Nuestro primer Premio Nobel del año en visitarnos es Gabriel García Márquez. Poco podemos contar que no se sepa de este gran escritor y mejor ser humano que ha ennoblecido las letras colombianas y la Hispanidad literaria con su pluma y su humanidad.
También cantó al agua, en este caso a la lluvia, en uno de sus primeros poemas, publicado en 1944 cuando el autor contaba solo con 17 años a sus espaldas. Sorprende que lo publicara a tan temprana edad en el diario El Tiempo, en aquella época el principal periódico de Colombia.
El poema, titulado “Canción” llegó a tan prestigioso medio de comunicación gracias a la intervención del también poeta colombiano Eduardo Carranza, a la sazón director de las páginas literarias del rotativo. Por eso su autor, al que por entonces llamaban Gabito, se lo dedica al maestro Carranza, líder del grupo piedracelista, y se inspira en los efluvios que emanan de este movimiento poético, cuyo nombre se deriva del libro de Juan Ramón Jiménez «Piedra y Cielo«.
Carranza se erige como líder del grupo al enfrentarse al paranasianismo de Guillermo Valencia, generando un nuevo y refrescante hálito poético en Colombia con imágenes tan acuáticas como “el arroyuelo azul en la cabeza» de su musa inspiradora.
No en vano el agua va del cielo a la piedra y de ella al arroyuelo. El poema que hoy nos ofrece Gabo, rememora la fase final de la trayectoria poética de Carranza, protagonizada por el desencanto, y la desilusión del vivir. De esa tarde mojada en su misma tristeza e iluminada por la humildad del homenajeado
Lorenzo Correa
Visita nuestro rincón de la poesía.
¡ Síguenos en las redes sociales !