Hilarión Cabrisas es el poeta que hoy nos entrega su contribución a la poesía del agua. Lo hace con «Mar sin orillas». Así, se titula el soneto que divulgamos aquí y guardamos en los estantes de la biblioteca poética del agua. Aunque su  lectura emocione,  también hace reflexionar sobre la función del agua en la estética marina.

Nos lleva de Cuba a Galicia. De Hilarión a Julio Camba. De unas a otras orillas del mar que contienen las mismas aguas. Decía Camba, cuando le preguntaban sobre la belleza del mar, que solo era “agua salada que no sirve para beber.  Suponed el agua del mar en una palangana  y a ver qué queda de su belleza”

Y añadía que “el mar es prestigio falso. No es bonito ni mucho menos. La hermosura se la dan las playas y las costas. El mar es muy inferior a su fama”.

Según eso, la belleza del mar está en las orillas. Y cuando poéticamente no las tierne, como en el soneto de Cabrisas, solo es dolor que apaga la vida. Agua sola, salada, inservible para el ser humano. Solo cuando se desaliniza, pierde su letalidad  yconserva la vida. O el amor, al que también mata la sal del agua del mar sin orillas.

Hay en Cuba poetas que acusan a Cabrillas de empalagoso y perdido en versos de vàcua retórica sentimental. Esa es una de las orillas de su mar poético. pero debemos situar la otra en el hecho de que en su época fuera  el bardo más popular de Cuba.

No en vano Federico García Lorca, con ocasión del homenaje recibido al visitar la isla, le dio un fraternal abrazo de poeta. Fue cuando nuestro Hilarión le entregó emocionado esta décima que había improvisado en una servilleta.

Fundamos en un crisol
Nuestros afectos, hermano;
Tiempo ha que el bardo cubano
Admira al bardo español.
Mi sol es como tu sol,
No estás, pues, en tierra extraña.
Y con mi licor de caña
Tú brindarás por mi Cuba
Y yo brindaré por tu España.

Disfruten de su mar sin orillas.

Lorenzo Correa

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