Cuando la lluvia es solo agua vertical


¿Qué puede pasarle a un poeta para no sentir nada cuando ve y oye caer la lluvia?

Matilde Alba Swann, nuestra poeta argentina por platense de hoy, experimentó este fenómeno.

Y aquí nos lo explica, en su poema “Lluvia”. Todos hemos gozado con la lluvia cuando éramos niños. Su caída incesante sobre la tierra, era la mejor composición musical de la naturaleza. Y Matilde también lo sintió. Por eso nos dice que empezó siendo un cuento para acabar siendo un madrigal.

Precioso recuerdo de la mejor simiente para una poeta en ciernes. La lluvia, cuando Matilde Alba,  la sentía, era como un madrigal. Imaginamos que fue su “bautismo de poesía” y se materializó en su primer poema breve, perfumado de amor y declamado por varias voces, sin acompañamiento. El agua lo ponía todo: sonoridad, claridad, transparencia y armonía mientras caía en forma de lluvia sobre la jovencísima poeta de La Plata.

Al abrirse las nubes, su pecho se henchía de alegría y la poesía fluía como un manantial puro e inagotable.

Pero el tiempo pasó. La lluvia siguió cayendo sobre  los poetas y sobre la tierra. Y Matilde  había crecido y ya era otra su manera de recibirla. Defensora de los desvalidos como abogada en ejercicio, madre de cinco hijos. Colaboradora asidua de los medios de comunicación del entorno bonaerense. Creciendo bajo la lluvia

Sin embargo, estaba triste cuando la lluvia le sugirió escribir este poema. Ponía atención al rumor del agua que caía del cielo y no le decía nada. Solo oía un monótono y aburrido golpear. Era la lluvia vertical, la que solo es lluvia y pierde todos los atributos cuando cae sobre el triste.

Pocos poetas han logrado una sonoridad semejante. Un estilo claro, transparente, de una poesía que fue trabajando desde su libro primero y que ahora parece completa, libre. La maternidad está especialmente presente en esta etapa y la convirtió en un elemento importante en una obra que nos entregó cuidadosamente.

Dicen sus exégetas que su poesía “está limpia de vicios, es natural, sana y muy a menudo optimista”. En esta ocasión la lluvia extrajo de su alma el pesimismo. Seguro que fue por su vocación de cantar lo genuinamente humano sin excepción. También la tristeza. Pero siempre con imágenes de cautivante belleza

 

Lorenzo Correa

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