Donde el Danubio es todavía un río humano


El nuevo año, en futuro del agua nos ha dado por  pedir fotos de ríos a nuestros amigos lectores. Las primeras que nos llegan, de nuestro apreciado, viajado e  ilustrado amigo Carlos Blázquez, corresponden a Donaueschingen, el lugar donde para el visitante nace el Danubio.

Allí se encuentra la Donauquelle, adornada con su famosa fuente rotonda y  sus estatuas alegóricas esculpidas por Adolf Heer en 1895 que representan el Baar, la gran meseta del sur del Estado de Baden Wurtemberg.  Tan humana es la escultura que representa a la madre tierra Baar que muestra a su hijo, el Danubio, su primera visión del mundo y el camino vital que deberá seguir de negro a negro, de la selva Negra al mar Negro, con la sangre que a su arteria aportan las venas originales  del Breg y el Brigach. A este incipiente río humano le quedan casi 700 m de desnivel que salvar y 2840 km que recorrer atravesando 10 naciones. Su infancia transcurre rápido, pues al llegar a Ulm ya se hace navegable y continúa ufano y maduro hacia su futuro del agua.

Imposible aludir al joven Danubio sin recordar el magnífico libro de Claudio Magris (1986), que narra un viaje iniciático por sus riberas  y nos lo pone como ejemplo de la posmoderna construcción de Europa Central, de esa posmodernidad que rechaza las «viejas» ideas de la Ilustración  y define una nueva senda  que parte de la encrucijada de caminos del Imperio Austro Húngaro y de la Prusia alemana. El primero es el viejo camino del Danubio y el segundo, el del Rhin. Danubio es pluralismo, mezcla de naciones  y culturas que se ríen de sí mismas y dudan de todo. Rhin es pureza, voluntad de marcar la diferencia y cultura basada en el orden y unos valores tan inmutables que deberían serlo en cualquier lugar. Cultura alemana (Rhin) que representa la modernidad, cultura habsburguiana centroeuropea (Danubio), que representa la posmodernidad, que defiende al individuo, y rechaza creencias limitantes en la necesidad de  la historia, entendida como el hegeliano Weltgeist, el espíritu del mundo, que no quiere ser cegada por la visión hegeliana de la realidad y la racionalidad, porque el fin no justifica los medios.

Magris y el Danubio, Centroeuropa teatro del mundo, río humano testigo impertérrito del crepúsculo de muchas ideologías y de ambiciosas esperanzas revolucionarias que en nada quedaron, reflejadas levemente en el espejo de su corriente. Futuro de la humanidad, futuro del agua.

Lorenzo Correa

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