Soluciones para frenar la expansión del coronavirus donde no hay agua


La preocupación por la expansión del coronavirus en el primer mundo es extrema. Confinamiento generalizado, parón de la economía. Psicosis colectiva e incertidumbre sobre cómo volveremos a vivir en la normalidad. Esa  en la que llevábamos toda la vida instalados.

Todos sabemos lo que tenemos que hacer.  Distancia social, lavado de manos.  Desinfección de todo lo susceptible de ser tocado. El agua se convierte en algo imprescindible para detener el avance del virus. Y de sus terribles consecuencias. En los países en los que hay agua abundante y potabilizada, solo nos preocupamos de usarla bien y cuando corresponde.

Pero poco saben de los problemas añadidos a los nuestros. Esos  que tienen los habitantes de  países  y regiones con escaso o nulo acceso al agua. En ellos, los efectos del virus serán aun mucho peores.

Algo tan  fácil de cumplir como la recomendación de lavarse las manos con regularidad durante al menos 20 segundos. Así se evitan contagios. Pero eso no es factible para miles de millones de personas. Concretamente, 3.000 millones. el 40% de la población mundial, carece de acceso a instalaciones básicas para lavarse las manos en sus hogares.

Aunque aún hay algo peor: casi mil millones de personas solo tienen acceso parcial  y sufren frecuentes cortes de suministro en sus precarias redes de abastecimiento.  O sea, que cuando necesitan lavarse las manos, es muy posible que no salga agua por el grifo de su casa.

El reto ahora es que la sanidad pública no colapse. Por ahí van todos los esfuerzos en estos aciagos días. Pero hay otro reto de similar importancia, paralelo al primero. Que haya agua para todos  y que esa agua sea adecuada para lavarse las manos.

Para asumir el primer reto, todos los gobiernos del mundo avanzado, con más o menos acierto en la anticipación,  se han puesto manos a la obra .

En el caso del segundo, las organizaciones involucradas están luchando por aportar soluciones inmediatas. Para garantizar el acceso al agua limpia y disponer de lavamanos donde sean necesarios. OMS, UNICEF, ONU-Agua, la Cruz Roja y la Media Luna Roja están en ello.

Se parte de ejemplos recientes tan impactantes como Ébola que sigue asolando extensas zonas africanas.  Al menos, sirve de ejemplo par a actuar ahora, salvando las distancias con el coronavirus.

De ahí que ya puedan usarse instalaciones muy sencillas de lavado de manos consistentes en  dos cubos situados uno encima del otro. En el superior, una sencilla válvula permite la entrada de agua clorada, que una vez usada como desinfectante manual, pasa la cubo de abajo  sin esparcir fuera ni una gota.

Se trata de ubicar estas sencillas instalaciones en cualquier lugar público y a ello se dedica la ONU en colaboración con las administraciones locales. Ruanda, es un país emblemático en estos aspectos y la ciudad de Kigalli, un  ejemplo para el futuro de los países pobres.

Pero allí, solo el 5% de la población tiene acceso a instalaciones de lavado de manos con agua y jabón.

Sin embargo, desde 1998, tiene un Plan Maestro. El 83% de los vecinos residen en viviendas muy endebles, sin un grifo en el que lavarse las manos.   Porque solo el 17% de los hogares tiene agua y jabón Con todo, en Kigali, el 89% de los hogares tiene acceso a fuentes de agua potable, que puede ser un grifo en el interior o una fuente en la calle. Pero sin jabón

Kigali ha decuplicado su población en 25 años , pasando de 358.200 personas en 1996,  a tres millones hoy en día. La gente viene del campo en busca de una vida mejor, pero no tiene casa, no encuentra trabajo y ni siquiera puede pagar la escuela de sus hijos

La red de alcantarillado discurre a cielo abierto y  los mosquitos campan a sus anchas. ¿Quién puede pensar en lavarse las manos?

Los retretes también son una quimera sueño para la mayoría. El 70% dispone de algún tipo de letrina o retrete en casa (o compartido con otras viviendas), pero solo el 8% tiene váter con  cisterna y desagüe. La malaria deja en un cuento de niños al coronavirus.

El VIH y la tuberculosis también registran, tasas alarmantes. El 6% de la población de la ciudad (más de 60.000 personas) portan el virus del sida y menos de la mitad (unas 25.000) recibe tratamiento antirretroviral..

A pesar de todo, Kigali es conocida como la ‘ciudad más limpia de África’. No hay basura en las calles  y las bolsas de plástico están prohibidas en el país. Tampoco se puede fumar en la calle,

El esfuerzo realizado para devolver “su gloria perdida” a la ciudad tras el genocidio, hizo que ONU Habitat premiara a las autoridades locales en 2008. Y lo hizo por su modelo de urbanización según criterios sostenibles.

Siguiendo en ese camino, Kigali instaló recientemente estaciones portátiles de lavado de manos en paradas de autobús. También en restaurantes y  bancos. O en paradas de taxis y aparcamientos públicos. Así pretenden detener la propagación de COVID-19.

Dejemos Kigali con su reto de ser la ciudad más limpia de África. Y con el añadido actual de conseguir también tener las manos más limpias. Y desplacémonos a Etiopía. Allí también han asumido el reto de hacer del lavado  de manos algo posible y eficaz para la población. Por eso empresarios, hosteleros y propietarios de edificios de apartamentos han comenzado a instalar lavamanos en la entrada de sus negocios.

Loable iniciativa que choca con la realidad africana. Y es que  mil millones de personas  viven en barrios imposibles, resguardándose de las inclemencias del tiempo y defendiendo su intimidad bajo cualquier elemento de cobijo susceptible de aislarles de las miradas de los vecinos y de la lluvia y el frío. La consecuencia inmediata es que no hay acceso al agua. Lo peor para protegerse del COVID-19 y evitar su propagación.

ONU-Hábitat ha montado una red de operadores de redes de abastecimiento y saneamiento a  escala local. Proveen de asesoramiento técnico, capacitación en línea e intercambio de información para enfrentar la presencia y el contagio del virus. Forman a los líderes comunitarios de los suburbios más necesitados de todo, para que puedan instalar  y mantener lavamanos  y para que puedan informar a todos los vecinos sobre la enfermedad

Imagínense la situación en la devastada Siria. Allí, la UNICEF lleva incesantemente camiones cisterna para los residentes  de la devastada ciudad de Al-Hassakeh, donde ya habitan 350,000 desplazados de las provincias vecinas. Además, también han regresado los que huyeron de la sequía y han vuelto por la guerra. En total, medio millón de personas carentes de todo. El coronavirus no es una de sus mayores preocupaciones

Pero, en cualquier caso, se les está llevando agua y explicándoles porqué deben lavarse las manos. Soluciones temporales que exigen actuaciones más duras y contundentes que resuelvan el problema dotándoles de redes eficaces…y caras. Porque solo .las inversiones a largo plazo en la gestión del agua pueden mejorar la salud pública

Por eso hay que priorizar tres estrategias desde los gobiernos implicaos:

  1. Inversión en acceso a agua limpia y saneamiento que triplique los presupuestos actuales. No se puede aportar menos de $ 114 mil millones anuales en un plan quinquenal. La prioridad es erradicar la diarrea. Ahora, además, el coronavirus. Es importante convencerse de que financiar redes de abastecimiento y saneamiento no solo contribuye a fortalecer a la comunidad beneficiada, haciéndola más fuerte y atrayendo las inversiones que acuden a donde hay prosperidad. También con mejora la salud económica de sus miembros. Madagascar es un claro ejemplo. Su capital,  Antananarivo, aumentó la generación de empleo y dotó de mejores sueldos a los que trabajaron en la implementación de redes  de acceso al agua, al saneamiento   y a la mejora de la   Además, lo bueno no se acaba con la finalización de las obras, sino que continúa con el mantenimiento y ampliación de las redes.

El resultado fue un aumento estimado en ganancias y salarios de $ 2 millones.

  1. Planificar los usos del recurso, teniendo como meta la disponibilidad de agua en condiciones de ser usada. El WRI ha calculado que solo habrá la mitad del agua demandada para cubrir las necesidades de los países más necesitados en el año 2030.. Planificar bien cómo administrar y decidir a donde van esos recursos, será la clave para llegar a más o menos población necesitada. Es imprescindible limitar extracciones para la industria  y el riego y priorizar el abastecimiento y saneamiento. Por ello, la reutilización  y las medidas de riego eficiente deben ser prioritarias.

El WRI lo tiene muy claro: “La contaminación del agua en muchas partes del mundo se   agrava, reduciendo los recursos disponibles y aumentando los problemas de salud pública. Hay que invertir en reutilización de  aguas residuales domésticas e industriales y   reducir nutrientes. Las políticas eficaces de gestión del agua a largo plazo, junto con políticas específicas que aumenten la disponibilidad del agua y su acceso universal  pueden ayudar a prevenir los impactos de futuras crisis del agua en los países más pobres”.

  1. Impulsar masivamente la inversión en infraestructuras verdes.

Los humedales, las cuencas hidrográficas altas en su e estado natural y las llanuras aluviales son la reserva natural de agua limpia. Ahí es donde debe invertirse, tanto o más que en la s infraestructuras hidráulicas tradicionales.

Decidir invertir en infraestructuras verdes en Brasil, supondría, solo en las cuencas que dominan  Sao Paulo, una reducción de la tercera parte de la erosión del suelo. Si se consigue, nada menos que un 28% de la inversión inicial retornaría al bolsillo de la administración. Y lo haría en concepto de reducción de costes de contaminación. Ya hemos mencionado aquí la impagable labor de  Cities4Forests. Ellos  apuestan por la constitución de coaliciones de comunidades globales que puedan planificar y buscar financiación. Con ella, se implementarán soluciones basadas en la naturaleza..

Acabamos recordando lo que escribimos no hace mucho. Repetir estas ideas no es nada malo. Aumentar solo un 1% del PIB mundial, alrededor de 29 centavos por persona y día en el quindenio 2015-2030, permitiría al mundo garantizar seguridad hídrica para todos en 2030. Porque está demostrado que cada dólar invertido en servicios de saneamiento produce $ 6.80 en beneficios.

Finalizamos con unos párafos del WRI que consideramos un broche de oro para este artículo:

El impacto económico del coronavirus hasta ahora es enorme, y las cosas solo empeoran en la mayoría de los lugares. Las primeras estimaciones pronostican que la producción perdida para las principales economías de COVID-19 podría alcanzar los $ 2.7 billones.  Y la OCDE espera que el crecimiento global caiga al 1.5%. En China, el crecimiento del PIB del primer trimestre oscila entre el 5,8% y el -0,5%. Al invertir en una mejor gestión del agua, los gobiernos podrían aumentar de manera rentable la resistencia a los brotes de enfermedades. Solo con poder expandir el acceso al agua.

A medida que los lugares de todo el mundo se unen para luchar contra COVID-19 y reconstruir, recordemos que el agua es una herramienta vital para fortalecer las comunidades y crear resiliencia a largo plazo.

Ojalá ese sea el camino elegido para llegar con salud y energía al futuro del agua

 

Lorenzo Correa

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