La influencia de la religión en el futuro del agua


En la época navideña en la que esto escribimos, la religión parece que debería ocupar casi todo el tiempo de los más de mil quinientos millones de cristianos y de los muchos más que han nacido y crecido en una cultura cristiana. El tiempo de la Navidad.

El resto de las religiones que no celebran la Navidad, llegan, como el agua, a todos los seres humanos. Religión entonces es como la forma del agua.

Aunque solo sea por eso, vamos a escribir hoy sobre el aspecto religioso del agua. Cierto es que las estadísticas manifiestan que casi tres cuartas partes de los jóvenes de cultura cristiana admiten que la Navidad no tiene ninguna connotación religiosa, mientras que la mitad disfrutan exclusivamente de sus connotaciones “paganas”. Por su parte, los sesentones tampoco modifican esta tendencia, porque solo el 16% siguen viviendo con intensidad el adviento  y las fechas concretas de la celebración del advenimiento del Mesías.

En el caso de, los budistas, sí que celebran, aunque sin alharacas, el nacimiento de Cristo. Para  ellos representa la venida a la Tierra de un ser excepcional. Que además, trajo una hermosa doctrina de paz. Para finalizar este breve resumen,  Diwali y Hanuká, son una especie de Navidad para hindúes y judíos, su fiesta de las luces. Todos ellos sí la celebran con religiosidad.

Por eso, en este mes navideño de la cultura cristiana en la que vivimos y en el que nos encontramos, nos preguntamos por la influencia de religión en el ámbito de la gestión del agua. Es también la fiesta del agua 2018.

La relación entre las creencias religiosas firmes y rígidas  y la gestión del agua es mucho más estrecha de lo que a primera vista pudiera parecer. La influencia de este tipo de creencias en la deriva del futuro del agua será un aspecto a tomar en cuenta en los países con rígidas creencias religiosas  por parte de los planificadores. Veamos por qué.

Ante todo, hay que distinguir entre lo espiritual y lo religioso, pues lo primero se corresponde con un estado de conciencia, mientras que lo segundo lo hace con una manera de vivir en comunidad. Es este último aspecto el que se solapa con la gestión del agua, porque ésta también se vive en comunidad,  y se solapa desde el momento en que lo religioso establece unos límites “legales” que, en religiones cuyas normas son muy estrictas, automáticamente provocan la exclusión de todas las experiencias (aunque sean místicas) que no se ciñan al marco legal establecido.

Esa componente de exigencia que en mayor o menor medida toda religión posee, provoca sufrimiento en quien confunde lo espiritual con lo religioso y también provoca tensiones cuando choca con aspectos relacionados con la gestión del agua, como veremos más adelante. Reiteremos que una experiencia mística es intransferible y no puede ser esgrimida como verdad,  seduce e invita, pero una afirmación religiosa exige, se otorga patente de veracidad y ordena, por lo que si la llevamos al extremo de la intolerancia, provoca la negación del otro y exime de responsabilidad al que lo destruye. Por lo tanto, cuanto más rígidas sean las normas y los preceptos de una religión, menos tolerancia ante quien no las comparte habrá  y más difícil será vivir en comunidad.

Expuesta esta distinción, vayamos a lo nuestro. Aal futuro del agua  y la influencia que las religiones de rígidos preceptos puede tener sobre él. La relación del ser humano con la naturaleza camina hacia un creciente respeto y cuidado por su conservación y restauración. También la relación con el agua, recorre exactamente el mismo camino. Este hecho abre una senda legal que también podríamos considerar como “religiosa”, pues se basa en principios éticos y morales.  Así lo indican dos ejemplos paradigmáticos, recientemente conocidos y divulgados. El primero es el de las aprobación del Parlamento de Nueva Zelanda sobre la zona Te Awa Tupua. Este bello lugar está  surcado por el río Whanganui. la segunda corresponde al acuerdo de la Corte Suprema de la provincia india de Uttarakhand sobre el Ganges. En ambos se otorga personalidad jurídica a territorios, a los que se considera como personas.

Los legisladores neozelandeses  dan al entorno en el que vive el pueblo Whanganui Iwi posición jurídica. Le otorgan (a ese entorno), derechos y obligaciones. Y crean un órgano colegiado para que se ejerzan y cumplan. Los legisladores indios, ordenan que la cordillera del Himalaya, sus glaciares, ríos, cascadas,  lagos, junglas, bosques, praderas, valles, humedales y manantiales se consideren personas jurídicas. Pretenden así garantizar su supervivencia, seguridad, sostenibilidad y restauración. Y hacen constar explícitamente que los derechos de estos territorios son equivalentes a los de los seres humanos y deben garantizarse como si lo fueran.

Pero, ¿se puede cumplir este mandato en la India sin contar con la influencia de las creencias religiosas y con la posición oficial de sus líderes?

No parece nada fácil, porque el Ganges es un río sagrado y además es la fuente de recursos hídricos para el 10% de los seres humanos. Al explotarse tanto sus recursos, no sólo está  contaminado sino que además, enormes extensiones de su cauce y del de sus principales afluentes no llevan una gota de agua más que cuando las lluvias permiten que su caudal supere el que se deriva y extrae. Tampoco lo será en Nueva Zelanda, porque el río  Whanganui es el campo de batalla de una larga guerra del agua entre los aborígenes Iwi y el gobierno. Las creencias religiosas de los Iwi determinan que se consideren tan parte del río como el río es parte de ellos, por lo que proclaman que  “Yo soy el río, y el río soy yo”.

Volvamos al Ganges y observemos lo que pasa en un día cualquiera. Antes de salir el sol, una variopinta turbamulta de seres humanos recorre sus riberas en los tramos más sagrados. Unos meditan, otros hacen yoga, otros rezan. Pero  todos celebran el rito matutino del amanecer a su manera ofreciendo al dios-río lo mejor de sí mismos. Algo obligado tras haber realizado una larga peregrinación para llegar a ver y tocar sus aguas y limpiar su espíritu con ellas.

Aún hay más visitantes rituales. Son los que acompañan el cadáver de un ser querido para que una vez incinerado en la Manikarnika Ghat, quede limpio de pecados y cuidado por los siglos de los siglos.  Los ghats (escalones que permiten el acceso al río), del crematorio de la Manikarnika en Varanasi, son testigo del tránsito de cadáveres quemados durante las 24 horas del día. Y así, todos los días del año. No hay deudo que no lleve flores. Y las lanzan al río en sus bolsas de plástico, mientras beben su té en tazas de plástico. Además, comen sus dulces también envueltos en plástico que también va al río.

Todo es espiritualidad y misticismo, paz y armonía humana. Pero también inmensa aglomeración y vertido al río, con estricto cumplimiento de los fieles hindúes de sus rígidos preceptos religiosos. Y el Ganges lo engulle todo. Además, como ya hemos descrito en este blog,  las aguas residuales de 118 ciudades sin tratamiento alguno se vierten en él.  Y este vertido se une a los efluentes industriales de las innumerables fábricas de la cuenca.

Hay que limpiar la cuenca, eso es buena gestión del agua, pero todas las iniciativas fracasan sin remisión. Ya hemos escrito lo que el Gobierno está haciendo como una de sus prioridades,  intentando lograr una colaboración sincera de la administración con la Academia. Pero estas buenas intenciones acompañadas de dotaciones presupuestarias que permiten a los científicos trabajar tranquilos, se encuentran con un obstáculo aparentemente insalvable: la opinión de los líderes religiosos.

Aunque resulte chocante para mentalidades no hindúes, al final son ellos, en su interpretación de las normas, quienes tienen la clave para solucionar el futuro del agua en su región, dando una interpretación “diferente” de las creencias que ayudaría a avanzar en la mejora de la calidad del agua, desde una visión menos rígida de los preceptos religiosos.

El mensaje “oficial “ cambia. Porque  incorpora la idea de que el Ganges, como deidad que da la vida y “lava” el alma de los fieles hindúes, no debería recibir ofrendas que le dañen. Porque aunque éstas sirven para conseguir su bendición, si lo dañan, serían sacrílegas.

Y es que la creencia tradicional de que el río lo digiere todo, es insaciable. Lo es, porque siempre que reciba algo, aunque sea letal para su fauna y flora y para los propios humanos, dará a cambio su bendición. Por eso es normal ver tirar basura al río aunque haya un cubo de basura al alcance de la mano de quien lo tira.

Solo hay que introducir un elemento más en la amalgama de creencias religiosas que llevan a un hindú a quedarse sin comer para comprar unas flores (con su bolsa)  y echarlas al río. Ese elemento es la noción de “cuidar el río”. La de no hacer nada que perjudique a su salud. Para ello es indispensable la complicidad y la confianza de los líderes religiosos . Y la emisión del mensaje adecuado que respete las creencias y preceptos, pero también la salud del río.

Esto es lo que pretende la ONG Ganga Action Parivar (GAP), http://www.gangaaction.org/ . Fue impulsada en el año 2010 por el Dalai Lama, mediante un equipo mundial de ingenieros, científicos, activistas, líderes espirituales, expertos en ciencias ambientales y voluntarios. Todos ellos, dedicados a la preservación de la calidad del agua de los afluentes del Ganges.

Para ello, organizan conferencias, congresos, asociaciones estratégicas e incluso festivales internacionales de yoga. Lo hacen con el objetivo de superar la barrera existente entre la ciencia y la religión. Y además, para generar un escenario de colaboración en el que todas las partes salgan ganando.  Así consiguen un coachinguero “cambio de observador”. Conél, es más fácil que una creencia limitante se convierta en una acción mística. Ella conseguirá limpiar el interior del creyente y la morada del dios-río

No hace falta amenazarles diciendo que tirar plástico al río es malo. Solo es necesario explicar que el plástico no es biodegradable. Que al trocearse, puede acabar con sus vacas, peces y pájaros. ¿Cómo se logrará salvar el río?  Añadiendo esta parte de “inteligencia emocional” a la planificación. Y ejecutando obras de saneamiento y abastecimiento. Porque solo con obras, no se conseguirá nunca.

En realidad, el hinduismo está íntimamente ligado a la preservación de la naturaleza.  Por eso, solo enfocando los comportamientos en ese sentido, se conseguirán resultados espectaculares. Una vez más el lenguaje hará milagros. Además, es indispensable la cooperación con la ejecución de obras convencionales. Y garantizar el control estricto de los vertidos industriales. Los líderes de GAP repiten con insistencia un nuevo mantra:  esto ya no es aceptable y necesitamos tu ayuda.

Es obvio que todas las religiones comparten el respeto a la naturaleza. Ella es nuestra madre. Los ríos son sus arterias. Y por ellos corre la energía que a todos los seres vivos nos alimenta. Visto así, no es complicado llegar a entender que por ello son sagrados. Y que debemos tener conciencia de su profanación progresiva en forma de contaminación.

Paralelamente, las leyes “religiosas” comienzan a expandirse por los países del mundo. Ahora los leguleyos (como hemos visto al principio), pretenden dar derechos legales para recuperar cuencas y masas de agua “sagradas”. Pero ello exige un cambio de paradigma de todos los seres humanos. Para que consideren a la naturaleza como parte indisoluble de su propio ser. Con nuestros mismos derechos, sí, aunque sin obligaciones. Es el caso Nueva Zelanda e India. Estos países ya han reconocido los derechos intrínsecos de los ríos, dotándoles de características espirituales, físicas y metafísicas.

Criterios legales basados en cuestiones éticas que plantean muchos interrogantes. ¿Tiene el río derecho a fluir libremente, libre de obstrucciones como las presas? ¿Tienen los mismos derechos todos los seres vivos que en él se asientan? ¿Si alguien no respeta esos derechos, quién lo reclama, a quien se compensa? ¿Hay efectos retroactivos?

A estas cuestiones deberá dar respuesta la ley. Haciéndolo a través de los “padres responsables” designados en India y Nueva Zelanda, para empezar. Y eso no será ni fácil ni rápido. Es una nueva incertidumbre legal generada. Otra más de las muchas que planean sobre el futuro del agua.

No es menos difícil el aspecto religioso. Porque exige  la adecuación de esta ley al hinduismo. Pero también   a las demás religiones de los pueblos que moran en su cuenca. En una atmósfera de creciente división religiosa en la India, esta nueva ley deberá ser interpretada. Y cumplida desde la tolerancia.

Para finalizar,  ya podemos evaluar las experiencias en otros lugares del mundo. También en Estados Unidos, en el año 2006 , decenas de comunidades promulgaron las primeras leyes del mundo reconociendo estos derechos. Les siguió en 2008 Ecuador, asegurando los  derechos de Pachamama en su constitución. Y en 2011 Bolivia promulgó la Ley de la Madre Tierra. Todo esto da para escribir otro artículo

Incertidumbres del futuro del agua, que también pasan por la religión, las emociones y la ética aplicada al derecho. Apasionante futuro

Lorenzo Correa

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