Cauce y vivienda están íntimamente unidos. Se atraen. Celebran sus bodas y cuando la relación se convierte en invasiva, se divorcian. El urbanismo hace de mediador en estas relaciones. A veces de alcahuete. Porque ocultan cosas importantes a los enamorados.

Leamos a un literato del siglo XX:

“Primero fueron las casas de tierra, sin despacho, ni salón. Sólo con dormitorio, comedor y el gran salón de los tesoros. Eran auténticos hormigueros humanos, de sólo una familia. Después salieron las primeras cabañas como tiernos brotes de las primeras casas hechas con cal y guijarros. Más tarde, brotaron las primeras casas, sólo con piso bajo. Un poco después, las de un piso y ya, sin interrupción y bastante sincrónicamente, las de dos y de tres. En estas se detuvo la iniciativa durante muchos años. Parecían temer los urbanizadores que el cielo se volviera en contra de ellos si hacían casas más altas. A finales del siglo XIX, aparecen las casas de cinco pisos y al inicio del siglo XX, las de seis y siete, que pronto dejaron paso a los rascacielos “.

Ramón Gómez de la Serna con su fina  y certera visión de lo humano, relata aquí la génesis del crecimiento urbanístico de nuestras villas y ciudades. Esas ciudades que se fueron acercando cada vez más a los cauces. Porque se mueven mucho más que ellos. Y más rápido.

La proliferación de la construcción de viviendas genera el movimiento de cauce y vivienda. Va   íntimamente ligada al aumento de la calidad de vida y a la mejora de las vías de comunicación. Se potencia con el crecimiento industrial. Cuando el amor es ciego, ahoga la respiración natural de los cauces.

El ser humano es atraído por el río y lo humaniza. Cauce y vivienda se acercan. Hasta que el río se da cuenta de que, en su humanidad, necesita respirar. Y aplica toda su fuerza para ello.

Como ejemplo, vean aquí el estado de la relación de cauce y vivienda en en Santo Domingo y en Lima. En dos ríos humanos por humanizados, con los que los ribereños deben convivir como buenos vecinos, en un matrimonio en el que han de auxiliarse en la salud y en la enfermedad…hasta que la muerte los separe

Lorenzo Correa

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