Cuando se cumplen 116 años de su nacimiento, el sevillano Luis Cernuda sigue vivo en nuestro recuerdo, con su poesía manando cual fuente inagotable de emoción. Como no podría ser de otra manera, el agua impregnó la producción poética de alguien que se proclamaba poseído por el delirio del amor. Como ejemplo, su poema en prosa “La riada” incluido en su “Ocnos”, en el que mientras relata las consecuencias de una de tantas inundaciones de invierno en Sevilla, nos narra impecablemente la despedida de la niñez, acunando sus sueños la lluvia caudalosa en una isla mecida por las aguas.

Saciemos ahora nuestra sed de poesía en este jardín, que Cernuda nos hace visitar entre el silencio de la tierra indolente, con este «Escondido en los muros«, escrito también cuando la soledad de la niñez del autor daba paso a la soledad de su juventud, a esa soledad que nunca le abandonó. Y es que, como nuestro poeta del agua Pedro Garfias exhibe como epitafio en su mexicana tumba, » La soledad que uno  busca no se llama Soledad, soledad es el vacío que a uno le hacen los demás» 

Lorenzo Correa

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