Hace unos días, nuestro invitado de hoy, el poeta leonés Eugenio de Nora, emprendió su último viaje al Olimpo de los Poetas, cuando ya veía muy cerca el llegar en espléndida madurez a cumplir su primer centenario. Descanse en paz.
Antes de marcharse, nos ha dejado un poema, su Carmen del amor implacable en el que el agua adquiere suficiente protagonismo como para poder ocupar un lugar de honor entre nuestras poesías acuáticas.
Como bien dice Luis García Montero, con quien también contamos en nuestra galería poética, “la poesía es un compromiso con la sociedad actual y por eso el poeta busca palabras para responsabilizarse de lo que dice”
No hay mejor definición para explicar a quien aún no haya leído su obra, la poesía de Eugenio de Nora, poeta social por excelencia que impone en sus versos el protagonismo del hombre voluntarioso, el que sabe esperar y deja de lado al hombre angustiado, el que desespera, para poner de moda el existencialismo entendido como compromiso social y político, como hicieron también sus (y nuestros) admirados Blas de Otero, Gabriel Celaya o José Hierro.
En el poema de hoy, como en todos los suyos, desborda vitalidad, como el mar y reivindica la vida con esas implacables olas del recuerdo que nos llevan a adentrarnos en la noche profunda del ser y re-conocernos, como Eugenio que en su poesía se debate entre la memoria y la esperanza, entre el desengaño y la trascendencia para resistir a la desesperación.
Volvamos al origen leyendo a Eugenio y volvamos al presente, fundiendo a ambos en el húmedo caudal que nos deja oír la palabra del agua, que siempre nos hará acordarnos del principio.
Lorenzo Correa
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