agua en líbano

Agua y refugiados en el Líbano


Agua y refugiados. Noticia de la semana, con un barco intentado atracar en algún puerto de un país amigo. Infierno para los que huyen y el agua del mar los acoge  o los ahoga. ¿Y los que se quedan en otro país que no es el suyo? De ellos hablaremos hoy, de los sirios y demás refugiados que viven en el Líbano  y del agua.

Cuanto mayor es la catástrofe, más se aprecia disponer de un agua de calidad.  La gestión del agua para apaciguar la sed y garantizar unas mínimas condiciones higiénicas es un asunto complicado. Tanto ante la huida masiva de refugiados sirios y de otros países limítrofes hacia las costas de Europa, como ante su «invasión» del Líbano. Ambas están  en el punto de mira de los observadores, de los medios de comunicación y de la población mundial. El problema del agua y los refugiados se magnifica por momentos

Resolver el problema es un asunto político de enorme repercusión internacional. No se avanzará un paso sin dar el máximo apoyo posible a los países que rodean a Siria. Y ese apoyo debe garantizar la satisfacción de las necesidades vitales de las personas que huyen del conflicto. E integrar de la manera más adecuada posible a esos refugiados en los países de acogida.

Casi 5 millones de personas han tenido que salir de Siria tras siete años de Guerra civil. Una gran mayoría ha ido al país más cercano, Líbano. Y hoy en Líbano, del total de la población, que no supera los 4,5 millones de habitantes, el 30% son refugiados. Su acceso al agua es precario. La disponibilidad de agua en general, escasa. Tanto, que es normal beber aguas grises, destinadas al lavado doméstico y la cocción y preparación de alimentos. Y, lo que es aún peor, mezclarla con la leche en polvo que se recibe como ayuda humanitaria para la alimentación de los niños. No es de extrañar que el aumento de enfermedades, sobre todo entre los niños, sea exponencial. Por eso es tan importante que agua y refugiados no sea un problema. Dotar de agua a los refugiados.

Al ser Líbano el país con la mayor proporción de refugiados sirios del mundo, 1,8 millones, la exigencia de una creciente aportación de recursos imprescindibles para la vida, entre los que se encuentra el agua potable, es una prioridad insoslayable. Agua y refugiados aquí también son un binomio indisoluble.

Desde que comenzó el conflicto en 2011, las fronteras del Líbano estuvieron abiertas. Así pretendían asegurar un refugio cercano a todos los que huían de la guerra. La consecuencia directa de esta acogida fue una presión inédita sobre los servicios públicos básicos. Salud, educación, electricidad,  acceso al agua y tratamiento de residuos. La duración del conflicto debilita la capacidad de resistencia de la sociedad libanesa. También la capacidad del Estado para proporcionar una respuesta adecuada a la demanda creciente en estos ámbitos. Siempre presente nuestro epígrafe: Agua y refugiados.

En el Líbano, ya había 250.000 refugiados palestinos desde la guerra árabe-israelí de 1948. Ahora hay que sumarles 44.000 refugiados palestinos y 17.000 iraquíes que ya residían en Siria. La afluencia masiva de palestinos tensionó en su día las relaciones entre comunidades. Además  produjo una inestabilidad, que colaboró con otras muchas causas al estallido de la guerra civil (1975- 1990).

Hace más de un siglo ya había refugiados en Líbano. Agua y refugiados, siempre unidos
Agua y refugiados. Líbano a principios del siglo XX

Socialmente, hay una división en dos bloques en un país donde la mitad de sus habitantes no son libaneses. Los chiitas alauitas, con el gobierno y los sunitas, en la oposición. Los refugiados están en medio y eso que la cuarta parte del país ya son sirios y armenios. Capítulo aparte merecen los palestinos, venidos tiempo ha, que ya son 300.000. los últimos en llegar fueron los iraquíes. Eso sí, todos los que componen el colectivo de desfavorecidos, carecen de agua.

El hecho de que el estado no pueda dar respuesta a la situación existente, tan lamentable y tan aún cercano en el tiempo, puede explicar en parte la renuencia de las autoridades libanesas para legalizar la situación de los refugiados de Siria.  A diferencia de Turquía o Jordania, no hay en Líbano campos de refugiados oficiales, pues no reconocen al estado palestino. Esto aumenta la vulnerabilidad de los refugiados. Al no poder obtener un empleo legal, deben recurrir a ganarse el pan como pueden, pero sin derechos laborales. Y aún hay algo peor, pues muchos refugiados siguen sin estar inscritos con uno de los cuatro centros del ACNUR (Beirut, Trípoli, Zahle, Tyr). por ello no tienen acceso a la ayuda humanitaria.

Toca trabajar duro y de forma coordinada para evitar que esta situación empeore. Y eso intentan  las ONG libanesas y las 45 ONG internacionales que trabajan en el ámbito de la gestión del agua potable y residual.

La UNICEF y ACNUR crearon hace dos años un grupo de trabajo, denominado “Energía y Agua”. En él se agrupan a los principales actores y tiene como objetivo proporcionar una respuesta coordinada que resuelva los problemas más acuciantes en esos sectores. Detecta las necesidades identificadas y los proyectos a realizar. Se van reuniendo una vez al mes para asegurar que la asistencia alcanza, dentro de los límites de los recursos disponibles, a resolver los problemas más graves.

También se han coordinado las cuatro agencias del agua libanesas, creadas en el año 2000 (Líbano norte, Beirut y Monte Líbano, Bekaa y Líbano sur) para gestionar el abastecimiento, el saneamiento y  el riego, desafortunadamente con escasísimos presupuestos. Cada Agencia, en su ámbito de cuenca, se reúne con los usuarios y transmite a las ONG la lista de las necesidades identificadas como prioritarias.

Gestionar bien el agua sin fondos y con diversos hábitats dispersos de refugiados es tarea de titanes. Indispensable para resolver el problema agua y refugiados: hay que abastecer y sanear asentamientos informales, campamentos colectivos, lugares donde se “hospedan” familias aisladas y viviendas convencionales. Un 20% de los refugiados residen en campamentos informales, distribuidos principalmente en las provincias de la Bekaa y el norte de Líbano, en terrenos agrícolas de titularidad privada.

Antes de la crisis, muchos agricultores sirios habían venido a trabajar al Líbano solos. Vivían en refugios y tiendas de campaña establecidas en tierras agrícolas. Al comienzo de la crisis del año 2011, vinieron sus familias y los vecinos de sus aldeas, incrementando enormemente el número de residentes.

Como solo las ONG pueden aportar fondos, son ellas las que desarrollan proyectos y realizan las obras que garanticen el acceso al agua potable, el saneamiento adecuado y la higiene imprescindible para estas poblaciones. Construyen, en la medida de sus posibilidades letrinas, duchas y redes de abastecimiento de agua.

Todo es provisional, porque el Estado libanés no reconoce estos asentamientos. Casi siempre, el agua potable procede de camiones cisterna. Ello  incrementa enormemente el coste y aporta un recurso de ínfima calidad, como lo son también las letrinas, que no se pueden conectar a fosas sépticas y deben vaciarse una vez a la semana.

La contaminación generada con estas soluciones es enorme. Al no haber redes de saneamiento enterradas y conectadas a una depuradora, la evacuación de efluentes humanos se realiza directamente al cauce más cercano o al mar. Y  éste recibe todas las aguas residuales producidas en su entorno más próximo.

Esta situación, con campos de refugiados no reconocidos por la administración empeora a causa de que muchas ONG carecen de sinergia y comunicación con las instituciones libanesas. Así las cosas, cualquier obra se negocia con el propietario del terreno y su ejecución depende de que este acuerdo sea posible, dependiendo de que lo que éste pida sea factible de realizar. Si un propietario permite la perforación de un pozo para el abastecimiento de agua del campamento instalado en su terreno, se pacta que cuando salgan los refugiados, el pozo pueda ser utilizado para regar los campos de su propiedad

La persistencia en el tiempo de la crisis agua y refugiados obliga a que, poco a poco, se vaya consiguiendo intensificar la cooperación entre los municipios y las ONG libanesas. Así se consigue abastecer y sanear los campos de refugiados y mejorar el acceso de la comunidad a los servicios básicos. Es el caso de la mancomunidad de la Bekaa, en la que todos los puntos de agua que se han logrado establecer en la finca agrícola de Taanayel también se utilizan para el riego y el ganado

En el caso de los asentamientos individuales y colectivos (viviendas sin terminar, tiendas antiguas, garajes, sótanos, contenedores, o antiguas fábricas), las actuaciones para garantizar el abastecimiento y el saneamiento son mucho más complejas para las ONG: hay que identificarlos,  y determinar sus necesidades. Y esto se hace realizando encuestas que permitan definir las necesidades de cada campo y sus carencias más acuciantes, así como las soluciones más correctas en cada caso

Algunas ONG trabajan duro en conseguir una adecuada cohesión social entre las comunidades que deben convivir en un mismo ámbito espacial y temporal. Dan solución a los problemas de abastecimiento y saneamiento tanto de los refugiados como de los libaneses que se encuentran en situaciones precarias. De acuerdo con los propietarios, conectan las viviendas a redes de abastecimiento. Construyen o rehabilitan duchas y letrinas, firmando un contrato entre propietario, arrendatario y ONG que garantiza que los alquileres no suban por haber mejorado las condiciones de la vivienda. Blindan la permanencia de los refugiados que disfrutan de ese alquiler que no podrán ser expulsados de la vivienda rehabilitada

Con el tiempo, la situación de los refugiados se deteriora. Numerosos estudios dan fe de un creciente empobrecimiento y deterioro de las condiciones de vida de estas poblaciones. Aunque un 80% de los refugiados viven en régimen de alquiler, sólo un reducidísimo porcentaje de ellos logran encontrar un trabajo. Por lo tanto, los ahorros van disminuyendo hasta desaparecer. Toca entonces abandonar apartamentos y albergues colectivos e individuales para refugiarse en campamentos informales o en locales con alquileres más bajos. La media está en 60 dólares mensuales.

Para hacer frente al riesgo de tensiones entre las comunidades de acogida y los refugiados, se han constituido en todo el territorio comités formados por sirios y libaneses para la promoción de la protección del medio, para difundir e implementar  buenas prácticas de higiene y en general para mejorar las condiciones de vida de los refugiados.

Cuando el conflicto sirio cumple sus primeros siete años, sin atisbo de solución, no queda a las ONG otro remedio que cambiar su enfoque de la ayuda. Cada vez es menos de emergencia y  se dirige más a desarrollar múltiples facetas en el fortalecimiento de capacidades de los actores y al aumento de medidas de rehabilitación de redes y otras obras de infraestructura hidráulica.

En el marco del creciente fortalecimiento de las administraciones públicas del agua, las ONG  actúan en comandita con las agencias del agua del país. Así consiguen  disponer de todas las herramientas necesarias para el conocimiento de las cuencas que gestionan, pasando de una gestión hídrica obsoleta desde las oficinas y comités de agua locales a una gestión de cuenca. Así se trabaja, a pesar de las reticencias de los comités locales a ceder sus competencias. Ellos lo consideran una recentralización de la gestión. Algunos lectores observarán que las diferencias con otros países mediterráneos en este caso son inexistentes: los problemas se repiten por doquier.

Esta reforma también ha planteado objeciones en la población. Se teme que aumente el precio del agua con la “privatización” del servicio. Esta reticencia se explica porque en el norte del Líbano se tiene hoy en día desde la administración del agua,  un enorme desconocimiento de la red de la que es responsable. Debido a estas reticencias, el proyecto de gestión por grandes cuencas avanza con gran lentitud.

Todas las actuaciones incluyen:

  • Formación de una parte del personal en gestión y diseño de redes.
  • Implementación de actividades de comunicación.
  • Potenciación de la participación pública.

Todo ello,  dirigido a reforzar la legitimidad de la Agencia del Agua que gestione cada cuenca ent temas de abastecimiento y saneamiento.

Para el 80% de los refugiados que viven en la comunidad de acogida, la solución a sus problemas de abastecimiento y saneamiento pasa por una mejora global de las infraestructuras hidráulicas nacionales.  El binomio agua y refugiados lo revoluciona todo.

La llegada de 1,8 millones de refugiados ha creado nuevas necesidades. Por eso, esta crisis es una oportunidad para mejorar el sector. Porque antes de que se produjera la crisis, las carencias ya eran espantosas respecto al problema «agua y refugiados».

Ejemplo, la Agencia del Agua de la Bekaa. Su endémica tasa de cobro de facturas es del 35%. Solo el 30% de los usuarios están dados de alta en la red. Está plagada de infinidad de conexiones ilegales. Así las cosas, la situación financiera de la Agencia es dramática. El servicio tiene unas mínimas condiciones de calidad. Una ONG ha puesto en marcha un proyecto piloto en la ciudad de Zahle, para introducir contadores de agua. Se ha hecho una encuesta a 10.000 personas. Antes se había hecho una llamada a la reflexión de los usuarios. Y fue sobre el valor y el precio del gasto de agua. Al final salió bien. La mayoría de los usuarios vio razonable que el agua tuviese una tarifa. Básico para que el servicio pudiera mejorar. Ahora, este proyecto piloto se extenderá a tres de las cuatro provincias del Líbano.

La transición  del escenario inicial de la ayuda de emergencia al actual de ayuda al desarrollo es ya imparable. Y  lleva a las ONG a constituir nuevas asociaciones con las instituciones libanesas. Por eso, los retos son enormes. pero también, la crisis de Siria puede ser vista como una oportunidad para mejorar un sector que antes de la crisis ya estaba herido de muerte

La extensión y la rehabilitación de las redes del agua por parte de las ONG permite otra cosa. Responder a las nuevas necesidades de los refugiados y también, de las poblaciones de acogida. Su situación hídrica es muy vulnerable. Agua y refugiados es un lema imborrable para las agencias del agua. Por eso las ONG está reforzando la legitimidad de estas  agencias. Porque así contribuyen a la implementación de la reforma del sector del agua en todo el territorio libanés.

Por eso es tan interesante reflexionar sobre ello. Para entender por qué muchos dicen que las crisis son una oportunidad para mejorar aprendiendo.

Hay un resquicio de esperanza para el futuro del agua. También en los lugares en los que la guerra está presente. Es una conclusión optimista en medio de tanta miseria y desolación

Lorenzo Correa

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