Sierra Morena, es mucha sierra: paso obligado de todos los invasores ibéricos, crisol de civilizaciones, productora de galena argentífera desde la época romana hasta finales del siglo pasado, espectadora privilegiada de la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, lejana oteadora de la derrota del ejército napoleónico en Bailén en 1808. Su subsuelo enriqueció a romanos, ingleses y belgas que explotaron sus míticas minas de plomo. Además es una de las escasas reservas celestes certificadas por la Fundación Starlight.
Entre el cielo y el subsuelo, corre el agua de sus ríos que van a unirse con el Guadalquivir. Seguro que las estrellas se asoman cada noche a verlos. Nosotros desde el suelo, les queremos mostrar hoy uno de sus cauces, modesto pero bravo: el río Acero que contribuye a ampliar nuestro catálogo de ríos humanos. Vean en la foto de portada como, aunque en verano no va sobrado de caudales, nos recuerda su bravura en las raíces que afloran de un árbol de ribera, como secuela de su hambre insaciable durante las últimas avenidas. Pero en primavera, es otra cosa… con su bucólico aspecto les dejamos
Lorenzo Correa
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