¿Río sin plumas? Metáfora poética. Por primera vez nos ofrece su poesía del agua un poeta brasileño. Es João Cabral de Melo Neto. Un grande de la poesia de Brasil. Miembro, a medias, porque no quería serlo, de la famosa Generación del 45 brasileña. La tercera generación modernista de su país.
Y nos deja un extenso fragmento de su poema-río sin plumas por excelencia: El perro sin plumas, en traducción de Raúl Santana.
Nacido en Recife, capital del estado de Pernambuco, Cabral vive el río desde su infancia. El Capararibe, que atraviesa su vida como lo hace con su ciudad natal. Como una espada líquida. O como un perro desplumado. Y como la vida. Un río sin plumas
Los ríos no vuelan. Por eso no tiene plumas. Los poetas como Cabral, tampoco. Hacen todo lo posible para no volar. Arraigado a su tierra, fue conocido como el “ingeniero poeta”. Porque era un hombre pegado al terreno (como el río). Y observaba hasta el paroxismo las formas que ese río daba al paisaje.
Para construir poemas semejantes a estructuras que al mirarlas (al leerlas), nos explican la realidad. Con todo su peso y volumen.
El perro sin plumas sigue el curso del río sin plumas. Del Capararibe pernambucano. El poeta, pegado a su cauce nos va relatando lo que vio y lo que ve. Las transformaciones físicas y temporales del espacio fluvial. Lo que su memoria recuerda del río ante lo que ve cuando escribe. Pero también sigue, río abajo y hasta llegar al mar, observando la lucha de los ribereños por sobrevivir.
Les dejamos con el cuadro pintado por Cabral. Su densa vivencia. La del perro, la del hombre, la del río sin plumas
Con su extraña decisión de comparar un río con un perro. Para sumergirse en la densidad misteriosa de lo corpóreo, con el lento discurrir del caudal por el cauce
Lorenzo Correa
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