes operativos y generales más bajos».
Por eso se centran en India. Allí el agua es una prioridad para las personas y para la nación. Y la desalinización, puede llegar a una gran parte de la población, volcada cerca de la costa. Hay 7.600 km de litoral para extraer un recurso infinito y garantizado contra climas adversos.
Apuestan por colaborar con el gobierno en dos frentes. Las desalinizadoras de bolsillo y la lucha incesante contra las pérdidas en redes, el robo de agua, la extensión de la malla de abastecimiento y saneamiento interestatal. Es decir,, que la planificación “política” se base en la eficacia. Y que la corrupción se aleje del negocio lo más posible.
Los enemigos más potentes a batir, son el aumento del crecimiento de las ciudades por un lado y la afección al medio marino por vertidos de salmueras.
En Chennai también, la apuesta es combinar reutilización de aguas depuradas con desalinización. Nemmeli y la depuradora de Koyambedu, que trata medio hectómetro cúbico diario y reutiliza la mitad. Para enviarla, una vez osmotizada y con calidad de agua potable al grupo industrial de Irungattukottai, Sriperumbudur y Oragadam a través de una conducción de 68 km de longitud. Puede beberse, como el agua de Singapur.
India produce 62 hm³/día de aguas residuales. Pero solo el 37% recibe tratamiento. Hace falta mucho dinero para aumentar este porcentaje. Ahí está el reto. Conseguirlo de las agencias y los bancos en el momento en que se licitan las obras. Y no pillarse los dedos con las bajas de licitación. Porque cada obra es un mundo. Diferente de las demás y debe encajar en su entorno como una pieza de reloj. Pero los márgenes en ingeniería, aprovisionamiento y construcción de plantas no llegan al 10% y al 20% en operación y mantenimiento.
Pero no todo es tan bonito. Nos queda un elemento fundamental en la gestión urbana del ciclo del agua. El drenaje urbano. Y seguimos en Madrás. Residen 7 millones de personas en 425 km² de una ciudad costera. Disponen de 1.600 km de longitud de una red de drenaje antediluviana. La operación de la red consiste en extraer el lodo y verterlo donde se puede para que el sol lo seque o para que la lluvia lo traslade de nuevo hacia el subsuelo. La municipalidad informa que cuando cesa la lluvia, el sedimento es extraído y trasladado en vehículos municipales a vertederos autorizados. Pero no es así exactamente. Solo se hace, con suerte cuando transcurridas unas semanas, ya se ha secado.
Además, el traslado no es sencillo ni mucho menos rápido con millones de vehículos colapsando continuamente las vías de comunicación. Y de peatones haciendo lo mismo con las sendas peatonales, que a menudo están taponadas por los vertidos. La realidad es que que los sedimentos de la red de drenaje son pisados por los peatones como uva en vendimia o repartidos pos los neumáticos de los vehículos ensuciando las carreteras.
Es la estrategia de la rana hervida. Cada vez todo está un poco más sucio, pero se acepta. Y esta realidad, con la que acabamos nuestra vista madrasiana de hoy, ensombrece todo lo escrito sobre multinacionales y desalinizadoras
La modernidad referida que llega e la mano de las multinacionales del agua y de los urbanistas de prestigio, queda flotando permanentemente en el lodo de la red de drenaje repartida por senderos y carretas de la megápolis
Ahí dejamos este agridulce paseo por Chennai- Madrás. Grandes desalinizadoras y depuradoras de última generación dejan el agua con una calidad excelente para la mitad de la ciudad . Pero la mitad de la población sigue dependiendo de la lluvia que llene sus cuatro embalses.
Y el drenaje urbano, asignatura pendiente, es la otra cara de la moneda. Trabajadores sin herramientas adecuadas sacan el sedimento como hace tres siglos y vehículos sin cualificación técnica alguna lo esparcen por senderos y carreteras.
Esa es la realidad en los países emergentes y superpoblados. Madrás es solo un ejemplo de las dos caras de la moneda. Nosotros lo hemos intentado explicar. Hay que jugar fuerte. Porque si los jugadores tienen éxito, el futuro del agua será mejor para todos. Para los accionistas de las empresas y para la ciudadanía.
Lorenzo Correa
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