Piedralaves: lo que el río ha unido que no lo separe el hombre


En este comienzo de año seco en España, apetece recordar veraneos de la infancia  y sus relaciones con el agua. Revisando viejas postales, encontramos las fotos, borrosas por la pátina del medio siglo que ya llevan encima, que hoy mostramos en nuestra sección de ríos humanos y que corresponden a lo que en nuestra niñez era el entorno de la garganta de Nuñocojo en Piedralaves, lugar de reposo de cristalinas aguas y fresquísimos aires, en ese Valle del Tiétar en el que León Felipe regentó una farmacia en su años jóvenes en el vecino municipio de La Adrada.

¡Cuántos veranos vimos pasar sus límpidas aguas que buscaban, como hoy el encuentro en un punto, lejano de visitar  para nuestras posibilidades de viaje, con el padre Tiétar. Observábamos con sorpresa con nuestros primos cómo cantaban bajando desde las cumbres de Gredos, donde los abuelos nos contaban que vivieron (y se las bebieron) los maquis, e  imaginábamos sobre el mapa, ya dentro del río padre, su posterior recorrido serpenteante, marcando el límite entre las dos Castillas, hasta penetrar en la Extremadura y entregarse al Tajo para llegar al Atlántico. ¡Cómo envidiábamos a esa modesta gota que veíamos pasar confundida con sus hermanas, qué paisajes conocería que nosotros ignorábamos! 

Las garganta, ahora ya más mayores y con otros cauces más caudalosos ya vistos por el mundo, podría parecer a un americano, a un africano  o a un asiático un modesto riachuelo sin importancia, pero para nosotros no lo es, porque nos une con muchas cosas: con las emociones de la niñez perdida; con el agua que se bebe en Piedralaves, que de su embalse aguas arriba viene; con el entorno circundante, para nosotros prístino en nuestra niñez, pero que no lo era, porque ya unía a sus ribereños con el progreso al albergar numerosos molinos a los que entregaba su energía, que ellos luego le devolvían en forma de lana y agua mansa, tras pasar por la rueda; con la luz que produce aún hoy su turbina;  con ese primer deporte del niño de entonces, que era la excursión y esa eterna obligación del necesitado, que era caminar arriba  y abajo entre los pinos, cabe el cauce.

Con los baños de estío en la charca de la Nieta, con las comidas familiares oliendo a resina… con nuestro querido amigo Francisco Javier Sánchez Martínez, joven, piedralaveño, amante de los cauces y maestro máximo en inundabilidad de territorios, con el que a veces debatimos sobre filias futbolísticas, pero nunca sobre Piedralaves, porque su cauce nos une sobre esa pasarela, cuya inseguridad produce ternura, a la que tantas veces nos asomamos como los paisanos de la foto. 

Humana garganta de Nuñocojo, que a pesar de los años, continúa viva en Piedralaves. No se la pierdan y únanse a ella, ahora tan rodeada de urbanizaciones.  

    

Lorenzo Correa

¡ Síguenos en las redes sociales !

twitter          fb

¿Te interesa la gestión del agua desde la perspectiva del coaching?

Envía un correo a contacto@futurodelagua.com para más información sobre la participación de Lorenzo Correa en charlas, conferencias, formaciones o debates a nivel internacional.

Recibe un email semanal con nuestras publicaciones

Te das de baja cuando quieras.


Deja un comentario