El poeta mexicano Vicente Quirarte nos trae la lluvia en versos delicados. En estos días en que el levante español vuelve a sufrir con la furia de la lluvia. Es el típico final del verano. El que anuncia la visita de la gota fría o eso que ahora llaman DANA.
Lluvia furiosa, en cualquier caso. La que nuestro poeta de hoy erige en furia que enfría los calores estivales. Esa lluvia que cuando no es torrencial sirve al vate para crear las bellas metáforas del agua bendita. Como la del interminable lavado de las ciudades , sin furia, en su poema lluvioso.
Pero, lo sabemos, la lluvia tiene otra cara. Cuando, como ahora, es torrencial más que lavar, afeita las ciudades, arrastrando todo lo que sea capaz de flotar. Y además se lleva vidas y haciendas.
Esta sí que es lluvia para suicidas e insomnes. La que a unos les permite viajar al otro lado, solo con dejarse llevar por la corriente. Y a los otros, distraer sus horas negras oyendo el crepitar de las gotas enfurecidas en la tormenta. La de la furia
Pero, ventajas de conocer la obra de un poeta como Quirarte, siempre vuelve a amanecer. Y lo hace con el rostro nuevo de quienes han sobrevivido a la riada. Y han utilizado el agua de lluvia para limpiar y aclarar su rostro y su alma.
Además, Quirarte sabe usar su pluma como fuente de versos. Con su tinta fluyendo amable y relajada, sin la furia de la lluvia. Así, entrelaza el caudal de sus versos con gotas de ternura para formar el río de su poesía. Y nos define “su” lluvia, son furia, en este poema septembrino de futuro del agua.
Para llenarnos de confianza e iniciar una nueva estación con esperanza y aprendiendo del diluvio. Porque así, cuando llegue otra vez la lluvia furiosa, les cogerá prevenidos
Lorenzo Correa
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