Amazon tiene nombre de río o cómo invertir $131 000 millones


¿Quien no sabe todavía que Amazon es una empresa norteamericana de comercio electrónico? ¿Y que se llama así, porque Amazon tiene nombre de río? El más largo y caudaloso del mundo, el Amazonas. Nuestro Amazon nace en Seattle, Washington. Allí, su creador  comenzó en 1995 a vender libros a través de Internet. Y hoy en día ha vendido el río de libros más grande del mundo. E innumerables e interminables ríos de muchas otras cosas.

Este ingente caudal inagotable de libros y demás artículos cuando llega al mar del hogar del cliente, produce un caudal similar de dólares en sentido opuesto. Por eso Amazon tiene nombre de río, de un río de productos que se transforman en dólares a través de infinitos afluentes en todo globo.

Los desastrólogos nos anuncian el fin del agua «bendita» y del mundo a causa del cambio climático. Parece que todo se agota. Cada vez hay menos agua, las sequías dejan secos a los ríos. Las ciudades no tienen recursos hídricos. El regadío no para de quejarse. Los más desfavorecidos emigran buscando garantía de agua.

Pero Amazon tiene nombre de río y su fundador y propietario, hace dos meses publicó algo impactante en el New York Times. Jeff Bezos, esa es su gracia, tuvo necesidad de contar algo importante. Y confesó ante los lectores, quizás casi todos clientes, que no sabía qué hacer con todo el dinero que ha ganado. Que como Amazon tiene nombre de río, se le está desbordando. Y al proclamarlo, pregunta si alguien sabe qué puede hacer con ese caudal de dólares que no sabe dónde embalsar, verter o infiltrar. O reutilizar.

Son solo $131 000 millones. Cuando lo leímos se nos ocurrió que podía transformar una buena parte del dinero en agua suficiente y de calidad para todos. O sea, agua bendita. Porque Amazon tiene nombre de río. Para avanzar en la gestión seductora del agua. Que el dinero seduce mucho. Afortunadamente no somos tan petulantes como para que se nos hubiera ocurrido a nosotros solos. Bezos ha tenido respuestas y propuestas de todo tipo, también del tipo hidráulico. Veamos como ha ido la cosa

Inicialmente, Bezos declaró que podría destinar sus ganancias a viajes espaciales. Para eso tiene entre su «pool» de empresas, Blue Origin dedicada a la reutilización, pero no de agua, sino de cohetes. Así le saldría más rentable su entrada en el negocio del turismo espacial. Es una de sus apuestas de futuro, que poco tiene que ver con el futuro del agua.

Ante tal declaración, en la que parecía olvidar por completo que Amazon tiene nombre de río, hubo respuestas de altura. Como la de Harold Pollack, experto en salud pública y servicios sociales. Proponía otro tipo de destino, más solidario y repartido entre los necesitados, a esos miles de millones en busca de sustento, en dosis de seis mil millones anuales durante una buena temporada. Profesores de matemáticas de refuerzo en la enseñanza secundaria O creación de universidades populares con profesores de campanillas ¿Qué tal el reparto universal de gafas entre los menesterosos más necesitados de ellas? ¿Y millones de mosquiteros de a $2 la unidad allá donde sus picaduras, zika u otro, pueden hacer mucho daño?

La ayuda a los refugiados fue muy demandada, junto con la inyección económica en la OMS para prevenir epidemias, fabricar vacunas, etcétera. El segundo, por aquello de que Amazon tiene nombre de río, fue Jim Lauria, reputado ingeniero químico y ejecutivo del agua. Leyendo su respuesta, lo pasamos bien.

Lauria sí que se permitió enumerar una buena serie de recomendaciones de gasto en la mejora de la gestión del agua. Para que Amazon se orientara en la encrucijada candente de la decisión entre lo que es urgentemente necesario con lo que tendrá un impacto prolongado. Le propuso ampliar su liderazgo en los negocios del ámbito de la gestión del agua.

Y se refirió al agua virtual que contienen todos los productos que manipula y envía. Porque con ellos viaja de uno a otro confín del mundo. Por eso, como maneja un ingente volumen de agua, aunque ni sus clientes ni él la vean, ¿por qué no invertir en su gestión?

Lauria ha tenido una propuesta brillante: si lo que Amazon maneja, sobre todo, es agua, pues que dedique sus beneficios a ella. Porque esa gestión del producto afecta al recurso y por supuesto, al patrimonio. Ambos, recurso y patrimonio deben ser protegidos urgentemente con actuaciones de largo recorrido. Su impacto debe ser prolongado en el tiempo. Y ello exige cuantiosas inversiones

Echando números sobre agua virtual, calcula que, solo en una fábrica de chips de silicio se consumen unos 10000 m³/día de agua de la máxima calidad. Con eso, en la ciudad de Barcelona se abastecen 40000 hogares. Y que se necesitan 70 litros de agua para extraer 1 litro de petróleo para fabricar resina para carcasas de ordenador o para mover los vehículos que realizan la entrega domiciliaria amazoniana.

Amazon tiene nombre de río. Abran compuertas

Y continúa avanzando por los vericuetos del agua virtual que por todo lo que se fabrica, distribuye y usa circula: la generación de electricidad, el fracking, la refrigeración, la confección del papel de libros y diarios, la carne, los alimentos…todo flota en una gran ola de tsunami, el agua es el alma de todas las cosas que necesitamos y que se mueven en nuestra sociedad. Ahí está, aunque casi nadie la vea. Por no hablar de lo que ocurre con aquello que toca y contamina o con aquello con lo que se contamina. Su amenaza para la salud cuando no está bendecida: patógenos, arsénico, legionella.

Amuebla también el fascinante escenario de las infraestructuras necesarias para que, Amazon tiene nombre de río, se dote de instalaciones adecuadas en su nueva sede. Porque se dice que en ella trabajarán 50000 personas

Estos son los argumentos que pueden usarse para seducir a “Amazon tiene nombre de río”. Para que su líder, hombre de negocios de raza, sea aún más famoso en el mundo entero por ahondar más en la dos virtudes esenciales para triunfar: eficiencia y sobriedad. Con ellas se conserva lo bueno y se innova, haciendo futuro. Ese líder tiene a gala que las soluciones que se le ofrezcan se desarrollen en documentos de extensión inferior a seis folios. Y Lauria le presenta las suyas en esa extensión. Le dice cómo gastar los miles de millones que le inquietan.

Le pide compromiso. No solo dinero, que ya nos ha dicho que lo tiene, sino toda la parafernalia indispensable para convertir sus innumerables y variopintos negocios en un ejemplo paradigmático de la gestión seductora del agua: administración, planificación, arquitectura, ingeniería y marketing con causa. Aplicados a gigantes como Amazon, Whole Foods y  Washington Post para hacer y publicitar una política de innovación y conservación del agua. Reduciendo sus huellas hídricas. Y explicando cuando lo haya conseguido, cómo y con quien lo hizo y cuánto le costó. Para dar ejemplo, que Amazon tiene nombre de río.

No podemos reprimir la delicia de transcribir la traducción del final de la propuesta de Lauria:

“Promocione los libros que ya distribuye escritos por los “illuminati” del agua”

Relaciona algunos famosos en América como:

The Big Thirst de Charles Fishman, que nos relata la vida secreta y el turbulento futuro del agua, desde la divulgación de las virtudes del “cuarto estado”, el del «agua molecular» fundida en rocas a 600 km bajo nuestros pies, en el lugar donde se encuentra la mayor parte del agua del planeta.

Cadillac Desert,  de Marc Reisner, que narra la historia del salvaje oeste desde otra perspectiva: La de la búsqueda incesante del agua. La de los de ríos desviados y embalsados: De corruptelas e intrigas. De guerras son cuartel por los derechos de agua. De desastres ecológicos y económicos. Desde la idílica visión de los primeros colonos seducidos por la promesa del paraíso a las implacables triquiñuelas de políticos sin escrúpulos y a los intereses comerciales de la mega ciudad de Los Ángeles para garantizar el bienestar. Con agua en la mano, hubo y hay un poder omnímodo para mover ese mundillo de glamour y dólares…  y también cualquier otro.

Unquenchable, de Robert Glennon, que describe crisis del agua. El duro contraste entre dos realidades cercanas  y lejanísimas. En el centro del  Desierto de Mojave, los casinos de Las Vegas usan ingentes volúmenes de agua en sus fuentes ornamentales, lagos artificiales, parques acuáticos con olas surfeables y canales navegables. En cambio,  en Orme, Tennessee, se lleva el agua en camiones cisternas, debe ir en camión desde Alabama porque ya no hay recursos locales. Su título completo lo dice todo: “Insaciable: qué podemos hacer con la crisis del agua en los Estados Unidos”

“When the Rivers Run Dry, la crisis definitiva del agua en el siglo XXI” de Fred Pearce, veterano periodista científico. En su libro, que relata su viaje a más de treinta países para examinar el estado actual de sus recursos hídricos. Sus conclusiones son tan preocupantes como su título sugiere

Blue Death, enfermedades, desastres y el agua que bebemos” del Dr. Robert D. Morris, que muestra con desgarro la historia del agua potable. Narra epidemias que azotaron ciudades y naciones. Destaca la labor valiente y desinteresada de los científicos que, explorando lo invisible generaron polémicas sobre su origen. Defendiendo incansables sus descubrimientos consiguieron salvar millones de vidas, a pesar de la feroz oposición de políticos y poderosos. Crónica de una cruenta guerra de ideas.  

Utiliza estos cinco best sellers norteamericanos como referencia. Y así, Lauria sugiere al líder de «Amazon tiene nombre de río» algo muy seductor, que:

Cuando su algoritmo de búsqueda capte a un ejecutivo brillante, envíenle enlaces a estos libros. Porque les pueden cambiar a la vida. Convierta esos libros en documentales para sus audiencias de Amazon Prime. O conviértase en editor de libros sobre el agua usted mismo»

Y añade que:

«Los títulos de estos libros pronostican mal rollo. Pero en ellos, usted y sus clientes encontrarán  algo. Inspiración y detalles que podrían guiarnos a todos hacia una visión más seductora del agua. También a conocer mejor las mejoras a introducir en su gestión. Así se darán a conocer nuevas perspectivas de solución, atractivas para hombres de negocios triunfadores. Y ellos utilizarán estas en sus industrias para conseguir mayor eficiencia.  Puede difundir estas mejores prácticas a todo el mundo. Puede también aplicarlas a un nivel que pueda tener un profundo impacto en la venta minorista, la tecnología, la publicación y la alimentación”.

¿Y el cliente, que tanto beneficio le otorga a «Amazon tiene nombre de río» Ganará salud, tendrá mejor energía. Y mejorará su nivel de vida. Todo un legado inolvidable para las futuras generaciones. Porque garantizará la supervivencia sobre la Tierra.

Finaliza aquí el consejo a un multimillonario. En muchos países, el debate de la gestión del futuro del agua está enquistado. Inacabable polémica sobre si debe ser pública, privada o mixta. Pero la idiosincrasia norteamericana avanza por otro lado: directamente propone a los que ya tienen tanto algo impactante. Como tanto les sobra , que dediquen sus ganancias a invertir rentablemente en el futuro del agua.

No digan que no es curioso e inetresante. Por lo menos, si se van de vacaciones, ya tienen unos cuantos libros interesantes para leer

Lorenzo Correa

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3 Respuestas a “Amazon tiene nombre de río o cómo invertir $131 000 millones”

  1. Tengo 21 libros en Amazón y aumentando.
    Pero a pesar de vender casi todos los días desde hace dos años o más, no he visto ni un peso.
    Sigo vendiendo y parece que las ganancias no aumentan.
    Y al llegar a 100 dólares por país te demoran tres meses en enviar.
    ¿Qué puede hacer con el dinero?
    Darle más ganancia a los autores.
    Eso pasa en Uruguay.
    Gracias por los datos.

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