Jorge Guillén, poeta español de la generación del 27, vuelve a nuestra biblioteca para regalarnos un poema dedicado al río. Geómetra e inveterado adalid de la poesía pura, muestra aquí  el arco fluvial. Ese que diseñan las aguas y los sedimentos que suman sus esfuerzos para dibujar el trazado del cauce.

Es uno de los 75 poemas de su “Cántico”. A este vallisoletano el río de su vida le llevó a residir en muchas ciudades con río. Su arco, porque todos los ríos son el río, recorrió cauces variopintos. De Murcia a Málaga, pasando, entre otras, por Granada, Sevilla, Montreal y Boston.

Su tesis doctoral versó sobre Góngora. El gran poeta cordobés que ensalzó en sus versos también al mismo río. Ese Guadalquivir que enlaza en un arco perfecto la ciudad de los califas con Sevilla.

Y al río de Sevilla, que es el de Córdoba, pero con más caudal, le canta Guillén en la décima que hoy nos ofrece para su degustación poética. Nos recuerda su estancia en la ciudad del Betis. Y sus paseos primaverales entre Sevilla y Triana, mientras acababa el curso en su universidad. Bellas rimas del arco con el barco (que el Guadalquivir es navegable hasta Sevilla). Y con el zarco celeste, similar a los azules ojos de alguna andaluza que se cruzó en su camino. Ese zarco reflejado en el arco fluvial. Y ese verde que enamora. Ambos  le dan título a la décima: “ Verdor es amor”.

Evocación de Góngora y efluvios amistosos de Pedro Salinas. En el río andaluz por excelencia. Eternidad del arco que dibujaba en la urbe hispalense. Ahora, hubiera sido imposible referirse a él, que el Guadalquivir se rectificó con motivo de las inundaciones de 1947-48 y sufrió de varias cortas desde el siglo XIX hasta la Exposición Universal de 1992.

Pero con más o menos arco, lo que se rectificó fue para defender a la ciudad de las inundaciones o para garantizar la navegabilidad. Con el arco o sin él, Sevilla ha ido cambiando cuando lo ha hecho el Guadalquivir. Aunque , eso sí, siempre ha seguido cosechando poemas a su río

Lorenzo Correa

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