Ya están aquí las desalinizadoras solares de bolsillo. El ejemplo de Kiunga


Cuando oímos hablar de una desalinizadora de agua de mar, nos imaginamos una gran planta industrial que ocupa una generosa superficie de terreno no muy lejos de la costa. Así son todas las grandes estaciones de tratamiento de agua marina del mundo. Necesitan espacio y volumen para que las membranas de ósmosis inversa hagan su trabajo y para almacenar el agua tratada. En Kiunga, no es así.

Entre el mar y las conducciones de agua dulce y de aguas salobres,  bombas y más bombas, turbinas y tubos por doquier. Pero también hay plantas, más modestas, aunque no menos importantes, que solo necesitan un contenedor para producir esa agua bendita que tanto necesitan los habitantes de los países más deprimidos. De ellas hablaremos hoy.

GivePower es el nombre de la fundación que las instala. Tesla, la que hace que funcionen. Empresas del futuro, también del futuro del agua.

La primera, es una organización sin fines de lucro 501 (c) (3), es decir, exenta del impuesto federal useño sobre la renta. Está  comprometida a extender urbi et orbi  los beneficios ambientales y sociales de la energía limpia y renovable en todo el mundo. Y lo hace usando  energía solar y tecnologías de almacenamiento en los países más pobres de África, Asia e Iberoamérica .

Pretende aglutinar a todas las personas que quieran mejorar el mundo, ayudando a quienes lo necesitan. Les llaman los mejoradores. Han iniciado ya 7.020 proyectos, a los que han contribuido casi medio millón de  donantes, eventuales o mensuales. En especie o dando su tiempo ejerciendo el voluntariado. Todos los proyectos propuestos por los mejoradores de dan a conocer y se decide si son financiables o no.

Uno de los elegidos es nuestro tema de hoy. Una planta de agua marina solar, que opera desde hace dos año, capaz de abastecer a 35.000 personas/día en Kiunga, población ribereña del Océano Índico, en Kenia. O a otras tantas en el próximo futuro en Mombasa, y La Gonave, Haití.

La novedad es que los nuevos proyectos operarán con la tecnología de almacenamiento de batería Powerwall de Tesla. Y generarán hasta 75 m ³/día, trasladando la energía solar producida  con las baterías Tesla, 50 kW  y 120 kW-h de baterías Tesla a dos  bombas. Y ellas enviarán el agua marina a las membranas de ósmosis inversa

El reto de futuro consiste en conseguir que las plantas de contenedores funcionen en el futuro sin necesitar el aporte económico constante de los mejoradores para su mantenimiento. Y también en formar a técnicos locales para que realicen la operación de las plantas.

Por ahora, cada planta tiene un coste de medio millón de dólares  y una vida útil de 20 años. Y hay que tener en cuenta, que no se están planteando por el momento la aplicación  comercial de esta solución filantrópica.

Con estas microplantas solares de desalinización se combate desde la primera línea de fuego a todas esas sequías que cada vez más amenazan al mundo más poblado. El que acumula ciudadanos en grandes urbes costeras, cifrados hoy en el 73% de la población mundial. Y también esa intrusión marina derivada de la sobreexplotación de acuíferos en zonas costeras. Por lo tanto, apostar por agua buena, independientemente del clima lluviosos o no, y por un descanso en la explotación de acuíferos costeros, parece una buena solución de futuro

A veces, como es el caso de Haití, hay que gastar un poco más en la construcción de las plantas y los pozos marinos, porque deben cumplir las normas sismo resistentes y de huracanes. Para ello, hay que asegurar la resistencia a ambos fenómenos de las cimentaciones estructurales y de los doseles de placas solares.

Ya se van cosechando reconocimientos, porque el pasado mes de febrero, GivePower ganó en Dubai el Global Water Award en su categoría de pequeños proyectos e innovación, por esta tecnología, conocida como Solar Water Farm. El premio pretende alentar a empresas, investigadores e innovadores a desarrollar soluciones sostenibles e innovadoras para reducir la escasez de agua mediante el uso de energía solar. .

Mientras tanto, en la costa keniata, las mujeres que antes pasaban todo el día yendo a buscar agua desde su casa a lugares peligrosos y muy lejanos, ahora simplemente hacen cola sentadas sobre sus garrafas de 20 litros hasta que les llega el turno de comprar y recoger su agua desalinizada. Sin necesidad de caminar cargadas muchos kilómetros, regresan a a casa con su provisión diaria de agua para la higiene, la bebida y el lavado de la ropa. Ahora tienen una garantía de suministro de agua potable. La que antes solo tenían en la época de lluvias  y nunca cerca de su domicilio. Y ya no les importan la duración de las  sequías. El mar está ahí. Por suerte, jamás se queda sin agua

El agua se bombea desde pozos poco profundos situados en la zona de pleamar. Llega a los depósitos donde se filtra en primera instancia antes de pasar a las membranas. Al salir,  1 de cada 4 litros del agua salada que entró, se convierte en agua dulce, mientras que los tres restantes vuelven al mar en forma de salmuera.

La garantía de calidad del agua es total, gracias a su cloración. Y así, una vez clorada, los residentes pueden ir a comprarla directamente en planta, evitando los hasta ahora largos y penosos desplazamientos diarios para buscar agua y los todavía más terribles regresos cargados con el agua. Sin olvidarnos de su calidad, ahora excelente, antes, desconocida

Si disponen de 4 minutos, les invitamos a que vean el video adjunto. No tiene desperdicio. https://www.youtube.com/watch?v=P9I0CJSHd1E

En él se observa cómo puede cambiar la vida de las personas la simple instalación de una modesta planta desalinizadora solar que produce non stop, 50 kW/dia, para que dios bombas extraigan agua salobre de unos pozos. Sin descanso, funcionando continuamente para que todos tengan ese bien básico. Que allí ya no es escaso ni dañino para la salud, que es el agua.

Ya hemos escrito aquí sobre la repercusión de la pandemia de la COVID-19 en comunidades necesitadas de todo. También de agua. Porque no pueden ni lavarse las manos. Esa operación tan sencilla que hasta hoy parece ser la más efectiva contra el contagio de esta y de otras muchas enfermedades. ¿Se imaginan lo que hubiera podido ocurrir en Kiunga  y alrededores sin no dispusieran de una fuente inagotable de agua de calidad?.

Afortunadamente, en  Kiunga se llegó a tiempo. Una instalación futurista puede ayudar a reducir el riesgo de contagio en el presente. Ojalá que en los demás lugares donde estas instalaciones están previstas suceda lo mismo cuanto antes. Una razón más para acelerar la implantación de las desalinizadoras solares de bolsillo del futuro. Ya

Cierto es que hay que comprar más agua, porque antes, con la poca que había, el lavado de manos era impensable. Pero ahora, al menos se puede comprar. En cualquier caso, siempre será más barata que los jabones y geles hidro alcohólicos.

Aunque las largas camionetas y los viajes para buscar agua buena, no han cesado del todo. Porque gentes de muy lejos acuden a la planta como a ese lugar de peregrinación que ,al visitarlo, nos salvará de muchos males.

Un ejemplo es el de los soldados somalíes, que cruzan la cercana frontera con Kenia para comprar su agua bendita. Porque el agua es para todos los que se acerquen a comprarla, sin distinguir entre nacionalidades, razas o procedencias. Otro, es el de los vendedores profesionales de agua. A ellos, la situación actual ha supuesto un cambio radical en su trabajo.

Antes, vendían garrafas de 20 litros a 47 centavos de US dólar. En ese casi medio dólar estaba contenido el sudor y el esfuerzo de ir a buscar el agua y traerla al punto de venta ambulante. Mientras que ahora, por el mismo precio, se ahorran la caminata. Y, al tener más cerca una fuente inagotable, pueden hacer más viajes a ella  y vender más con menos esfuerzo. También el cliente gana en calidad del agua que da más espuma con el jabón. Además,  conserva mejor la ropa cuando se lava.

Todo esto está ocurriendo en un gran país, de más de 50 millones de habitantes, en el que la emigración a Nairobi es imparable. Cada año, más de 700.000 personas llegan a la ciudad para buscarse allí la vida. El medio rural se despuebla  y gracias a ello, las dotaciones de agua disponible aumentan en  él. Pero aunque haya más agua, hay más hambre.

En los suburbios de la ciudad, se hace lo que se puede.  Allí y en varios lugares poblados del país, una ONG ha  instalado “cajeros automáticos de agua. Para hacerla llegar a medio millón de personas. En ellos, gracias a una tarjeta recargable, es posible sacar agua,  pagando la mitad que lo que se paga por el agua desalinizada de Kiunga. Pero esta agua, también bendita, procede de los acuíferos perforados sin cesar con innumerables pozos. Es la apuesta del interior keniata. Donde el agua del mar no llega, solo queda el acuífero. Y cada vez éstos están más sobreexplotados

Las soluciones convencionales (pozos) y no tan convencionales (agua desalinizada), van mejorando las condiciones de suministro en cantidad y calidad. Son como mínimo ejemplos a seguir  y por los que apostar en el futuro. Mientras tanto, el 41% de los kenianos todavía depende de fuentes de agua no mejoradas, como lagunas, pozos poco profundos y ríos. Solo el 30 % disfruta de conexión con redes seguras de saneamiento

Entre los operadores del suministro, que ascienden a 65 empresas, solo nueve garantizan un abastecimiento continuo. Con una población que crece sin parar, los presupuestos destinados a infraestructuras hidráulicas son incapaces de satisfacer la demanda equitativamente. La desigualdad es evidente. La gente tiene que buscarse la vida, luchando contra la sequía y la inundación en una sucesión de fenómenos extremos que no tiene fin .

El ejemplo de Kiunga marca un hito bien visible. El reto es producir agua limpia durante 20 años. La incertidumbre, que tenga continuidad durante más tiempo. Los costes de operación y mantenimiento serán la clave. Por ahora, se van cubriendo con los ingresos obtenidos por la venta de agua.

El siguiente paso es hacer algo similar en  la isla de La Gonave, situada frente a Puerto Príncipe, en Haití. Después, espera Colombia y otro lugar de Kenia, Likoni, en los alrededores de Mombasa.

Las desalinizadoras solares de bolsillo son esperanza del futuro del agua. Con sus baterías Tesla. También para luchar contra el virus de la pandemia. Un objetivo más para seguir avanzando en la gestión solidaria del ciclo de los servicios del agua.

 

Lorenzo Correa

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