Humedales sanos, la mejor manera de alcanzar la neutralidad climática


 

Otro concepto de moda: la neutralidad climática.  Los modernos arúspices del siglo XXI han decidido que el cambio climático es la mayor amenaza para las futuras generaciones. Como muchos son de la ONU, van más allá. Y proclaman también que si esta esta terrible profecía se cumple, no se podrán alcanzarse los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Para evitar el desastre, han organizado una carrera contra reloj, en la que los aspectos relacionados con la gestión del futuro del agua son protagonistas estelares. Los corredores deben operar durante la carrera de manera eficiente, sostenible y responsable con los recursos utilizados, reduciendo al máximo su impacto en el medio y manteniendo una neutralidad climática.

Es en este desiderátum del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),  donde comienza a aparecer este concepto que ya ha pasado de ser usado solo por arúspices y sus adláteres a figurar en el mensaje de cualquier zurupeto que se precie

Bien, ¿qué es eso de la neutralidad climática? Como lo neutro no es ni una cosa ni su opuesta, algunos podrán pensar que en el caso del clima se está pretendiendo que no haga ni frío ni calor en el futuro. Pero no es eso, por supuesto. Neutralidad climática es el proceso de medir, reducir y compensar las emisiones  de gases de efecto invernadero. El PNUD, como otras organizaciones, las miden. Y procuran evitarlas o reducirlas. Así que cuando no pueden conseguir ni lo uno ni lo otro, compran créditos que financian proyectos de mitigación del cambio climático.

Entre ellos están algunos de los que ya hemos hablado aquí anteriormente. Es el caso de las infraestructuras verdes. Y de los humedales.

Entre los principales consumidores de carbono están los humedales, los manglares, los bosques y los océanos. Porque lo guardan en su seno y nos descargan de su presencia molesta en nuestras vidas. Es el banco ideal con el que “trabajan” todos los países que pretenden cumplir los objetivos del acuerdo climático de París para reducir las emisiones de CO2

Cuidemos los manglares

El acuerdo de París, conocido como COP21, fue firmado hace cuatro años por 196 gobiernos. Diseñó un plan de acción mundial para limitar el calentamiento global muy por debajo de 2 ºC. Y, sobre todo, tendió el puente para cruzar el abismo existente entre las políticas climáticas al uso en 2015 y la neutralidad climática que se pretende alcanzar a finales del siglo.

La receta consta de tres medicinas: la mitigación mediante medidas de reducción de emisiones; la transparencia en el proceso, fijando nuevos objetivos más ambiciosos cada cinco años; y la adaptación de todos los países a los cambios resultantes. Se trata de definir el camino hacia una economía baja en carbono limitando la temperatura del planeta para que no aumente más de 2°C, con la intención de fijar ese aumento en 1,5°C.

Desde su entrada en vigor a finales de 2016, todos los países involucrados luchan por la reducción de emisiones generando planes de acción nacionales, cada vez más más ambiciosos. Una buena parte de las medidas a adoptar suponen restaurar y proteger el medio. Y en estos casos, los humedales se ven beneficiados. Una buena noticia para lagos, lagunas, manglares, arrecifes de coral y zonas inundables de flujo preferente. Porque la legislación europea y la de otros muchos países ya los protege. Aunque, como todo no puede ser tan bonito, la de países ricos en humedales, pero pobres en economía, todavía no.

Lo peor para un humedal, es dejar de serlo. Porque se drena o porque se incendia. La repercusión en el clima entonces es enorme. Y es que nada más y nada menos que 146 países del trópico y subtrópico albergan casi dos millones de km² de turberas, que es la mitad de la superficie de humedales del mundo. Casi la mitad de las turberas está en Perú, Ecuador, Argentina y la cuenca del Amazonas. Un tercio en Asia, con la mayoría en Indonesia. Y el resto en el Congo y en los países nórdicos, donde ocupan una extensísima superficie de todos y cada uno de ellos.

Por eso, ya publicamos aquí en su día datos sobre las enormes superficies de turberas en permafrost, más de un millón de km², que acogen en su seno la quinta parte de las reservas totales de carbono almacenado en todo el permafrost que se cree que se descongelará en este siglo en la Tierra. La turba, debido a sus condiciones anaeróbicas y de inundación, transforma una pequeña cantidad de materia orgánica en metano, que emite a la atmósfera a mayor o menor velocidad, en función del tipo de uso de la tierra. En cualquier caso, la velocidad a la que los suelos orgánicos congelados podrían potencialmente descomponer las turbas es hasta cinco veces mayor que para los suelos minerales congelados

Sin duda alguna, los humedales ácidos, las famosas turberas, son muy importantes. Porque cubriendo solo el 3% del planeta, acogen en su seno el doble de carbono que el que captan todos los bosques mundiales. Cuando se drenan o queman, las turberas liberan ingentes cantidades de carbono. Tanto, que duplican las emisiones provocadas por los aviones.

Hace cuatro años, las turberas de Indonesia fueron visitadas por el fuego. La liberación de carbono fue espectacular. Unida a la deforestación, representó más del 60% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero del país. Malísima noticia que hace aún más importantes las medidas a adoptar antes citadas. Porque esa situación no puede volver a repetirse.

Ese mismo año, los “ricos” que componen el Consejo Nórdico de Ministros anunciaron un compromiso para preservar sus turberas. Porque constataron haber perdido la mitad de ellas. Y eso aumenta en un 25% de sus emisiones totales de carbono. Otra razón para protegerlas y restaurarlas. En el sudoroso trópico de los pobres y en el frío ambiente de los ricos del norte de Europa

Pero ahora tenemos el acuerdo de París en vigor. Y parece lógico aprovechar su presencia activa y su publicidad global, con el impulso político que conlleva para implementar mejoras en nuestros humedales

Porque las estadísticas son implacables y nos avisan del peligro: prácticamente todas las catástrofes naturales tienen algún tipo de vínculo con el agua. Usemos las zonas húmedas más y mejor en beneficio del medio y de todas las especies de seres vivos. Esa debe ser la pauta del futuro. La del futuro del agua como apoyo y estímulo para el alcanzar el objetivo de neutralidad climática.

El humedal ayuda y mucho. Pero solo si está en buena forma. Enfermo, no sirve. Sano es esponja que lamina inundaciones y aporta recurso cuando no llueve suficiente. Depósito-almacén natural de agua. Por ello, termostato de la temperatura. El manglar , la marisma y el arrecife coralino son amortiguadores del tsunami, de la ola tifónica o huracanada. La turbera absorbe y almacena carbono. El bosque y el océano, también. Pero además nos dan agua y alimento. La tercera parte de la población mundial vive y bebe de ellos.

La acogedora institución internacional que acoge a todos los que quieren unirse a esta marea o pedir ayuda o asesoramiento ya existe. Es la Convención de Ramsar sobre los Humedales. Su tratado intergubernamental agrupa a 169 países comprometidos a restaurar, gestionar, adecuar y mantener intactos sus humedales. Para alcanzar poco a poco los objetivos. En un primer hito en 2030 y a largo plazo la neutralidad climática en la segunda mitad de nuestro siglo.

El reto es mantener el aumento de temperatura por debajo de 2 ° C; la herramienta, reducir emisiones. Y seguir incrementando esta reducción hasta que puedan ser absorbidas por la naturaleza sin esfuerzo en su inmensa mayoría. Volviendo a la zona de confort del ciclo natural anterior al inicio del cambio climático antropogénico.

La neutralidad climática exige dinero, sinergias políticas y ciencia, mucha ciencia. Pero también imaginación para que se produzca el cambio de paradigma. Nuevas tecnologías verdes que irrumpan en nuestro ámbito rural o ciudadano sin alterar la confianza del cliente. Entonces la inversión se dirigirá con más facilidad hacia sectores económicos e infraestructuras sostenibles.

Infraestructuras verdes para la neutralidad climática. Los humedales esperan nuestra actuación y solicitan nuestro respeto. Entre hoteles o manglares, neutralidad climática.

 

Lorenzo Correa

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