Precioso poema el que hoy nos regala Cristina Pieri Rossi. Nos habla de las emociones que provoca la lluvia en la ciudad cuando el amor actúa en la distancia. Paradigma de la soledad en medio del bullicio de la ciudad.
Cristina es uruguaya de nación. Y española de adopción. Doblemente oriental. Una porque, como saben, los argentinos a los uruguayos les denominan “orientales”. Recordamos a Borges definiendo las diferencias de esos dos países tan cercanos: Uruguay y Argentina en su “Milonga de los orientales”. «El sabor de lo oriental con estas palabras pinto; es el sabor de lo que es igual y un poco distinto».
No hay mucha diferencia en el fondo de la emoción. El corazón late igual cuando llueve en la ciudad de Montevideo o en la megápolis bonaerense. Y Cristina, como decíamos es doblemente oriental. Porque en la década de los 70 huyó de su país hacia oriente. Y recaló en la ciudad de Barcelona. Y así, este poema se incluye en su libro “Diáspora, 1976”
Allí comprobó que la lluvia es también igual y juega el mismo rol en las emociones que experimenta el poeta. Porque en cualquier ciudad, cuando llueve, el amado es mojado por las mismas gotas que el amante. Y ambos, si no están juntos, se consuelan sabiendo que las misma agua les está mojando. La misma agua, en la misma ciudad, provocando la misma emoción.
Hispano-uruguaya, novelista, cuentista, ensayista, poeta y traductora. Estos son los poderes de Cristina. Vive en su ciudad del exilio, como hizo su compatriota Benedetti. Y en ella ve llover, aunque no desee que llueva cuando está sola. Como tantos ciudadanos.
Escuchemos los ruidos del agua. Nos emocionarán, como emocionaron a Cristina. Ella misma nos explica en su poema porqué dejó ir al amado. Porque la literatura la mató. Verso redentor de todo lo escrito. Eso explica porqué no quisiera que lloviera…
Lorenzo Correa
Visita nuestro rincón de la poesía.
¡ Síguenos en las redes sociales !