Sobre el fuego y la nieve escribió nuestro poeta de hoy. Se trata del mexicano Fernando del Paso. Y lo hizo componiendo dos sonetos en forma de adivinanza, publicados en su libro “Sonetos de amor y de lo diario”.

Nosotros ya hemos hablado de la relación tan estrecha que hay entre el fuego y el agua. Aunque lo hicimos sin adivinanza alguna. Pero nos llamó la atención, rememorando al poeta Fernando, la curiosa vinculación piroacuática.

Seguro que hoy, nuestros lectores saborearán intensamente su soneto dedicado a esa nieve que  veía cada día en la cima de la famosa pareja de volcanes mexicanos. Y querrán leer el dedicado  al fuego, que interactuaba con aquellas nieves eternas de las cumbres del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl. Ambos, él y ella, jamás dejan de mirar al Valle de México. Para saber si desde allí  admiramos sus entrañas de fuego y su nieve perpetua

No hace falta resolver ninguna adivinanza para comprobar como la llama, que lleva fuego, también se comporta como un río que lleva agua cuando avanza abducido por la fuerza de la gravedad.

Ella atrae “hacia abajo”, el fuego es atraído hacia arriba. Fuego y agua, atracción volcánica, unidos también por un cauce que los lleva, aunque separados por un sentido inverso de avance. Pero se vuelven a unir cuando hay que apagar el incendio. Yin y Yang. Atributos que unen y atributos que separan. Nexo de unión potente el del agua y la energía

Adivinanza poética, porque la nieve del invierno vital ha cubierto el cabello del vate. ¿Y el fuego? Al resolverla, sabremos que su corazón arde en ascuas y sus palabras salen de él con lanzallamas

Nieve que apaga la sed. Para el poeta, de amor, aunque sea “bella, atolondrada y leve”. Como el agua, sin ninguna adivinanza. Fuego que ilumina la cascada de palabras del poema. Adivinanza de la novia predilecta del invierno … y de Fernando del Paso

 

Lorenzo Correa

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