El hondo mar eterno de Idea Vilariño.


 

En el hondo mar, cabe todo. Porque en nuestro planeta hay más agua que tierra. Por eso, todo cabe en el agua. También la poesía de la uruguaya Idea Vilariño, que hoy nos sumerge en ese hondo mar. Con sus versos lo hace divino, aunque atribuyéndole cualidades humanas.

En él se zambulle y por él viaja. Y en ese periplo marino, descubre el hondo mar. La profundidad infinita en esa masa de agua que todo lo abarca. Atisbando la línea del horizonte, adivina la muerte desde la vida. Y hasta llegar a ella, la titánica lucha contra las borrascas del amor. Esas que generan olas tempestuosas. Así fue su relación con el también uruguayo Juan Carlos Onetti. Como una tempestad eterna en el hondo mar de sus vidas.

Y por ellas  circularon las nubes de poetas uruguayos y argentinos de la generación del 45.  Los que regaron con generosas lluvias de emoción la segunda mitad del siglo XX del sur del sur sudamericano. Roberto Arlt, Borges, Bioy Casares, las hermanas Ocampo, Benedetti y José Bianco. La generación de Idea y de Juan Carlos.

Volvamos al agua del hondo mar. Los adverbios de modo señalan los límites del poema. Que son los de la pasión. Cansadamente, hondamente, arduamente, largamente, pesadamente, tenazmente, sabiamente… pausadamente.

Por las aguas del hondo mar, Idea nos lleva, de adverbio en adverbio, hasta el rompeolas del clímax pasional. Y entonces, el poema se serena, como el mar tras la tempestad. Y llega el “pausadamente”. Para que Idea y todos nosotros podamos flotar en la calma chicha que sucede a la tempestad. En el hondo mar y en la profunda vida. Y en esa clama silenciosa, descansa el poeta dolorido.

Hasta que, lentamente se va hundiendo y desaparece en el hondo mar. Y la vida sigue.  Es la grandeza del mar, que crece según penetramos en sus aguas. Pero sigue, como siempre, eternamente, sabio, sereno y profundo. Para que podamos superar el dolor, flotando en esa soledad, a la que Idea Vilariño calificaba de “sopa amarga”. Como las aguas del mar.

Ardua y vivida la vida de Idea, la disparadora de poemas. Tan grande como poeta que supo transmitirnos toda la hondura de su mar. Con el dolor, el desgarro, la generosidad y la libertad individual que caracterizó su existencia.

Lorenzo Correa

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