Desde el Olimpo poético, en el que ya reside desde hace 50 años, León Felipe nos envía su poema. Se cumplen ya 50 años desde que nos dejó y a su nube se fue. Imponente ser humano: farmaceútico, actor ambulante, bohemio y poeta. Zamorano de raza, por ello muy mexicano, Felipe Camino Galicia de la Rosa.
Exiliado de la cultura, esperamos ansiosos su exposición antológoica en el Instituto Cervantes de Nueva York.
Aquí nos deja para conmemorar su aniversario, una acuática poesía «Como aquella nube blanca»
Verso rotundo, sereno y luminoso como su Castilla natal, que forma parte del libro «Versos y oraciones del caminante» (1920).
En él refleja con donaire las idas y venidas del amor…que es como el agua, esa comunión de agua y amor que tanto nos gusta resaltar en este blog de la seducción: de ser nube en lo alto del cielo, en lo alto de la dicha, a ser agua de llanto en el mar de la desesperanza.
El agua, que ahoga el amor en la rutina o que permite fluir en sus momentos inolvidables y mágicos. En los que siempre iremos a parar, como el río, a la amargura del mar
Felipe establece el paralelismo entre la nube y el amor inconstante y mudable de una mujer altiva.Tan altiva, que se roza con la luna…pero que cuando desciende, se evapora. Y lo hace tan rápido que ni siquiera humedece la tierra y alimentar sus raíces. El agua, a veces cercana y rotunda, a veces lejana y evanescente al acercarse.
La hermandad filipense de naturaleza y sentimientos humanos. Como él, impredecibles, volubles y apasionados. Con musicalidad de ritornelo, que aparece antes y después de un trozo cantado, de esa lluvia a veces engendradora de vida, a veces anunciadora de catástrofes. Confluencia entre sentimientos y naturaleza…León Felipe
Lorenzo Correa
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