Ilustra nuestra portada de hoy la foto con charcos de una carretera de Veraguas. Y en esa preciosa provincia panameña nació nuestro poeta acuático de hoy. Se trata de Carlos Francisco Changmarín, veragüense de nacimiento, aunque de ascendencia china, como demuestra la unión de sus apellidos en uno solo para darse a conocer con él al mundo como poeta.
El agua está presente en su obra en lo grande y en lo chico. Lo más grande, su loa poética al Canal de Panamá, que nada sería sin agua. Y lo más chico, pero también enorme en su poesía, este poema dedicado a los charcos, tan abundantes y ubicuos en Panamá en la época de lluvias.
Sobre todo en su Veraguas natal, ubérrima tierra de charcos y de cascadas tan esbeltas como ruidosas. Aguas saladas de Veraguas, única provincia del país que da a dos océanos, Atlántico y Pacífico. Los dos charcos que comunica el Canal, uniendo así al mundo. Y dulces, gracias a esa climatología tan lluviosa que puebla su superficie de bosques nubosos, de nieblas perennes y un verdor tan intenso que enamora
En Veraguas, podéis ver aguas. Y el cielo y los edificios y toda la naturaleza, reflejada en los charcos. Changmartín nos distorsiona con el poder milagroso de la poesía, esa realidad. Y nos hace ver espejismos de estructuras que se mueven y hasta oírlas sonar como si el agua tocara el acordeón. con la música tradicional veragüense también presente en la vida del poeta. Su madre fue cantalante de tamborín y su abuelo compositor de décimas que cantaba acompañado de su guitarra bocona.
En cuántos charcos se reflejaría su música, antes de llegar a los oídos del poeta y hoy, a los nuestros. Por eso, amaba las aguas de su país. Por eso canta hoy aquí al mágico reflejo de los charcos, que vuelven el mundo del revés. Para que sus alumnos y todos quienes le leyeren, apreciaran en todo su valor la riqueza de poder disfrutar de un país con cielo y tierra ubérrimas. Y con agua, que en ella formaba charcos.
Lorenzo Correa
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