Un preclaro  y eximio integrante de las huestes de la primera hora de la bohemia madrileña de la primera mitad  del siglo XX nos envía su poema hidráulico de esta semana, que trata sobre la lluvia. Es Francisco Villaespesa, que comenzó modernista y acabó absorbido por el lodo de la vulgaridad. Tanto, que aún resuenan las palabras de Vicente Aleixandre, joven poeta entonces, cuando Villaespesa fallece en 1936: “nadie se inmutó porque los más nuevos creíamos que ya se había muerto… “

Triste epitafio de alguien que, cosa rara entre bohemios, alcanzó el olimpo de la fama en España e Hispanoamérica con su pluma y su teatro. De alguien que había sido punta de lanza vanguardista con los grandes desgarrados y excéntricos, como Carrere, Sawa o Machado (don Manuel). A la mayoría de ellos se los llevó la absenta, la miseria,la guerra o el olvido. Pocos quedaron eternos y reconocidos. Dice Luis Antonio de Villena que se quedó tristemente dormido en sus viejos laureles.

Recuperémoslos para nuestro rincón de la poesía con esta triste analogía entre la monotonía de la lluvia tras los cristales y la tristeza que produce la juventud que se fue…   y cambiémosla por la alegría que nos da leer a un Villaespesa joven, bohemio  y moderno, fantaseando en verso sobre la lluvia

Lorenzo Correa

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