El ético futuro del agua del “World Resources Institute”


A todos los que no preocupamos por el futuro nos interesa aprender y compartir las enseñanzas de quienes saben más que nosotros. Por eso hoy vamos a compartir la visión de futuro del World Resources Institute, en adelante, WRI, acudiendo a sus fuentes y analizando sus prospecciones.

Todas las organizaciones y personas que forman parte de un sistema social “con causa”, basan sus acciones en valores y principios éticos y por ello, solidarios y universales. Desde la perspectiva del coaching ontológico, la ética no surge de la razón, sino de las emociones, aunque usemos la mente para argumentar y dar justificación a nuestros asuntos éticos, para así poder cimentarnos en argumentaciones surgidas de valores trascendentales que validan nuestro discurso y entendemos que invalidan aquellas conductas que consideramos no éticas. Este y no otro, es el juego al que juegan también en el escenario de la gestión del agua los gestores, públicos o privados, por un lado y las ONG académicas por el otro.

En ese escenario se decide el futuro del agua, y el público asiste a la representación de emociones, interpretando lo que ve en función también de sus valores, creencias y principios en un trenzado emocional-cultural continuo de declaraciones y acciones donde todos los actores persiguen un rápido acceso al bienestar de otros seres humanos, mediante una conducta ética de fundamento biológico que genera un interés que se aplica como una cultura.

Uno de los actores protagonistas en las representaciones del escenario antes aludido es el WRI, ONG global dedicada a la investigación para aportar equidad y prosperidad a través de la administración sostenible de los recursos naturales.​ Data del año 1982, gracias a la aportación económica de  la Fundación John D. y Catherine T. MacArthur. Es independiente de la política, no tiene fines de lucro y da trabajo a más de 450 científicos, economistas, politólogos, analistas empresariales y estadísticos, geógrafos, y comunicadores que desarrollan y promueven políticas con el objetivo de proteger la Tierra y mejorar la vida de las personas.

Para ellos, como para nosotros, hablar de recursos futuros es hablar sobre todo de inversiones, porque un futuro en el que se generen y empleen recursos sostenibles y resilientes al clima, exigirá unas importantísimas inversiones, cifradas, para dentro de dos años en 5.700 billones de dólares al año en la construcción y mantenimiento de infraestructuras verdes que garanticen el acceso universal al agua limpia, al transporte sostenible y el uso de energía renovable. Su premisa fundamental es que “para asegurar el bienestar humano será necesario invertir en iniciativas que aporten beneficios sociales, ambientales y económicos

WRI trabaja para el futuro, también del agua, actuando en muchos frentes distintos, pero sobre todo en uno clave, que es el de redirigir caudales monetarios a nivel mundial para apoyar el desarrollo sostenible, animando a las empresas privadas y a las administraciones públicas a dedicar cada vez más dinero a redactar y ejecutar proyectos que beneficien a la sociedad. Además, ofrece a los gobiernos locales y nacionales recomendaciones para implementar políticas que atractivas para este tipo de proyectos y da apoyo a las instituciones para conseguir que introduzcan factores de protección ambiental en sus presupuestos y actúa a nivel mundial en seis ámbitos distintos: ciudades, clima, energía, alimentos, bosques y agua.

Veamos cuáles son algunas de sus ideas sobre el futuro del agua, porque el líquido elemento es el motor del mundo, pues sin él en unas condiciones de uso aceptable, no hay industria, ni agricultura ni producción de energía aceptables. Además, todos los sistemas sociales y todas las agrupaciones de seres vivos dependen del agua para su supervivencia en buenas condiciones saludables, higiénicas y de confort.
El equilibrio en el reparto que hasta ahora se ha mantenido con enormes dificultades en el primer mundo y simplemente no ha existido en el tercero, está amenazado de muerte, tendiendo a empeorar en todos los casos. Así las cosas, más de mil millones de personas viven actualmente en regiones con escasez de agua, y hasta 3.500 millones podrían experimentar esa escasez para el año 2025. Cada vez hay más masas de agua dulce y litoral y más suelos contaminados, y ello deteriora sus ecosistemas asociados. La amenaza del calentamiento global preocupa en cuanto a su repercusión sobre los patrones de precipitación y el aceleramiento del derretimiento de los glaciares, incrementando inundaciones y sequías.
Para revertir esta tendencia, WRI colabora con sistemas sociales del tipo empresas, gobiernos y organizaciones de todo tipo para construir un futuro con agua suficiente y confiable, asumiendo el reto de dotar a los usuarios de todo el mundo de agua en cantidad y con calidad suficientes sin afectar a los ecosistemas. Este es su rol en el escenario de la gestión del agua, su trenzado emocional-cultural de declaraciones y acciones, que persigue un rápido acceso al bienestar de todos los seres humanos, mediante una conducta ética de fundamento biológico que genere un interés que se aplique como una cultura…del agua
Como ejemplos de estrategia disponen del proyecto Aqueduct, que incorpora datos actualizados continuamente para generar mapas mundiales de riesgos hídricos, que sirvan como aviso y guía a los afectados para conocer su situación y adoptar las medidas necesarias para resolver el peligro asociado a dichos riesgos. Han diseñado un visor cartográfico del riesgo del agua, para facilitar a empresas, inversores, gobiernos y cualquier tipo de usuario la ubicación de los riesgos en cualquier lugar de la Tierra. Además, mediante la herramienta Aqueduct Global Flood Analyzer, se dispone de una plataforma interactiva en la red que mide los impactos de las inundaciones fluviales sobre los núcleos urbanos, sus repercusiones sobre el producto interior bruto y el número de personas afectadas por país, estado y cuenca fluvial. El mapa indica la exposición promedio de países y cuencas a cinco de los indicadores de riesgo hídrico de Aqueduct: estrés hídrico de base, variabilidad interanual, variabilidad estacional, ocurrencia de inundaciones y severidad de sequía.

Por otra parte, el WRI efectúa análisis económicos para dar a conocer la mejor solución para reducir la contaminación del agua, restaurar masas de agua muy modificadas y sus ecosistemas y colaborar solidariamente en la resolución de las guerras del agua, que como ya hemos visto en estas páginas, son más de las que creemos y amenazan con incrementarse en el futuro.

Últimamente han estado colaborando con varias ciudades chinas y estados indios en el ámbito del saneamiento, introduciendo el novedoso concepto de contemplar las aguas residuales y sus lodos como una materia prima aprovechable y reutilizable y no como un desecho maloliente, para poder disponer de más agua de calidad, reducir estrés hídrico, emisiones de gases de efecto invernadero y producir energía renovable. Lo más importante es que por primera vez en China, se han conseguido introducir en el decimotercer plan quinquenal actuaciones de recuperación de energía y tratamiento de lodos de depuradora.

Si hay dos países en el mundo en los que la urbanización se extiende como la pólvora, esos son India y China. Aquí ya hemos tratado la repercusión de la impermeabilización y la urbanización desmedida sobre el comportamiento del agua en una cuenca. Además, un chino dispone de solo un 35% del agua que usa un ciudadano de un país desarrollado y un indio, solo un 19% de esa cantidad. Las aguas residuales no tratadas tienen mucha culpa de esa escasa disponibilidad.

Cuando se dispone de ella, la depuración convencional consume mucha energía y libera gases de efecto invernadero como el metano y el óxido nitroso.

Aquí ha entrado, desde el año 2013 el WRI, introduciendo en seis grandes ciudades chinas la visión de la economía circular en estos aspectos, ayudándoles a adoptar soluciones de reutilización que permitan cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible que afectan a una mejora de la calidad del agua con menos residuos y menos emisiones de gases de efecto invernadero, usando energías renovables.

El año pasado se iniciaron tres nuevos proyectos de tratamiento de lodos de depuradora para convertirlos en combustible generador de energía en Beijing. Los lodos producidos por la depuración de las aguas de 4,5 millones de personas, generan 136 millones de kilovatios hora de energía renovable al año, evitando quemar 41.000 T de carbón. Para 2020, si esta política persiste, se podrían reducir las emisiones de metano de China, actualmente el mayor emisor del mundo, hasta en un 4 %. Además de satisfacer la demanda de energía de la operación de los proyectos, el metano capturado podría usarse para sustituir el uso de 2 hm³ de gasolina, equivalente a las emisiones anuales de gases de efecto invernadero de 1.3 millones de automóviles

Algo similar se hizo en el estado indio de Gujarat, lindante con el Desierto de Thar, donde las torrenciales lluvias monzónicas no dejan su huella a causa de la evaporación que provoca el clima extremo de elevadísimas temperaturas, que hacen desaparecer el agua de sus suelos limosos. Desde el siglo I dC, se empezaron  a construir los famosos “stepwells”, gigantescos pozos con escaleras y terrazas, la mayoría de los cuales hoy están colmatados por sedimentos  o destinados a vertederos de basuras. Los que aún funcionan, disponen de un agua de bajísima calidad, por lo que hay que aportar soluciones diferentes para resolver los enormes problemas existentes. Por eso, con el apoyo del WRI, Gujarat se ha convertido en el primer estado indio en adoptar una política de reutilización de aguas residuales, al haber legislado y obligado a  que los municipios recuperen el 20 por ciento de las aguas residuales que producen. Visto el éxito de la medida, los estados de Karnataka, Madhya Pradesh y Rajasthan han adoptado políticas similares

Nada de esto se puede hacer sin dinero, pues como mencionábamos al comienzo de este artículo, el futuro que contemple la generación y empleo de recursos sostenibles y resilientes al clima, exigirá unas importantísimas inversiones. Afortunadamente el WRI tiene buenos “amigos” que colaboran con él en este sentido. Es el caso de Stephen M. Ross, por ejemplo, que en 2014 donó 30.5 millones de dólares al WRI en Washington para establecer un centro que promueva el crecimiento y la planificación sostenible de la ciudad en los países en vías de desarrollo.

Así podrán ocuparse de cuestiones como la planificación urbana, el transporte sostenible, el cambio climático, los recursos hídricos y la gobernanza en ciudades de todo el mundo. El WRI genera confianza y desde la ética ofrece soluciones. Todo un ejemplo a seguir para asumir los retos que plantea el futuro del agua.

Lorenzo Correa

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