La poesía es como un río sonoro. Oímos al leerla el rumor eterno de los versos. Y ellos son las gotas que llenan el río de agua.

Nos visita hoy el poeta malagueño Álvaro García. Con un fragmento de un poema río, que recorre todo un libro. El que tituló precisamente, “Río de agua”. Extenso poema en el que se hace oír su original manera de hacer poesía. también con inspiración fluvial

García nos recuerda a otro poeta andaluz de la tierra, el cielo y el agua. A Juan Ramón Jiménez. No en vano es uno de sus herederos más jóvenes. Y así, como Juan Ramón, nos transporta por el río de agua de su poesía, haciéndonos admirar cascadas, meandros, remansos y rápidos. Para que veamos en sus aguas el poético reflejo de nuestra vida.

El río de la vida de Álvaro se nutre de poesía, que afina al alternar en jurados de premios con poetas de la talla de  Colinas, Villena, Bousoño, Brines, Caballero Bonald, Siles, García Baena y Pérez Azaústre. Por suerte para nosotros, guardamos como oro en paño poesía hidráulica de muchos de ellos.

Más emocionado que apasionado, García ejerce de ingeniero-poeta, erigiendo una estructura de versos sustentada precisamente en la emoción. Y la envuelve de un río de agua, diseñando una fachada impactante, cuya visión por sí sola remueve la conciencia del lector. Y le emociona. Así es su arquitectura desapasionada.

Así va fluyendo el río de agua hacia la luz. Y en su fluir, evapora pasiones y sedimenta experiencias vitales. Porque con el tiempo, la vida se evapora. O eso nos transmite en otro de sus libros, precisamente titulado “Vida evaporada”.  Fluyamos por este río de agua y dejemos evaporarse la vida en su transcurso y en su decurso. A la manera de Álvaro García, otro poeta del agua.

 

Lorenzo Correa

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