Cuando se avecina la tempestad, los lagrimales de los tejados se preparan para saturarse de agua. Entonces, el pararrayos está alerta para recibir a quien origina el trueno y el relámpago.
Porque la tormenta viene de arriba, y trae consigo el rayo generado por la electrificación de las nubes, cuyas corrientes arrastran cristales de hielo y granizo. De repente, chocan unas con otras, se cargan eléctricamente y el pararrayos recibe su regalo.
Precisamente, pararrayos se titula el poema de hoy. Escrito por un poeta ultraísta Guillermo de Torre, cuñado de Borges. Un poeta que desencadenó la tempestad, a la vanguardia de la vanguardia literaria. Todo un intelectual, que con solo veinte años fue su primer historiador europeo. Y además, se reveló como un gran ensayista del siglo XX.
Los ultraístas eran futuristas. Por eso son tan queridos en futurodelagua.com. Discípulos del italiano Marinetti, elogiaban la máquina. Y en su elogio particular, Guillermo declaraba que «los motores suenan mejor que endecasílabos».
¿Qué sería del agua en el futuro sin motores? Nada bueno sin ellos. ¿Y sin endecasílabos? Peor todavía.
Siempre hay una tempestad en el ámbito de la gestión del agua. Serenémosla con Guillermo, a base de motores y endecasílabos. Ciencia y emoción. La mezcla perfecta para reducir riesgos de futuras tempestades. Vanguardia ultraísta, que se oponga al modernismo tradicional imperante.
Para que ayude a que las nuevas culturas logren su ultra, como el pensamiento científico y el político, porque todos confluyen en el horizonte del futuro del agua.
Además, Guillermo de Torre, pensó en el pararrayos para que nos nos pille la tormenta deprevenidos. Y hace ya casi un siglo, nos lo ofreció. Envuelto en versos ultraístas, los que hoy reproducimos. Él atraerá los rayos de la tempestad y convertir su carga mortífera en imágenes poéticas sorprendentes y rupturistas. Sin rimas ni métricas.
Iluminando el llanto de los tejados bajo los que se cobijan los feroces guardianes del cofre de las esencias de la gestión del futuro del agua. Ante la tempestad, motores y endecasílabos.
Lorenzo Correa
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