Avistamiento de OVNIS y recrecimiento de presas. Las rarezas de Shasta


 

El Monte Shasta es un volcán durmiente del norte de California, que pertenece a la cordillera de las Cascadas. La cuenca vertiente es la del río Sacramento, el más largo del estado.

Por allí habitaban las tribus que dieron nombre a la montaña. Tiene más de  3.000 metros de altura y en un día claro, puede verse a más de 200 kilómetros de distancia. Conformado por cuatro conos volcánicos concéntricos, tiene fama de ser un lugar en el que pasan cosas raras. Por ejemplo, avistamientos de OVNIS. Además, Se ubica en condado californiano que, desde 1850, lleva ese mismo nombre, cuya capital es Redding. Y en el condado, alimentándose de las aguas de la cuenca sacramentina, hay un embalse con su presa, desde 1945. Los allí llamados Shasta Dam y Shasta Lake.

Nos ocupamos hoy de Shasta, porque a esa “rareza” que hace que el monte se haya convertido en un lugar de peregrinación de creyentes en encuentros en la tercera fase, se une otra aún más rara si cabe en nuestros tiempos. La de la intención de recrecer la presa de embalse.

Décadas lleva el gobierno useño intentado recrecer la presa. Sin éxito por la batalla legal abierta debido a su impacto ambiental. En 2020, la Administración Trump publicó el último informe ambiental sobre el plan, que sustituía y ¿mejoraba? al realizado hace 5 años. Apasionante asunto que hoy vamos a tratar de explicar en este artículo.

En un mundo en el que se emiten cada vez más noticias sobre la demolición de presas teóricamente obsoletas, acogidas con aplausos por un importante parte de la audiencia mediática, debemos reconocer la rareza de pretender recrecer un embalse.  Y además en un entorno “sagrado”. Veamos las  causas que han impulsado a acometer esta obra tan rara en nuestros días.

El,embalse de Shasta se ubica en la cuenca alta del río Sacramento, muy cerca de la capital del condado.  Fue construida por Bureau of Reclamation en 1945. Conviene recordar que la “Oficina Federal de Reclamación de Tierras”, vulgo “Bureau of Reclamation” o “Reclamation” a secas se fundó en  1902. Desde entonces, se dedicó sobre todo a construir presas, centrales hidroeléctricas y canales en los 17 estados del oeste de EEUU. Fruto de esta actividad, se colonizó y desarrolló una enorme superficie agrícola, con el consiguiente boom económico. Hasta hoy ya han construido más de 600 presas. Entre ellas, destacan la presa Hoover en el río Colorado y la de Grand Coulee en el río Columbia.

Actualmente son la mayor agencia del agua del país, que gestiona el abastecimiento de  más de 31 millones de personas y aporta recursos hídricos al 140.000 agricultores useños del oeste. La superficie regada es de 40.500 km², en la que se cultiva el 60% del consumo de verduras del país y la cuarta parte de sus frutas y nueces. Además, producen energía en las presas, contando con 53 centrales que generan 40 millones de MWh, que abastece a tres millones y medios de residencias.

No está de más recordar siempre que se pueda la razón y ser de la presas de embalse. Y nosotros lo hacemos, mirando al pasado con la vocación de futuro que nos caracteriza y nos anima a escribir.

Mirando precisamente hacia el futuro, como todas las agencias del agua modernas, Reclamation se ha “ecologizado”. Para cumplir con las nuevas regulaciones legales del agua. Por eso, cualquier actuación nueva, como es el caso del recrecimiento que nos ocupa, sigue un riguroso trámite administrativo ambiental, que incluye, por supuesto la información pública.

En su página web se puede leer, en este sentido que… “nuestra misión es ayudar a satisfacer las crecientes demandas de agua de Occidente mientras protegemos el medio ambiente y la inversión pública en estas estructuras. Ponemos gran énfasis en el cumplimiento de nuestras obligaciones de suministro de agua, conservación,, reciclaje y reutilización del agua, y en desarrollar asociaciones con nuestros clientes, estados y tribus nativas americanas. Además de en encontrar formas de agrupar intereses diversos para abordar las necesidades que compiten por el uso de nuestros limitados recursos hídricos.”

La pregunta es si habrá que recrecerla para salvaguardar la vida de la fauna y flora, además de para seguir garantizando el riego y el abastecimiento. Comencemos desde el principio. La presa, arco-gravedad,  se construyó para laminar avenidas y para garantizar caudales para el riego y el abastecimiento. También dispone de una central hidroeléctrica.

Los aspectos ambientales comenzaron a contemplarse en su gestión en 1992. Entoces se acordó la liberación de un caudal ecológico para garantizar  la preservación de fauna y flora  hasta el Delta de Sacramento-San Joaquín. Así también se aseguraba un calado mínimo para la navegación. A partir de entonces, en la gestión del embalse el caudal ecológico tenía la misma prioridad que la generación de energía hidroeléctrica. En 1997 se colocó un dispositivo de control de temperatura para garantizar aún más la ausencia de afecciones a la fauna del río Sacramento cuando los órganos de alivio y las turbinas vertían agua del embalse al medio.

En 1945, con el 40% del volumen de embalse, se podía abastecer a los habitantes del Valle Central. Para ello, se había construido una presa de 184 m de altura con una capacidad de embalse de 5.500 hm³. Se construyó el embalse más grande California, con 12.000 ha de superficie mojada. Todo un reclamo turístico para los avistadores de naves espaciales y para los escépticos de los OVNIS

Y de él disfrutan desde entonces. Pero en el año 2000, se encendieron las alarmas por el aumento exponencial de la demanda de abastecimiento y riego, además de la ya indicada “nueva” demanda del caudal ecológico. Y ahí comenzó a estudiarse un posible  recrecimiento, para conocer el destino del agua extra que se necesita embalsar.

Dos décadas más tarde, se presentó un proyecto constructivo por parte de Reclamation. Que incluye el informe ambiental antes citado. Y que ahora está siguiendo su recorrido de administrativo tras culminar la fase de información pública en 2021. Comprobamos lo que se pretende con estas obras. Flexibilizar la operación del sistema bicuenca Sacramento-San Joaquín- Delta cumpliendo los siguientes objetivos:

  • Garantizar la preservación de la fauna autóctona. Es el caso de los anádromos en el río Sacramento, aguas arriba de la estación de bombeo Red Bluff. Pero también del resto de fauna existente en el embalse
  • Garantizar la dotación de riego y abastecimiento actual y futuro
  • Reducir los daños por inundaciones derivadas de avenidas en el río
  • Generar más energía hidroeléctrica
  • Fomentar el uso lúdico (pesca, baño y navegación), en el embalse de Shasta
  • Garantizar la calidad del agua hasta el Delta, ya que las condiciones legales son cada vez más estrictas

Curiosamente, de los 6 objetivos, tres son ambientales y otros tres, de “control” del agua embalsada para su distribución en el campo y las ciudades. Debido a la disminución del caudal circulante por la cuenca en el último medio siglo, los usuarios ya no disponen de lo que disponían. Sobre todo, porque algunos “usuarios”, ahora tienen voz y voto. Y antes, no. O sea, que también entran en el reparto. Nos referimos, entre otros al salmón Chinook y a la trucha. Porque ya son especies en riesgo de extinción. Como ya indicamos más arriba, la temperatura del agua les afecta. Por ello, si se abren compuertas en la presa, pueden recibir una descarga de agua fría ideal para apaciguar sus calores. Pero el agua que tan bien les va, deja de estar embalsada para períodos de sequía. Ya se ve que nunca llueve a gusto de todos

Veamos lo que piden las personas. La demanda de agua en California supera la capacidad de embalse y la de los acuíferos. La población ha aumentado exponencialmente y los cultivos más rentables han sustituido a los originales, demandando más dotación de riego. Así es como se genera la guerra entre la urbe y el campo. Y así es como tenemos tres contendientes para  llevarse el agua: urbanitas, regantes y anádromos, por abreviar.

El gestor debe resolver el conflicto de manera pacífica y solidaria. Le pagan (y le votan), para  eso. En este caso, le toca a Reclamation, como propietario y regulador de la red del Valle Central. Esta red es una de las mayores del mundo. Y necesita garantizar a sus empresas operadoras del suministro unos caudales adecuados. Sobre todo en esas épocas de sequía cada vez más frecuentes. Y además, íntimamente unido al valor de las zonas irrigadas. También al crecimiento de las ciudades, está la problemática de las inundaciones. Se producen por desbordamientos, pero también por rotura de motas, esos diques que dan confianza al ribereño…hasta que se rompen.

Por eso, ante este escenario de conflicto, ha apostado por el recrecimiento de la presa de Shasta. Se define una altura de 5,5 m, equivalente al 3% de su altura actual. Así, se almacenarían 780 hm³ extra

Y es que además de ayudar a resolver los problemas indicados, ayudaría a generar más energía eléctrica renovable. Porque durante la próxima década se espera que la demanda máxima de electricidad de California aumente un 1.5% al año hasta 2022. Y ya legalmente está estipulado que la tercera parte del consumo estatal debe proceder de la energía hidroeléctrica.

Si el único problema para recrecer la presa fuera el de poder disponer de 1.400 millones de dólares que cuesta, la presa se recrecería sin dilación. Porque  El Congreso ha asignado ya 335 millones de dólares. Que, junto con los 20 millones destinados a actividades previas a la construcción, lo permiten. Pero hay, como ya sabemos, otros independientes del presupuesto. Nos referimos, claro está, a las afecciones ambientales.

Los humedales del río McCloud, que desemboca en el embalse serían inundados. Pero el recrecimiento supondría una mejora evidente para mucha gente. Porque esas aguas abastecerían a dos millones de personas al año. Y darían una garantía mayor de caudal ecológico. Cruel dilema, ya que los tribunales ya han sentenciado que deben protegerse esos humedales. Y se han basado en que existe una ley estatal que estipula que ninguna agencia del estado puede participar en proyectos de planificación que afecten al río McCloud.

Por otra parte, los ribereños del embalse poseedores de negocios turísticos, los dueños de residencias en primera línea  y de embarcaderos para navegar por Shasta, llevan consigo la incertidumbre de saber si serán expropiados o reubicados, si se decide recrecer la presa.

En cualquier caso, la administración se puso a estudiar en 2018 soluciones ambientalmente aceptables. Esas que se presentaton en el trámite de información pública.

Otro dilema de difícil solución para que todas las partes se contenten. Recrecer, significa almacenar más, pero también inundar humedales y zonas pobladas o explotadas comercialmente. También supone reducir el riesgo de inundación aguas abajo.  Y darle más caudales y mejor calidad de vida (por regulación de  temperatura en el río), a los peces. Se mejora la de todos los que migran hacia aguas arriba para desovar. Pero perjudicaría a los que desovan aguas abajo.

En fin, es solo un ejemplo más de la importancia de las interpretaciones de las cosas que generan realidad. Para unos, el futuro con Shasta recrecida, será mejor. Regantes, consumidores domésticos y los que viven en zonas inundables, piensan así. Pero ambientalistas y los que viven en zonas que inundará el embalse recrecido, creen que el beneficio será a costa de algo que no tiene precio.

Pero lo que sí lo tiene es la obra a realizar. El eterno problema de la obra pública, porque nunca llueva a gusto de todos. ¿Y usted, qué haría en la presa de Shasta?

 

Lorenzo Correa

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