La gestión del futuro del agua debe ser sostenible o no será. En esta premisa se basan todos los razonamientos que dan pie a las discusiones sobre cuál será la solución para resolver los problemas actuales. Los del agua, los de su reparto equitativo y solidario, y los ambientales y sociales derivados de la escasez, la contaminación y el derroche
El reto es de envergadura. Por eso nosotros decidimos que la gestión del futuro del agua sería nuestra melodía. La idea fundamental de nuestra composición semanal. Nuestro lenguajeo, que vamos repitiendo y desarrollando enfocando escenarios distintos a lo largo de nuestra existencia en este foro del futuro del agua. Ya saben, además, pretendemos llegar a la gestión por la seducción para que nadie se aburra.
Para ello, lo primero es saber cuánto va a costar y lo segundo quiénes, como y cuando lo pagan.
Afortunadamente, contamos con instituciones que examinan los problemas, investigan y publican los resultados. Es el caso del Banco Mundial y el WRI. Hoy, ellos nos proporcionan datos para elucidar sobre la gestión sostenible del futuro del agua y responder a nuestras preguntas de quienes, cómo y cuándo. Vamos a analizarlos.
Los primeros datos, dejan bastante mal a la gestión del agua del presente. Examinemos solo tres, que corresponden a la gestión cualitativa y cuantitativa del agua actual.
- El 40% de la población mundial no tiene donde lavárselas.
- El 25% está sometido a un elevadísimo estrés hídrico.
- En los océanos hay 500 extensas áreas marinas carentes del suficiente oxígeno para que haya vida en ellas. Es una nefasta consecuencia del vertido sin tratamiento de las aguas residuales de las grandes urbes que aún no son inteligentes.
Sin embargo, a pesar de estas tres muestras tan descorazonadoras, las perspectivas de futuro son optimistas, aunque cueste creerlo. O eso al menos nos dice el WRI, afirmando que disponer de una garantía cualitativa y cuantitativa de agua dentro de solo 10 años, costaría algo más del 1% del PIB mundial del año 2030. O sea, un cuarto de euro por persona y día.
Sabido es que cada euro invertido en el reto de la gestión eficiente del futuro el agua, produce 6 de beneficio. Aunque si no se invierte, las pérdidas en donde no se hace suponen entre un 2 y un 10% del PIB.
Concretemos qué se conseguiría destinando ese cuarto de euro a la gestión sostenible del agua para el año 2030:
- Garantizar caudales de agua para el abastecimiento de calidad suficiente a todos los que ahora no la tienen
- Tratar sus aguas residuales mediante redes y depuradoras adecuadas donde ahora no las hay.
- Hacer lo mismo con las aguas residuales industriales que ahora se vierten sin control, dotándolas de un tratamiento terciario.
- Conseguir un buen estado ecológico, reduciendo nutrientes en todas las masas de agua recuperables.
- Abordar con éxito la sobreexplotación de acuíferos para que dejen de ser el último recurso y el más explotado sin control
- Conseguir el imprescindible soporte legal que haga posibles todas las soluciones adoptadas.
Hay otros aspectos de la sostenibilidad de la gestión del agua que no están incluidos en el paquete. Es el caso de la recuperación y preservación de caudales ecológicos y de protección concreta de los espacios fluviales. Pero sí que lo están indirectamente, ya que serán consecuencia de una mayor tasa de depuración y de un consumo responsable del agua
En el fondo, el concepto de la gestión sostenible del agua con las seis herramientas estratégicas antes mencionadas, coincide con la idea que expresa el ODS6 de Naciones Unidas. Como ya hemos tratado en estas páginas, ese objetivo de desarrollo sostenible tiene como el «acceso al agua y al saneamiento para todos», precisamente para el año 2030. Lo que el banco Mundial y el WRI han hecho, ha sido ponerle a ese sueño lo que necesita para convertirse en un reto. Es decir, coste, plazo y definición de los paganos. Así cada país podrá comenzar a “seducir” haciendo política para que el que paga, lo haga convencido del buen fin al que se destina su cuarto de euro.
Afinando más, los investigadores nos cuentan que 75 países pueden llegar a desarrollar una gestión sostenible del agua con un 2% o menos de su PIB anual. Además, otros 70, pueden hacerlo posible con menos del 8% del PIB. Y 17 países más lo lograrían invirtiendo por encima del 8% de su PIB. Si en el mundo de hoy hay 193 países, la suma de los anteriormente citado es de 162. No está nada mal asumir el reto.
Sobre todo, si clasificamos los países por número de habitantes. Entonces comprobaremos que los 75 países que necesitan invertir menos del 2% de su PIB para resolver sus problemas de gestión hídrica, albergan a la mitad de la población mundial. Vistas así las cosas, parece barato y relativamente sencillo lograrlo, Aunque, como es lógico, cada país necesita soluciones individualizadas para sus problemas de abastecimiento, saneamiento o prevención de inundaciones. Y para afrontarlas, deberá asumir sus costes relativos, que no son los mismos en cada estado.
Como ejemplo, uno de esos 75 países. Los estados Unidos. Allí, la previsión de los investigadores es que solo hace falta destinar el 0,78% del PIB para garantizar una gestión sostenible del agua. Allí, el problema más acuciante a resolver es el de dotar de agua “bendita” a la totalidad de la población. Porque en eso hay que gastarse las dos terceras partes del total a invertir. Cierto es también que, como ya hemos publicado aquí, hay otro problema en EEUU. El de la composición de las tuberías de agua potable de muchas de sus redes de abastecimiento. El que genera problemas como el de Flint, con el plomo. Y esto no está incluido en las previsiones que hoy tratamos, porque se trataría de sustituir tubos de plomo por otros inocuos para la salud.
La conclusión del informe es que las inversiones calculadas son el chocolate del loro si se compara con no hacer nada y dejar las cosas como están. Es decir, con seguir con esas sequías recurrentes, de las que tanto oímos hablar en el paradigma de la modernidad que es el estado de California.
Porque en él la sequía no solo deja exhaustas a las redes y les da vacaciones a las potabilizadoras. Además, produce un efecto multiplicador en la proliferación de incendios forestales. Y para extinguirlos hubo que destinar 24.000 millones de dólares solo en el año 2018.
Sus secuelas continúan para los gestores del agua, porque afectan negativamente a la calidad del agua destinada al consumo humano en un período de años. por eso, el Servicio Forestal useño informa que casi la mitad de las cuencas suministradoras de agua para el abastecimiento, el riego y la industria de EEUU, no están en condiciones de garantizar los caudales necesarios para ello.
El fantasma de la sequía sigue presente y a su sombra, emergen los peores presagios recesión industrial por falta de inversiones, de magras cosechas y de “days zero” en las grandes ciudades
Y ya que hemos citado el “day zero”, no olvidemos la crisis que en la capital de Sudáfrica generó su presentación pública. Como también narramos aquí casi, casi en directo, se salvaron por los pelos de la catástrofe. De todo lo sucedido, lo mejor es aprender lo que se hizo mal para corregirlo. La buena noticia es que esa corrección supone una inversión inferior al 2% de El PIB de Sudáfrica hasta 2030. Con ella, podrían darse soluciones y evitar que vuelva aparecer el fantasma de la sequía por aquellas latitudes. La mitad de la inversión estaría destinada a mejorar las redes de abastecimiento y saneamiento. Y el 20%, a resolver los problemas derivados de la falta de lluvias con desalinizadoras, reutilización del agua, eficiencia en el uso y mejor gestión de embalses
Para finalizar, examinemos lo que el informe dice que hay que hacer en los 17 países más necesitados. Los que solo pueden mejorar invirtiendo para resolver sus enormes y acuciantes problemas de gestión.
Es importante dedicarles una parte de este artículo, porque en ellos reside el 10% de la población mundial. O sea que estamos hablando de unos 750 millones de personas. Y a ellas nada les sobra, ni siquiera agua. Tampoco dinero, por supuesto. Pero para salir de su infierno necesitan gastar más del 8% de su PIB anual. Y no lo podrán hacer sin la ayuda de los bancos de desarrollo y demás organizaciones financieras que apoyen las medidas a adoptar para lograr una eficiente y sostenible gestión
Para poder comparar bien con los casos de EEUU o Sudáfrica, veamos ejemplos de países necesitados. Mali tiene 19 millones de habitantes, con un millón en Bamako, su capital. Su tasa de crecimiento anual es del 2.7%. Su tasa de fertilidad es de 6 hijos por mujer y su esperanza de vida, 58 años. La desnutrición es el azote del país, que afecta a la mitad de la población adulta. Esto supone pérdidas anuales superiores al 4% del PIB. Desgraciadamente, el hambre, tan influenciada por la carencia de agua, provoca pérdidas de casi 400 millones de euros anuales. Se van en atención sanitaria, en falta de formación por inasistencia a la escuela y en reducción de capacidad laboral.
Por ello, se necesitaría el 8% del PIB 2030 para lograr una gestión sostenible del agua. Situaciones similares se dan en países del entorno, sumidos en el mismo drama. Es el caso de Eritrea, Zimbabwe y Sierra Leona. Todos ellos necesitarán casi el 60% del PIB para resolver sus problemas de abastecimiento y saneamiento.
Y es que, en todos ellos, no existe, ni mucho menos, el acceso universal a un agua limpia. Ni al tratamiento de los vertidos domésticos. Por eso se necesitan unos presupuestos mayores para construir las infraestructuras necesarias
De todo lo expuesto se deduce algo que no por sabido, merece ser recordado constantemente.
- Hay que definir quien paga las actuaciones necesarias para conseguir lo antes posible una gestión eficiente del agua en el mundo. Para ello, antes hay que saber cuánto cuesta
- Los gobiernos de todo el mundo, deberán actuar reservando dinero para lograrlo. Y no solo en sus países, sino también allende sus fronteras. Si lo primero es difícil, lo segundo, aún lo es más.
- Mirar para otro lado, supone un gravísimo error. Porque los conflictos del agua superan las fronteras. Además, generan violencia, emigración y desigualdad. En los países africanos más afectados, ya hay una guerra desatada entre pastores y agricultores. Pero si la agricultura se resiente, los alimentos se encarecen no solo en el país de origen sino en todo el mundo
- Recuerden las sequías en 2010 en Rusia, Ucrania, China y Argentina. Provocaron un aumento del precios del trigo. Y algo de culpa tuvieron sin duda en el conflicto de la Primavera Árabe.
- Los porcentajes calculados por los autores del informe, surgen del uso de datos globales. Como es natural, hay que pulirlos. Y hacerlo “localizándolos”. E integrando en su cálculo de detalles aspectos regionales como son el balance hídrico nacional y la situación política.
- Los números anteriores deben usarse como punto de partida para futuras investigaciones. Y como un punto de partida para los países que más necesitan inversión.
Finalizamos reproduciendo la “coda” del informe:
“Las soluciones a los desafíos relacionados con el agua tienen un coste. La reducción de nuestra sed colectiva a través de soluciones de gestión de la demanda, como el riego eficiente, a menudo reduce la escasez de agua. Y al tiempo mantiene la productividad y la viabilidad comercial. La infraestructura basada en la naturaleza, que aprovecha ecosistemas como bosques y humedales en conjunto con la infraestructura tradicional como tuberías y bombas, tiene grandes beneficios tanto para la cantidad como para la calidad del agua.
Las soluciones a las crisis mundiales del agua están fácilmente disponibles. Lo que falta es el dinero (de los sectores público y privado) y la voluntad política necesaria para implementarlos.
Es hora de que solucionar la gestión del agua no se asocie a una carga, sino a una oportunidad.
Resolver los desafíos hídricos compartidos del mundo mejora las vidas y los medios de vida de miles de millones de personas, beneficia a los ecosistemas que nos rodean y puede generar rendimientos significativos de las inversiones”.
Lorenzo Correa
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