Hasta ahora no habíamos incluido algo tan lírico y acuático como las lágrimas en nuestra sección poética. Aquellas que son tan efímeras, que ninguna llegó a ser diamante o que cuelgan de los sauces congeladas en invierno, o que desinfectan el dolor, como escribió Ramón. Ya es hora de hacerlo porque la lágrima es en un 95% agua producida por la glándula lagrimal y porque la lágrima es una manifestación de emociones, que aparece cuando esa emoción que nadie puede evitar nos posee y comienza a liberar o a remover algo en nuestro interior. Cuando algo se mueve en lo más profundo de nuestro ser, se lo comunicamos a los demás y a nosotros mismos con agua, es decir con lágrimas.
Un químico nos diría que contienen leucina encefalina, neurotransmisor opioide producido en el sistema nervioso central para apaciguar el dolor, como la poesía y como la propia agua que apacigua la sed, ese dolor tan humano.
Un poeta nos diría lo que Buesa, el poeta cubano de hoy que por segunda vez nos visita, expresa en su soneto: que es llama de la que el corazón se desahoga.
Disfrutemos de las lágrimas, de esa evacuación de agua y de penas o alegrías que nos permite disminuir tristezas, enfados, ahogándolos en cada gota. Y es que , Ramón dixit, los peces no necesitan llorar, porque el mar es pura y salada lágrima
Lorenzo Correa
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