En nuestros días, los medios de comunicación y las redes sociales llegan a todos los rincones del planeta. Una de las noticias más seguidas y divulgadas es la de la invasión oceánica del plástico. De eso trataremos hoy, del plástico en el mar.
Poder tener la información en tiempo real en nuestra mano, realidad nunca experimentada hasta hora en la historia del ser humano, tiene mucho de positivo. Aunque saber lo que ocurre de manera instantánea a muchos kilómetros de nuestra casa es una moneda de dos caras.
La cara amarga es la del terror que puede causar el conocimiento de las desgracias. Porque tiende a magnificarse más cuanto más lo repiten los noticieros. La cara amable es la de tener constancia de lo que va mal y poder corregirlo a tiempo. Quedémonos con la cara amable. Y apliquémosla al plástico y al futuro del agua.
Aquí nos seduce elucidar sobre agua, porque, como ya sabemos, el agua está en todas partes. En el plástico, también. Y el plástico, tiene mucho que ver con el futuro del agua. No en vano, lleva dentro mucha y, como no la puede liberar, una vez usado, nos da problemas. Hoy está de moda, y así nos lo explican en los medios, el plástico en el mar. Agua sobre agua.
Se quejan los surferos y los turistas. Sufren los que mantienen las playas limpias para que ambos tipos de visitantes no cambien de playa. Se lamentan las personas sensibles con la preservación del medio. A nadie le gusta ver enormes extensiones cubiertas de plástico en el mar. Ni esas tortugas enredadas en él.
Ni siquiera a iconos mediáticos como el piloto campeón de F-1, Lewis Hamilton. Desde su privilegiada posición de deportista de élite de fama mundial, fíjense en lo que nos pide:
Pero se siguen usando recipientes y bolsas. Aunque se cobra por su uso, se sigue pagando por usarlas. Paradojas del ser humano. Incertidumbres de plástico, de futuro del agua, de plástico en el mar.
Se buscan soluciones. Reciclar es la primera. ¿Sirve de algo? Parece ser que solo se recicla la décima parte de los 300 millones de toneladas de plástico que cada año ven la luz en nuestro planeta. Sirve de poco, entonces. Porque nueve de cada diez, no se reciclan
Recoger lo que flota o yace en vertederos, sería la segunda. ¿Cuánto hay que recoger? Mucho. Desde 1960, estamos acostumbrados a usar y tirar. Esa costumbre tiene un coste. Y ese coste son 6.300 millones de toneladas de residuo. Las tres cuartas partes de lo producido. La segunda solución parece difícil. Y aquí nos vuelve a aparecer el agua, embotellada, porque las botellas de agua, casi nunca se reciclan. Ya nadie bebe en botijo, como antes. Casi nadie va a comprar con su bolsa y las que envuelven lo que compramos, tampoco se reciclan en su gran mayoría. Concretamente, solo un 9% en Estados Unidos. Resumiendo: solo el 7% de los plásticos (con su agua virtual incluida), se reciclan
Así las cosas, la realidad contrastada por datos fiables es que el 80% del plástico consumido va a los vertederos, se incinera o yace sobre la tierra tomando el sol, a merced de los elementos. Y, como cualquier cuerpo inerte que pueda flotar, tiende a ir al mar a través de los cauces, pues ese es el destino de lo que yace. El plástico en el mar. La prognosis más fiable nos indica que dentro de treinta años, doce mil millones de toneladas de plástico yacerán en los vertederos. Lo que pesarían un millón y medio de torres Eiffel
La Comisión Europea ha decidido declarar la guerra al plástico. Se basa en los datos antes indicados y en su oposición visceral a que el día de mañana, sean las principales reliquias arqueológicas que en el futuro definan nuestra era. A que se la recuerde como la época de los “5”: algo que solo necesitaba cinco segundos para producirse, se usaba durante cinco minutos y tardaba 500 años en descomponerse. Secuelas del plástico en el mar.
Terrible herencia para las futuras generaciones
Para saber más sobre plásticos y futuro del agua, tendremos que aprender sobre el reciclaje de los plásticos. Todos hemos visto en los envases el símbolo de las flechas que se persiguen, seguidos de siete números correlativos y de las iniciales del producto. El número (del 1 al 7), indica la resina utilizada para fabricar el envase. Y hoy se usan más de 80.000 resinas plásticas. Las siglas, indican si es polietileno de alta o baja densidad, polivinilo, polipropileno, poliestireno u otro.
Lo primero que sorprende al consumidor que desea que el envase sea reciclado, es que solo dos (polipropileno y polietileno), de los siete tipos de envases son potencialmente reciclables. Más sorpresa aun, cuando se entera de que ambos, en muy pocas ocasiones, se aceptan en las instalaciones de reciclaje. Ello es debido a que no es fácil ni barato clasificarlos y procesarlos.
Por ello, las posibilidades de que un envase sea convertido en algo similar, son mínimas por no decir que nulas. De hecho, la mayor parte del plástico que cuidadosamente depositamos en los contenedores es arrojado al basurero, incinerado, o exportado a China. Casi tres millones y medio de toneladas, con si agua virtual incluida, viajan cada año a China desde la Unión Europea. Hasta ahora, allí la legislación ambiental era más tolerante. Algo similar hacen los dos gigantes del norte de América, los desarrollados EEUU y el apacible y ecológico Canadá.
Podemos proclamar que esto, se acabó. China compró el año pasado más de la mitad de los desechos reciclables exportados por EEUU. Además, desde 1992, el 72% de los residuos plásticos ha terminado yaciendo o quemándose en China y Hong Kong. Hoy, ya se acabó: desde enero, China ha dejado de admitir la mayoría del papel y el plástico, en aplicación de su nueva política ambiental. Quieren dejar de ser el basurero del planeta. Y el mar tiene todos los números para ser el nuevo y ampliado basurero mundial. Más plástico en el mar, ese es el futuro.
Reciclar plásticos es, hoy por hoy, complicado. A diferencia de los metales. Porque ellos tienen densidades, colores, propiedades eléctricas y magnéticas claramente diferenciadas. Y los plásticos, no. La facilidad con que se pueden separar y tratar los metales en las plantas de reciclado, se convierte en dificultad en el caso del plástico. Porque hay más de 50 clases diferentes y muchos llevan varios tipos de polímero. Además, sus temperaturas de fusión son diferentes y el color negro humo es indetectable por las máquinas clasificadoras.
Por eso, la mayoría van al vertedero o a la incineradora. Sin China, es seguro que los vertederos se reducen bastante. Y que el impacto ambiental sobre cauces y mares, los únicos vertederos que van quedando, ya es´grande y será mucho mayor todavía.
Tomar conciencia de la dificultad del reciclado, es una de las mejores acciones que se pueden hacer para reducir este impacto. La mejor manera de evitar vertidos es no usar el producto que se vierte. Por ello, la primera pregunta que todos debemos hacernos es la de si podemos consumir menos plásticos. Y hacérnosla, sabiendo que los que usemos no se van a reciclar en su gran mayoría.
Para eso, es bueno conocer todas las causas de la dificultad del reciclaje del plástico. Además de las ya expuestas, deben tenerse en cuenta otras también muy importantes:
- Precio muy variable, pues depende del precio del petróleo. Si baja, baja la materia prima del plástico. Y se produce más
- Degradación paulatina según se va reiterando el reciclado. Al revés que el aluminio o el vidrio, que pueden reciclarse infinitas veces.
- El plástico que usamos en casa, no llega limpio a la planta recicladora. Limpiarlo es un coste extra que en muchas ocasiones hace que se derive al vertedero o la incineradora. Y cuanto menos plástico entre en la planta, más caro será el reciclado
Esta es la situación real del plástico. Es tan alarmante que podemos calificarlo como un residuo de difícil y escasa capacidad de reciclaje. Se han ido sorteando los escollos hasta ahora, enviando la basura a países “tolerantes”. Vale la pena reiterar que, en las tres últimas décadas, casi la mitad de los residuos plásticos producidos en el mundo han acabado en China. Allí y en la India, se extrae de los vertederos lo que interesa y el resto se incinera.
La otra forma, derivada de la anterior, de sortear los escollos, ha sido dejar que la naturaleza actúe. Y lo ha hecho utilizando los cauces para que la caravana de plásticos llegue al mar. Allí el viento y las corrientes marinas amueblan el escenario que ya todos hemos visto. Enormes extensiones marinas ocupadas por plásticos, afecciones a la fauna y microplásticos que regresan a nuestra casa en el pescado que ingerimos.
Ahora los medios reflejan el pánico general:
Ver cinco enormes islas de basura en tres océanos, asusta. El inquietante panorama del plástico en el mar.
Comprobar que la producción de plástico seguirá aumentando en progresión geométrica, aterra
La deficiente gestión de los grandes vertederos de los países asiáticos, preocupa. Porque más de la mitad de los plásticos oceánicos llegan al mar desde ellos.
Saber que China ya ha prohibido la importación de plásticos, es un claro aviso para navegantes.
Tirar al contenedor (o al suelo), cada día treinta millones de latas y botellas, nos debe poner en guardia
Entender que, para fabricar una botella de litro, son necesarios 1,39 litros de agua, nos debería hacer reflexionar.
Plástico también es agua. Vertederos de plástico, también son vertederos de agua. En el océano, flota agua sobre agua. Pero el agua necesaria para fabricar los envases, no se recupera.
Plástico y futuro del agua están ligados. Por el agua. Colaboremos en lo que podamos para que el futuro del agua sea mejor. Apostando por invertir en la mejora de la capacidad de reciclaje, usando menos bolsas y envases… o volviendo al botijo y a la eterna bolsa de la compra.
La solución, está, fundamentalmente, en nuestras manos. En no dejarse seducir por la fascinación del plástico, usándolo con moderación. Porque no es oro todo lo que reluce.
Lorenzo Correa
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