Futuro del agua y adaptación al cambio climático


No va a ser sencillo, se trata de hacer mover la balanza mirando al futuro sin dejar a nadie atrás». Con estas palabras tomó posesión de su cargo Teresa Ribera, nueva ministra española para la transición ecológica. Ya no sorprende a casi nadie que los máximos gestores del agua pongan el futuro en lugar preeminente de sus discursos. Hasta cuando comienzan su andadura. Nosotros también lo hacemos, porque somos «futuro del agua». Y hoy más que nunca consideramos necesario apelar a los futuros de la adaptación del agua al cambio climático. Aunque no seamos ministros, ni gestores del agua. Adaptación al cambio climático, de eso vamos en esta ocasión.

Por la adaptación se llega a la seducción en la gestión: mirando al futuro del agua con la incertidumbre del clima y con el acento puesto en ella. Porque al futuro se llega adaptándonos todos a lo que venga. En el caso del del agua, también. Si lo más preocupante que viene es consecuencia del cambio climático, habrá que diseñar futuros de su adaptación al cambio climático

Cuando nada es seguro, todo es posible. Buena frase para comenzar. Incertidumbre,  es un sustantivo de los que más preocupa a los gestores del agua. Y el coaching tiene mucho que decir y hacer en esta tesitura. Sobre todo cuando se presenta una situación como la que la ministra encuentra al llegar. Situación bastante común en todo el mundo de hoy. Hay falta de seguridad y poca confianza en lo que va a pasar en el futuro. Eso genera miedo e inquietud, los peores compañeros de viaje. En los gestores tampoco hay mucha confianza que digamos, aunque meso no es nada nuevo.

Las recetas del pasado ya no sirven por sí mismas. Necesitan añadir inteligencia emocional, seducción y coaching. Así se vislumbrarán mejor los futuros del agua en relación a la adaptación  al cambio climático

Lo que muchos interpretan cuando escuchan la expresión «cambio climático”, es adversidad a gran escala. Son desastres naturales imparables e impredecibles, inundaciones espantosas, olas de tsunami, huracanes devastadores, sequías asfixiantes…adversidad.  Además, los “expertos” predicen adversidades: lluvias intensas, océanos calientes y feroces tormentas. La temperatura media sube sin pausa, el aire se calienta cada vez más, conteniendo más agua por ello. Lluvia y más lluvia.

Miedo al desastre. ¿Qué hacer? Adaptarse. Resiliencia, o sea,  prevenir, mitigar y recuperarse. Por ahí deben ir los futuros del agua respecto a la adaptación cambio climático.

Los padres del coaching ontológico respetan a Federico Nietzsche. Una frase suya nos ayuda a avanzar en la gestión seductora del agua: “el que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo

Adaptación al cambio climático: resiliencia comunitaria para avanzar
Adaptación al cambio climático

En la parte que nos afecta, el cambio climático es un “cómo” vivir. La mejor manera de enfrentarlo es tener un porqué para vivir. Y por él, soportar sus embates. La resiliencia comunitaria frente a la adversidad, es la mejor herramienta. Porque ante los desastres naturales, es un resultado crítico de la sostenibilidad social. Hay que desarrollarla y comprometer los recursos de la comunidad para salir adelante en un entorno cambiante, incierto, imprevisible y sorprendente. Para eso es la adaptación al cambio climático una herramienta del futuro el agua.

Recursos disponibles, no son solo los que proceden de presupuestos destinados únicamente a construir infraestructuras. También son los destinados a crear espacios que fomenten la vida comunitaria. En ellos nacen los líderes de la comunidad, los que consultan a sus vecinos para saber qué les falta y los organizan en la adaptación. Los que se ocupan de potenciar los recursos, no sólo de quejarse de las carencias. Ellos crean oportunidades de aprendizaje social  y organizan la participación adaptativa. Y además, garantizan la inclusión de miembros de todos los grupos sociales representados en la comunidad.

Así se consigue la cohesión social, a partir de la buena relación entre vecinos, de la confianza y de la solidaridad. Por ahí van los tiros de la adaptación cambio climático… del agua y de todo lo demás

Mientras tanto, si ojeamos hoy la prensa hidráulica, nos damos cuenta de que algo está pasando. Olas de calor que acaban con la vida de decenas de personas en Karachi. Inundaciones en los 17 países de África oriental, con enormes oleadas de desplazados. Pasada la temporada de huracanes, devastadoras tormentas tropicales en las costas mexicanas. Previsión de los expertos: riesgo inminente en unas décadas de que 100 millones de personas engrosen las magras huestes de los que sobreviven en situación de pobreza extrema.

La solución tradicional sería frenar el aumento de la temperatura, pero ahora debe complementarse con la aplicación de la medicina infalible de la adaptación al cambio climático

Para ello se reunieron un millar de juristas, empresarios, “expertos” y profesionales de la gestión del agua. Participaron en la Conferencia Bienal de Futuros de Adaptación, celebrada en la paradigmática, por exhausta y sedienta, Ciudad del Cabo. Esta conferencia, que trata precisamente sobre los futuros de la adaptación del agua al cambio climático, es el lugar donde se recogen los frutos del Programa Mundial de Investigación sobre el Cambio Climático, Vulnerabilidad, Impactos y Adaptación (PROVIA). Como “Sanedrín” de los expertos mundiales en adaptación al cambio climático, fomenta la generación redes internacionales de colaboración y el debate público, urbi et orbe, de todos los involucrados en estos asuntos.

Se plantearon y divulgaron soluciones, en forma de cuatro cambios insoslayables dirigidos sobre todo a los más desfavorecidos y desprotegidos

  • Adaptación integrada en todos los sectores.

Se divulgaron ejemplos puntuales de adaptación, muy significativos, en diversos lugares del mundo. Desde refugios contra ciclones en Bangladesh, a manglares rehabilitados en Fiji, pasando por sistemas de alerta temprana ante inundaciones en Río de Janeiro, muy de agradecer por los más de cinco millones de favelistas se arriesgan a quedarse sin nada cada vez que truena. Se trata ahora de replicar estos ejemplos y multiplicarlos por doquier para que con la adaptación se potencie el desarrollo, se maximicen los recursos y se garantice que las inversiones realizadas no sirvan para nada.

Otro ejemplo emblemático presentado es el del superpuerto de Rotterdam, que adoptó el enfoque integrado que se persigue para: proteger a la ciudad de las inundaciones; a las factorías del aumento del nivel del mar; y dotar a la vez a la municipalidad de espacios lúdicos y de asueto seguros, sobre todo en los barrios más humildes.

Construyendo motas y diques y a su sombra, parques públicos. Éstos, además de dar solaz y sosiego a los vecinos, drenan la lluvia. Y  la hacen discurrir por canales, que alimentan balsas de laminación. Por último  la absorben hacia el subsuelo, desde praderas drenantes. Combinado con la instalación de 185.000 m² de tejados verdes, que se quedan también con la lluvia antes de que llegue al suelo impermeabilizado de la urbe.

El éxito de la medida depende de la pedagogía previa que seduzca al vecino. Para que así se produzca confianza. Que se verá aumentada con  la generación de espacio no impermeabilizado. Siempre que  la administración gestora del agua y del urbanismo elijan esta vía. Y aporten los presupuestos necesarios. Planificando.

En Rotterdam, el éxito les ha sonreído y ahora Holanda exporta esta metodología a otras urbes tan necesitadas como ella lo estaba. Ellos ya han apostado por la adaptación al cambio climático

Algo similar ha sucedido en Zambia, que ha adoptado esta solución en su Sexto Plan Nacional de Desarrollo. En él se contempla una hoja de ruta para que los sectores más vulnerables evalúen y gestionen los riesgos climáticos. En ella se incluye una partida presupuestaria para la  adaptación al cambio climático. Y se incorpora, por primera vez, el concepto de resiliencia comunitaria a la planificación nacional.

  • Adaptación transformativa.

Las secuelas del clima errático tensan al límite la tradicional manera de gestionar la agricultura y el agua. Y la economía y la sociedad, se resienten. Toca ponerse las pilas. Solo así se podrá y cambiar la forma de hacerlo. Y se reducirán los riesgos que se anuncian, entre otros ámbitos en el de los futuros del agua desde la adaptación  al cambio climático

  • Divulgación incansable de las soluciones factibles existentes

Hay que trabajar duro incidiendo en la divulgación pública de las soluciones existentes y en los ejemplos de los que se puede aprender. Es mejor que quejarse continuamente y profetizar el desastre sin hacer nada más.

  • Fomentar la colaboración Sur-Sur y el intercambio de conocimiento

Desde que se celebró la Cumbre de París (COP21), ya hay muchos países comprometidos en el desarrollo de la primera línea de adaptación a los cambios climáticos. Son los abanderados de la larga marcha a realizar hasta llegar al objetivo.

En esa cumbre hubo un debate importante sobre el Artículo 11 del Acuerdo de París. Y  se reafirmó que el desarrollo de la capacidad y la educación climática, es esencial para implementar efectivamente la acción climática. Para ello, se creó en enero de 2017 el Consorcio de Universidades de Países Menos Adelantados sobre Cambio Climático (LUCCC),

Llevan cinco años trabajando. Lo hacen con los 48 países menos desarrollados. Su objetivo es adaptarlos al cambio climático mediante el intercambio de conocimientos entre sus universidades y los institutos de capacitación.

La Iniciativa de Adaptación para África (AAI) es otro ejemplo de esfuerzo eficaz. Goza de coordinación para acelerar la acción de adaptación a gran escala. La lideran  países africanos. Y asesora a sus gobiernos para desarrollar e implementar Planes Nacionales de Adaptación (PNA). Gracias a ellos, acceden al financiamiento climático y fortalecen los servicios de información. Así se genera la adaptación al cambio climático.

Ahora es el momento de conseguir lo que las Partes del Acuerdo de París establecieron como objetivo global para la adaptación. Por eso 140 países incluyen ya objetivos de resiliencia dentro de sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC).

Y un millar de regiones, ciudades y pueblos han emprendido ya más de 1.500 actividades de adaptación.

Así avanzamos en el progreso en el diseño del  futuro del agua.  Desde la adaptación al cambio climático. Pero siempre se  depende del impulso político para hacer realidad las medidas de adaptación. Y para acelerar el desarrollo resiliente al clima en todo el mundo. Ya tenemos un porqué para vivir. Con resiliencia, sabremos soportar el cómo

 

Lorenzo Correa

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