Incrementa nuestra galería de poemas acuáticos uno de un poeta «maldito», el cubano Severo Sarduy, aquien el bloguero sevillano Jaime Puig califica de «transbarroco», en un inteligente ejercicio de situar en el marco que le corresponde a un escritor hermético por su forma de escribir y de ser y por su procelosa travesía vital durante la época que en Cuba le tocó vivir, debido a su declarada homosexualidad. Su heterodoxia y su punzante lira provocó grandes rechazos entre el conservadurismo , apartando su obra de las estanterías en las que se muestran los libros del momento.
Hermético y disparatado, fue escritor del absurdo que denuncia las carencias intelectuales y sociales del mundo en el que vive. Además pintó y gracias a ese don, hoy nos describe y pinta nítidamente las húmedas terrazas del río que se llevó el templo y todo lo que había dentro, con precisión pictórica, añadiendo a la crudeza de la interpretación visual de una avenida, el lirismo de su expresión poética, con la sazón de la muerte, que siempre sobrevuela su obra, como ocurre también durante la inundación
Recorramos con Sarduy, discípulo predilecto de Lezama Lima, el río desbordado hasta su delta
Lorenzo Correa
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