El serventesio del agua de Valle-Inclán


Confortados aún por los versos de Villaespesa que nos deleitaron en la pasada entrega de nuestra poesía del agua a los que nos dedicamos a otear el futuro del agua con el leit motiv de “a la gestión por la seducción», hoy acude a alegrar los diletantes uno de sus más queridos colegas en lo que al modernismo se refiere: Don Ramón del Valle-Inclán ( Ramón Valle a secas,  para el Registro Civil).

Poco hay que decir para presentarle, todos le conocen y admiran por su prosa y su teatro, aunque su poesía no les vaya a la zaga. Valle escribió lo que soñaba, con esa magia suya tan original como seductora. Para José Agustín Goytisolo, fue un precursor del realismo mágico que cuatro décadas más tarde nos cautivó desde la América hispana. Por eso nos emociona poder recordarlo a los que nos dedicamos a otear el futuro del agua con el leit motiv de “a la gestión por la seducción».

De sus tres libros de versos, elegimos el segundo, titulado “El pasajero” y nos fijamos en su poema “Rosa del paraíso”, integrado por 9 serventesios, cuartetos endecasílabos. El quinto serventesio de este poema es el nuestro, porque del agua trata, rimando su murmullo entre versos pares e impares. Poema estético, por modernista y por ser la estética el mayor “vicio” de su autor.

El verso destila nostalgia de la infancia en esa Galicia que no sería lo que es sin agua  y anticipa la liberación posterior del autor de romanticismos, en su último libro de poemas, “La pipa de kif”.

Sintamos el agua con la sensibilidad infantil con la que la describe el autor, poeta siempre en sus prosas sus teatros y por supuesto en sus versos, que tanto seducen a los que nos dedicamos a otear el futuro del agua con el leit motiv de “a la gestión por la seducción».

Lorenzo Correa

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