Reminiscencias poéticas de un río colombiano en la sombra los días tranquilos.

Río que, como todos, se altera y revive cuando lo ilumina el rayo precursor del aguacero. Raudal laboratorio de vivencias y experiencias.

Vuelve otra vez  a nuestra acuática poesía Germán Pardo García. Conocido como el  «poeta del paisaje»,  en su retorno nos traslada en lírico viaje a un río tan abundante en su prestancia, como sosegado en lo umbrío de su curso.

Germán nos ofrece hoy el reflejo en su alma de la honda impresión producida por un río en una imagen feliz del pasado, que se hace presente cuando la  «leemos» . Al leerla, nos anima a perseverar en el futuro del agua.  En ese futuro que deseamos sosegado, también en lo umbrío y abundante buenas noticias sobre la gestión hídrica. Así se iluminará el umbrío paisaje, poco sosegado, que los catastrofistas  vaticinan encontrar.

¿A quién no impresiona el paisaje de Colombia?. ¿ A quién no le gusta el sosegado umbrío?. ¿Y la abundante presencia de caudales en un cauce?

Nuestro vate de hoy, no iba a ser menos. Por ello recoge en sus versos el  mágico tránsito del ojo a la mente y de ésta al papel. Y desde ella, vuelve a otra mente, que en muchas ocasiones, ni siquiera lo ha visto jamás. De la solana a lo umbrío, siempre con abundante caudal de palabras que fluyen con mesura a través de los vados del espíritu.

Degustemos ya con el ánimo sosegado, la descripción amena  y certera del paisaje fluvial, que gracias a la inspirada pluma del poeta nos llega con el sabor justo que permite paladear los detalles del río, sin aromas artificiales añadidos, tan natural como el propio espacio fluvial. Y sintamos como el río fluye, sosegado, por nuestras arterias.

Lorenzo Correa

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