Las 3 líneas rojas del mayor consumidor mundial de agua


China es el país que más agua consume en el mundo  y además el más poblado. Ocupa el primer lugar en el ranking del consumo, con nada más y nada menos que 1,4 km³/año, seguida muy de cerca por la India, con 1,2, EEUU con 0,8 y Brasil con 0,4.

De todos estos países nos hemos ocupado, como no puede ser de otra manera, en estas páginas, pues lo que en ellos se haga o de deje de hacer, significará un respiro o un agobio para las expectativas del mejor futuro del agua posible en el mundo.

Pero China es el primero y por ello merece un mayor seguimiento, pues no en vano dispone ya de más de un tercio de su superficie cuyo estrés hídrico es alto o muy alto, lo que obliga a sus gestores acuáticos (sobre todo los políticos), a actuar buscando e implementando soluciones para satisfacer la imparable demanda creciente con los recursos, convencionales o no, disponibles. Aquí hemos descrito de todo, desde un hipertrasvase al uso de tecnología espacial para generar lluvia. A grandes males, grandes remedios, aunque a veces los remedios sean inéditos en sus consecuencias.

El geógrafo Hu Huanyong definió, en el año 1935 una línea geo-demográfica que divide el país en dos partes y calculó la distribución de la población a cada lado.  Es la línea Heihe-Tengchong. En 1935, al oeste de la línea, en el 64% de la superficie vivía el 4% de la población. Ahora, casi un siglo después y  a pesar de la gigantesca migración urbana, todo sigue prácticamente igual porque al oeste de la línea, en el 57% de la superficie vive el 6% de la población, mientras que  al este de la línea, tenemos el  43% del área, pero 94% de la población.

Sobre esta realidad geo-demográfica, definida por lo que hay a ambos lados de una línea imaginaria, vamos a superponer la realidad del estrés hídrico del país y las tres líneas rojas que también se han definido cuando la situación de la gestión del agua amenazaba traspasarlas  y a complementarlo con las líneas rojas ecológicas recientemente definidas.

Consideramos estrés hídrico a la situación caracterizada por una demanda mayor de agua, que la cantidad disponible durante un periodo determinado o por un uso. Lo produce la sobreexplotación de acuíferos y las derivaciones que no dejan caudal mínimo circulante aguas abajo, pero también la eutrofización de los cuerpos de agua, la contaminación de la materia orgánica, la intrusión salina, entre otras muchas causas.  Para puntuarlo, un 40% se considera como «elevado» y más del 80 % como «muy elevado».

Como era de esperar, cuando los gestores gubernamentales reciben el aviso de que el estrés hídrico ha llegado a cotas peligrosas, comienzan a temer por una ralentización de la economía, por los graves perjuicios a las industrias dependientes del agua y por los conflictos sociales derivados del mismo, por lo que el problema asciende de categoría y se convierte en una cuestión de país, en un problema político.

En este sentido, en el undécimo plan quinquenal (2006-2010), se incluyó como objetivo fomentar el uso racional del agua disminuyendo el consumo en un 30% el el quinquenio, reduciendo los vertidos en un 10% hasta 2020, consiguiendo que el 80% del agua potable en el 80% de las ciudades cumpla la normativa e incrementando el porcentaje de tratamiento de aguas residuales del 51% al 60%. En 2007, el Gobierno  tuvo que rebajar el primer objetivo del 30% al 20%, y poner precio al agua de Beijing con una tarifa progresiva, para no perjudicar a los regantes ni a los ciudadanos más necesitados.

En 2012, el Gobierno Popular Central, como máximo órgano del poder ejecutivo y de la administración del Estado, emitió un informe en el que daba a conocer sus directrices sobre la estricta aplicación del sistema de control de los recursos hídricos, informe al que en China se le conoce vulgarmente como el  “Informe de las tres líneas rojas«, debido a que pone por primera vez límites y condiciones a las tres causas que han originado la situación de alarma existente:  los usos industriales del agua, que consumen ingentes volúmenes y quedarán  limitados en el año 2030 a 700 km³/año; la nula eficiencia en el riego, que se pretende corregir y la mala calidad de las aguas, que se protegerán. Simultáneamente y siguiendo la cadena de mando, los gobiernos regionales establecieron, a partir del contenido del informe y respetando su orientación general, sus objetivos concretos.

Y así se definió el territorio en los tres ámbitos que deben limitarse con su correspondiente línea roja:

En el ámbito de la planificación de usos, los planes de desarrollo económico y social nacional y los planes urbanísticos, deberán respetar los recursos locales y las zonas inundables. Se controlarán las extracciones subterráneas y superficiales. Se instaura un sistema concesional centralizado, que permita declarar la sobreexplotación de acuíferos o nuevas captaciones superficiales donde no haya recursos. Se implementan tarifas y cánones para todos los usos

En el ámbito de la eficiencia en el consumo se lanzan planes de ahorro doméstico, agrícola e industrial y se acelera la renovación tecnológica destinada al ahorro prohibiendo la venta de productos que no cumplan con estas premisas e incentivando fiscalmente los que sí las cumplan   e implementen tecnologías industriales de ahorro de agua, de recursos no convencionales, de reutilización, desalinización, desalobración y uso de aguas grises.

En el ámbito de la contaminación se establecen redes eficientes de control de calidad del agua en ríos y acuíferos, aplicando criterios más estrictos para determinar el estado de las masas de agua, se mejora efectivamente la prevención y el control de la contaminación del agua y se supervisan estrictamente las emisiones en ríos y lagos. Se definen áreas protegidas y se promueve la restauración de riberas y ríos, así como los caudales ecológicos.

El año pasado, se crearon nueve parques nacionales que cubren una superficie conjunta de cerca de 170.000 km², dos de los cuales tienen por objeto  proteger las cabeceras de las cuencas de los ríos Yangtsé, Amarillo y Xi Jiang, los tres principales del país. Desde el año pasado también se aplica la norma del «jefe de río» en más de 20 regiones, nombrando a un funcionario gubernamental local responsable de gestionar la contaminación del agua, en un movimiento al que se le denomina «civilización ecológica», que ya es uno de los cinco objetivos del plan de desarrollo general del país para garantizar el respeto y la protección de la naturaleza, comprometiendo a todos en la conservación de los recursos, la restauración y la protección del medio, el reciclaje, el uso reducido del carbón y el desarrollo sostenible.

Su lema es “las aguas claras y las montañas de frondosa vegetación son tan valiosas como el oro y la plata”.

Son las llamadas líneas rojas ecológicas, que ya se han establecido en 10 provincias que han definido sus áreas de protección. Sichuan y Guizhou, ubicadas en el curso superior del río Yangtse, incluyeron un 40 y un 32% de su superficie, mientras que otras 11 provincias y ciudades en el curso del río más largo del país, establecerán líneas rojas este año.

Se han impuesto 124.000 sanciones por valor de casi mil millones de dólares a empresas por infracciones relacionadas con el agua  y el medio y se han creado policías ambientales en nueve provincias, entre ellas Beijing

Seis años después del establecimiento de las líneas rojas del agua, es hora de comprobar si se han traspasado o si por el contrario se van alejando cada vez más de ellas. ¿Han mejorado estas «tres líneas rojas» la seguridad hídrica de China? El WRI utilizó datos sobre la extracción de agua durante tres años (2001, 2010 y 2015) para determinar los cambios en el consumo de agua a lo largo del tiempo. La tasa de aumento en las extracciones de agua de China se ha reducido significativamente, de poco más de 5 km³/año en 2001-2010, a 1,600 desde 2010-2015. Pero si nos fijamos en cada territorio, hay zonas en las que a pesar de todo lo legislado, el estrés hídrico sigue aumentando a un ritmo vertiginoso.

Las conclusiones que ha extraido el World Resources Institute, publicadas recientemente indican que, aunque el estrés hídrico chino medio se mantuvo constante en la primera quincena del siglo, el norte de China está más estresado que el sur. Afortunadamente, entre 2010 y 2015 no ha aumentado en las zonas de estrés elevado y muy elevado, gracias a la puesta en vigor de la política de las «tres líneas rojas», aunque la población que reside en esas zonas aumentó un 3% en esos años. Si se compara con el primer decenio del siglo (2000-2010), las cuencas altas de los ríos Amarillo y Yangtsé, disminuyeron su estrés hídrico, mientras que en sus cuencas bajas aumentó, ya que las personas comenzaron a desplazarse aguas abajo.

Se comprueba que hubo entre 2000 y 2010 un empeoramiento debido a la bonanza económica y el consiguiente amento de la demanda en todos los sectores. Sin embargo, a partir de 2015 ha mejorado en muchas zonas y se detecta una tendencia a la desaceleración, con solo la tercera parte de zonas en peor estado que las que empeoraron en el primer decenio, mientras que se multiplica por nueve el número de zonas que han mejorado su estrés, destacando las de China Central.

Los esfuerzos locales se multiplican por doquier, creándose «Planes de trabajo de ahorro de agua de empresas», como el de la provincia de Sichuan del año 2013, que ha logrado agrupar a más de 500 empresas con un consumo de recursos hídricos superior a los 300.000 m³/año, casi el 70 % del consumo total de agua industrial en la provincia. Así se controla el gasto y se sustituye agua convencional por agua reutilizada, aumentando también la eficiencia y disminuyendo las pérdidas en redes, hasta conseguir una disminución del 22% anual, con una tasa de reutilización del 85 %

El efecto combinado de las tres líneas rojas y los incentivos del gobierno provincial, se nota ya y permite apreciar en todo el país los impactos positivos de una gestión más eficaz, mediante una legislación y un control más adecuado de los usos del agua.

En un país tan enorme, es lógico, aunque no sea deseable, que existan diferencias de estrés hídrico entre unas regiones y otras. Quedémonos con la parte positiva de los datos recientemente publicados al respecto: desde la promulgación de la política de las tres líneas rojas, tanto los diferentes sectores de negocio que usan agua, como el sector del abastecimiento y la distribución doméstica siguen una tendencia positiva que ayuda a rebajar el estrés hídrico. Cierto es que lo medido se refiere solo a la situación existente en dos años concretos, 2010 y 2015. Si los datos futuros corroboran esta tendencia, estaremos en el buen camino para conseguir que, con una gestión adecuada, los países que padecen mayores problemas de escasez de agua y además están en vías de desarrollo, pueden mejorar su situación si actúan y aplican políticas públicas avanzadas y las acompañan de los incentivos más seductores posibles

Paralelamente, la generación de lluvia artificial con tecnología espacial seguirá su ruta, intentando paliar el estrés en las zonas más desfavorecidas por el clima. Una de cal y otra de arena en la gestión del futuro del agua. Esperemos que todo sume.

 

Lorenzo Correa

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