¿Qué tiene que ver el topdopoderoso Bill Gates con un modesto retrete?
Seis años se cumplen desde el día en que las Naciones Unidas declararon como derecho humano el acceso al agua potable y al saneamiento. Un sexenio después, los beneficiarios de ese derecho no son tantos como los que se esperaba. Porque dos mil millones y medio de terrícolas siguen sin disponer de un retrete donde hacer sus necesidades. Y casi cinco mil millones, carecen de acceso a sanitarios adecuados. Más o menos,la mitad de la población mundial.
Por eso, otro año más, nos recuerdan y recordamos que el lunes 19 de noviembre se celebrará el Día Mundial del Retrete. Con esa edición ya serán 17 las celebradas bajo la organización de las Naciones Unidas. Se pretende alentar y mantener el nervio solidario de la humanidad ante la crisis mundial de saneamiento y la emergencia sanitaria que en nuestro planeta provoca la carencia masiva de acceso a un adminículo tan sencillo y humilde como es el retrete.
Lema de este año, «La llamada de la naturaleza«. Objetivo, que se asuma la importancia de que el retrete y los sistemas sanitarios del futuro han de ser inocuos con el medio que los acoge.
Lo interesante de esta edición es que coincide con la difusión de una buena noticia. El fundador de Microsoft, Bill Gates y el presidente del Banco Mundial, acaban de presentar en Beijing su prototipo de retrete sin agua, ni conexión a la red de saneamiento. El que transforma los desechos humanos en fertilizantes. Gates pretende reinventar los inodoros y acelerar la adopción y comercialización de este tipo de utensilios.
Para ello, como ya divulgamos en su día, la fundación Bill y Melinda Gates, ha invertido más de 200 millones de dólares en los últimos 7 años. Con ellos han podido diseñar esta solución. Y prometen invertir otros 200 millones más para que sean una realidad asequible a la mayoría de los usuarios, con un coste de 240 dólares la unidad .
Dejemos a Gates seguir trabajando para implementar la revolución de los aseos. Mientras tanto, una de cada tres personas no tiene acceso a equipos sanitarios que merezcan ese apelativo. Y una de cada diez personas no tiene más remedio que defecar al aire libre. Por eso las redes de saneamiento ineficaces y el agua contaminada contagian la diarrea que “asesina” a 315.000 niños cada año.
Como siempre, los países más pobres son protagonistas de estas desgracias. Además, a causa de las enfermedades provocadas por la falta de saneamiento e higiene, las pérdidas económicas ascienden al 5% del PIB.
La emergencia no es solo sanitaria, sino que también afecta a otros ámbitos. Absentismo laboral por las enfermedades provocadas, malestar en el trabajo cuando en el no hay baños, disminución de la productividad… lo cierto es que una sexta parte de todas las muertes en el lugar de trabajo se deben a enfermedades relacionadas con el trabajo.
En el mundo, las pérdidas anuales derivadas de esta epidemia sanitaria, ascienden 260 mil millones de dólares. Por eso, Gates puede estar satisfecho de que cada dólar invertido en agua y saneamiento, genera 4 de beneficio para la comunidad agraciada por esta inversión .
No debe extrañar entonces que el 6º Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU inste a que se garantice el acceso universal a los inodoros para el año 2030, en condiciones de igualdad y de calidad reconocida. La igualdad exigida supone prestar especial atención a las necesidades de las mujeres, las niñas y las personas vulnerables.
Y garantizar que el producto que dejamos en el retrete debe ser hermetizado, transportado, tratado y eliminado con seguridad y ausencia de afecciones ambientales para no contaminar las masas de agua. Por ello, su reutilización como abono una vez tratado es indispensable. Además, lo que no pueda ser reutilizado debe ser inocuo cuando se vierta al medio.
Hasta que este objetivo no se alcance, 1.800 millones de personas estarán afectadas por la presencia de heces fecales en las aguas que usan. Y un millar de niños morirán cada día por esta causa. Los que tengan la suerte de sobrevivir, crecerán desnutridos y difícilmente asistirán con regularidad al colegio.
El principal problema que impide el cumplimiento de este ODS es el de la financiación. El sector sanitario tiene una gran carencia de ayudas internacionales. Muchos créditos acaban en grandes inversiones en países mucho menos necesitados que los que más presupuestos necesitan.
Por otra parte, las inversiones que permiten el acceso al saneamiento son difíciles de amortizar. Las inversiones en tratamiento y eliminación de aguas residuales son carísimas. No es solo instalar un retrete doméstico, sino continuar trabajando y gastando hasta que el vertido sea reutilizado o inocuo. Y en muchos hogares pobres, no se le da importancia al inodoro. La percepción de «servicio prestado» es menor que para otros servicios más esenciales, como agua, electricidad y telecomunicaciones. La inversión debe afectar a toda una comunidad, porque instalar solo algunos aseos, no soluciona el problema.
Sin embargo, el coste de no hacer nada no es solo en salud. Cada año, los países en vías de desarrollo pierden 260 mil millones de dólares por no disponer de redes sanitarias
Gates presentó su inodoro “seco” en china. Aprovechando que allí se ha desencadenado una nueva revolución: la de los baños públicos. Los que conocimos el estado de los aseos públicos en la China maoísta, no podremos olvidar jamás el negativo impacto que nos produjo. Es obvio que no atraían turismo. Sin embargo, ahora China sí que lo quiere potenciar y conservar . De hecho, está volcada en el turismo. Para conseguirlo, hace tres años inició la revolución del sector aseos públicos.
Hoy, 52,485 de ellos, han sido renovados o recientemente instalados. La revolución ha cumplido sus objetivos, tras destinar más de mil millones de euros a poseer una red de aseos públicos de primera calidad, de la que los turistas y los residentes están orgullosos.
En los turísticos destinos de Yangzhou y Guilin, los inodoros son lujosos: vidrio, bellas vistas a bosques milenarios y hasta pantallas planas de televisión. Sin olvidar redes wi-fi y hasta cajeros automáticos.
En Beijing, en emblemático Templo del Cielo, se está probando un sistema de reconocimiento facial para evitar los inacabables robos de papel higiénico. Hay que entrar a cara descubierta para ser captado sin problemas por la cámara. Recoger 60 cm de papel higiénico y salir. Quien vuelva antes de 10 minutos, tendrá bloqueada la entrada. Así se ha pasado de gastar 43 rollos al día, a solo 10 rollos.
Aunque esto es situarse en el extremo opuesto a quien no tiene un mal retrete donde hacer sus necesidades. En cualquier caso, instalar 50.00 inodoros de lujo en un país con 1.400 millones de habitantes, no deja de ser una anécdota. En el ámbito rural, todo sigue igual que antes. Precarias e insalubres instalaciones. Donde no hay turismo que amortiza el lujo, sigue sin haber un saneamiento adecuado
Es el caso del Congo. Allí, el 70% de la población (unos 70 millones de personas) no tiene acceso a inodoros. Para aliviarse, en ámbitos rurales y suburbios de las capitales, no hay otra opción que buscar un lugar al aire libre apartado de las miradas ajenas.
La humedad presente todo el año por las lluvias y el clima del país, impide excavar un hoyo en el suelo cenagoso y esparce las heces cuando la escorrentía es suficiente para erosionar el terreno y lo que en él yace. El cólera acecha. Las aguas fecales llegan a invadir el interior de las viviendas en épocas lluviosas. Los insectos que pululan entre las heces, hacen el resto.
Quien dispone de un depósito séptico, no tiene otra opción que verterlo en el río más cercano, para que su caudal permita que el problema se traslade aguas abajo. Por ello, la República Democrática del Congo está padeciendo la peor epidemia de cólera de los últimos 16 años. las moscas se encargan de propagarlo. Y a ella, debe sumarse el azote del ébola. Esta enfermedad, con nombre de río congoleño, ya ha originado dos centenares de muertes en el peor brote que se recuerda .
La situación congoleña en cuanto a la falta de condiciones higiénicas, se extiende por todo el continente africano. El aumento de la población y su concentración en grandes ciudades es ya un argumento clásico en este foro. Muchas de las grandes ciudades africanas están duplicando su población cada diez años.
Migraciones provocadas por la guerra y éxodo rural, junto a una natalidad desbocada son las causas. Los nuevos suburbios no tienen la más mínima posibilidad de disponer de redes de saneamiento eficaces, ni siquiera de ampliar la que tuvieren.
Sus nuevos habitantes, no tienen otra opción que actuar individualmente. Y lo hacen, si quieren y sobre todo, si pueden instalando un retrete o una letrina que obviamente no cumple ningún requisito cualitativo ni ambiental. Sin drenaje y sin posibilidad de reutilización.
El medio recibe el efluente y las personas y demás seres vivos las consecuencias higiénicas y sanitarias
Para las mujeres, aún es peor. El hecho inevitable de tener que buscar y encontrar un lugar más o menos aislado para aliviarse, las expone a situaciones violentas, a abusos y al acoso de desaprensivos.
No queda otra opción que la solidaridad internacional y sobre todo, que cada país necesitado incluya en su legislación y en sus políticas, es decir, en su constitución, el derecho al acceso a un retrete adecuado. Es el caso, como más reciente, de Burkina Faso, que ya lo ha hecho. O el pendiente de hacer en muchos países iberoamericanos. En este continente, más de 120 millones de personas carecen de inodoro. Pero son muy pocos los que no disponen de celular.
Finalizamos con una comparación curiosa. En los países desarrollados, nadie tiene la desgracia de carecer de un retrete público o privado. Pero también hay problemas en este ámbito.
En las escuelas, muchos estudiantes evitan usarlo en lo que pueden. Así, no deben soportar la suciedad, el mal olor o la falta de privacidad. Lo mismo ocurre con otros adultos en múltiples ambientes: Establecimientos de hostelería, grandes espacios deportivos o culturales, festivales al aire libre o centros comerciales.
La espera que supone el aguantar una necesidad imperiosa, genera enfermedades inflamatorias intestinales. Esos molestos trastornos que suponen una inflamación crónica del tubo digestivo. La enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa suponen dos ejemplos concretos.
Cuando alguien las padece, necesita usar el retrete entre 5 y 20 veces diarias. Solo en Francia, afectan a 250.000 personas, de las que 50.000 son niños y adolescentes escolarizados.
La mayoría se aguanta por evitar las molestias antes citadas. Y esto les afecta la salud. Lo hace la ausencia de retretes de calidad. Porque no están mantenidos correctamente en el mundo de los ricos..
Acabemos con algunas reflexiones. La ayuda a la proliferación de empresas destinadas a resolver el problema sanitario es garantía de prosperidad. Los proveedores de servicios a pequeña escala podrían contribuir de forma decisiva a abastecer de retretes a la población rápidamente. Y a iniciar la transformación de los barrios marginales.
El saneamiento debe convertirse en una prioridad política y financiera de Estados, socios privados y partes interesadas locales y nacionales
Debe garantizarse una gestión sostenible (organizacional y económica) y equitativa del servicio.
Tendrá que involucrar a todas las partes interesadas (población e industria), garantizando el acceso a los más necesitados, aumentando la conciencia pública y promoviendo mejores prácticas y comportamiento, porque todo se inicia en la administración local
Nos despedimos recordando las palabras de la nigeriana Amina J. Mohammed Vicesecretaria General de Naciones Unidas «Tenemos las herramientas, ¡hagamos que suceda!»
Lorenzo Correa
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