Surtidor místico, fuente donde se detiene el tiempo


 

Hacia el cielo se proyecta siempre el surtidor de las fuentes. Y para el poeta, cantan y ríen con la magia del agua. Así nos lo cuenta hoy Esther de Cáceres, con su venerada voz de mística de la lírica.

El surtidor de nuestra fuente de hoy, que es la de Esther,  envía su chorro poético a las alturas. Y allí refresca los ángeles  y a las  musas. De ese surtidor también bebió Juan Ramón Jiménez, otro cantor de fuentes. Como Gabriela Mistral, gran admiradora de nuestra poeta uruguaya de hoy.

Sobreviven los surtidores cantando. Solo enmudecen cuando la lluvia no aparece y la fuente se seca. Mientras tanto, el surtidor mana esas remotas aguas que salen de la tierra  o llegan desde muy lejos por la red de abastecimiento.

Recordamos cuando Juan Ramón le hablaba a Platero de su querida fuente vieja. Seguro que Esther conoció esa fuente.. Sus aguas encerraban toda la elegía del mundo. Por eso todas las fuentes eran para el poeta el reflejo de la belleza permanente de aquella fuente vieja.

Para Esther, el surtidor de su fuente mítica detenía el tiempo, mientras que para Juan Ramón, por la fuente vieja manaba el agua de su eternidad. Y es que todas las fuentes son la fuente, porque todas las aguas son el agua. Solo tenemos que acercarnos sin prisa y escuchar el rumor del surtidor. Y, como el poeta, al oírlo asistiremos atónitos a una revelación interior al mimetizarnos con el fluir de sus aguas.

Y mientras el surtidor envía su mensaje de paz a las alturas, Esther nos recuerda que allí moran los ángeles buenos. Los de luz. Aquellos que nunca se separaron de Dios.

Simplicidad y  misticismo en un entorno onírico creado por la autora. Esas son las características de Esther de Cáceres, que hoy nos regala su sueño de la fuente

 

Lorenzo Correa

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