Para llegar a Jerez de la Frontera desde Gibraltar, tenemos dos opciones. Una es costear por Zahara, Barbate, San Fernando y Cádiz. Y la otra, atravesar el Parque de los Alcornocales y la Campiña Jerezana.

Ambas rutas son muy recomendables , pero nosotros nos quedamos con la segunda. Con la de la campiña. Es la que siguieron a mediados el siglo XIV los benimerines que salieron de Algeciras para encontrarse en plena campiña, en los campos de la matanza, con los arceños y jerezanos que iban a su encuentro. Salieron para vengar la muerte de Ab- al Malik a manos del jerezano Diego Fernández de Herrera. Y de la batalla entablada, salió el topónimo de «La Matanza» , que da nombre al arroyo que hoy mostramos y al cortijo por el que discurre, camino del Guadalete

Humanos arroyos de la campiña, hoy secos, porque se acaba el estío. Pero siempre adornados con tarajes y carrizos, que dejan en la retina del paseante en ríos, su impronta indeleble de gran belleza. Sus ramas mimbreñas, su roja corteza y sus flores pequeñas, esperan al caminante para solazarle la vista. Aunque también temen a la vaca retinta que aparece implacable para arrasar con ellos tras la siega del trigo.

Paisaje de contrastes, de arroyos, de trigales, de viñedos y de ganaderías bravas. Con el Guadalete recibiendo las escorrentías arroyeras para conducirlas hacia el cercano océano Atlántico. Campiña de lagunas, entre las que destaca la  laguna de Medina, cercana a  Medina Sidonia, la “Ciudad de Sidón”. Tierras de frontera, con aguas inciertas. Las que alimentan las vegas del  Guadalete, las viñas, los pastizales y las marismas, viniendo desde los montes y las sierras.

Les dejamos para seguir nuestro paseo por el arroyo de la Matanza, recordando a Fernando Villalón, el gran amante de la Baja Andalucía, y su emoción poética descriptiva de la Campiña de Jerez:

Los matices del rojo en el rojo zullal.

Rincón tres veces rico, asiento de Tartesos,

de Andalucía la Baja el relicario eres.

Que en edades antiguas soportaste el peso

de nubianos y alarbes, moros y bereberes.

Tus tierras son ubérrimas, tus viñas abundosas…

Lorenzo Correa

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