La poesía romántica española del siglo XIX cuenta con una poeta excepcional, que hoy nos visita. Se trata de Carolina Coronado. Y nos entrega un poema de agua, dedicado a una gota de rocío. Por ser uno de los mejores poemas de la autora, merece sin duda ser incluido en nuestra modesta, aunque ya numerosa, galería de poesía del agua.
La autora vacía su corazón en el soneto, sincronizando esas gotas de rocío matutino, que a todos nos emociona contemplar, con sus lágrimas. Que podrían ser las nuestras. Resbalando incontenibles sin posibilidad alguna de contención en lasa compuertas del embalse de las emociones de nuestra alma. Agua y amor, de nuevo unidas por la poesía.
Rocío y lágrimas. Hoy ya conocemos que se busca recoger el rocío para tener el agua que las nubes niegan a muchos habitantes de la tierra.
Imaginen si pudiéramos recoger también las lágrimas de la amargura y el desamor para dejarlas fluir libremente cuando la alegría desbordara nuestro embalse emocional.
Controlando el vapor de agua que la atmósfera almacena. Condensándola por enfriamiento por debajo del punto de rocío y aprovechando la saturación del aire.
Carolina lo hizo hace ya más de un siglo y condensó sus lágrimas en gotas de rocío mañanero, dejándolas fluir y reposar en la “tez de las flores seductora”.
Llanto y caudal, lágrimas y rocío. Poesía del agua en la pluma inspirada de una poeta adelantada a su tiempo. La que fue llamada el “Bécquer femenino” por su coetánea Rosalía de Castro. La que, como no podemos dejar de mencionar los “ramonianos”, fue tía de Ramón Gómez de la Serna.
Absorbamos las tristes lágrimas de Carolina yconvirtámoslas en alegres gotas de rocío matutino, gracias a la magia de la poesía. No en vano Hartzenbusch prologó el libro de poemas de Carolina. Él también dedicó poemas al agua y en nuestra biblioteca tiene su asiento
Lorenzo Correa
Visita nuestro rincón de la poesía.
¡ Síguenos en las redes sociales !