World Toilet Day: we’ve got the tools, let’s make it happen


El domingo 19 de noviembre, se conmemoró en todo el mundo uno de los días más importantes dedicados a aspectos relacionados con el agua y que tiene como objeto concienciar tanto a gestores como a usuarios sobre uno de los aspectos claves que determinan su futuro. Aunque a algunos pueda sonarles algo escabroso, el objeto de este día mundial es imprescindible para nuestra vida cotidiana y constituye un enorme problema para quienes no pueden disponer de él. Nos referimos al retrete.

En esta edición del “día mundial” se pretendió remover conciencias para comenzar a actuar y resolver la situación actual: nada más y nada menos que  2 400 millones de personas carecen de acceso a este esencial adminículo y lo que esta ausencia  provoca es que aumente el volumen de aguas residuales que se vierten al ecosistema sin ser tratadas, que alcanza la escandalosa proporción del 80% del total de las aguas vertidas en el mundo, ascendiendo en el África subsahariana al 90%. El problema se agrava en este continente puesto que el auge urbanístico del que ya hemos hablado aquí supondrá que más del 50% de la población será urbana 2030  con cobertura de saneamiento de solo el 30%.

Aunque hay muy pocos datos sobre el número de personas que no dispone de aseos en el trabajo, sabemos que solo el 40% de la población urbana del África subsahariana tiene un inodoro en su hogar y que allá donde los hay en el trabajo, el problema más importante  a resolver reside en cómo  el empresario define y controla  las pausas para ir al servicio. Parece lógico pensar que una restricción del número de visitas al aseo provocará la necesidad de aguantarse las ganas  y de comer  y beber, decisiones muy incómodas para quien las toma, con afecciones a la salud, especialmente para las mujeres. Y todo ello, supone absentismo laboral y provoca enfermedades.

Con estos datos, no es difícil entender que el “leitmotiv” de este año haya sido el de concienciar a la humanidad para actuar con decisión aplicando las medidas necesarias para una mejor gestión de aguas residuales, porque en la actualidad, su estado afecta a la supervivencia, a la salud, al bienestar y al progreso de los que desgraciadamente no disponen todavía de redes de saneamiento confiable en su entorno vital.

Los datos de la OMS son demoledores: 1.800 millones de personas en el mundo beben agua que contiene heces contaminadas con excrementos y de ello se desprende una espiral de consecuencias terribles que se encadenan de la siguiente manera: una de cada diez personas no tiene más opción que defecar al aire libre; la diarrea ocasionada por ausencia de redes de saneamiento en condiciones y de agua no potable mata a un niño diario menor de 5 años cada día.

Esta terrible lacra está íntimamente relacionada con el 50% de los casos de desnutrición infantil, que afecta de una forma letal el desarrollo físico y mental de los niños; la transmisión de enfermedades en el lugar de trabajo, principalmente debido a las malas condiciones de saneamiento e higiene, causa el 17% de todas las muertes relacionadas con el trabajo. La pérdida de productividad debida a enfermedades ocasionadas por la falta de saneamiento y las malas prácticas de higiene supone unos costes del 5% del PIB de los países afectados, evaluándose en 260.000 millones de dólares al año las pérdidas ocasionadas por la falta de acceso al agua potable y la carencia de redes de saneamiento, achacables a pérdidas de tiempo en buscar agua fiable, gastos médicos y carencia de productividad por enfermedades. Sin embargo, el beneficio obtenido al dotar de retretes a las viviendas del mundo rural que ahora no lo tienen, sería entre cinco y siete veces superior a los costos.

Además estas carencias inciden también sobre la seguridad de las mujeres, obligadas a salir solas de su domicilio, de día o de noche, para buscar agua, lo que anima a muchos desaprensivos a atacarlas, por lo que en muchas ocasiones, debido al pánico al ataque, deciden no salir  y consumir agua en pésimas condiciones cualitativas. El dilema es angustioso: o asalto o infección segura.

En el ámbito escolar, tan difícil de normalizar en países subdesarrollados, el drama también está presente, porque se pierden a causa de las enfermedades mencionadas, 272 millones de días de clase en el mundo cada año. Otra macabra consecuencia que limita muchísimo las posibilidades de educación de la mayoría de los alumnos y por ello les condena a una vida de miseria, enfermedad y privaciones en su hábitat natural o a buscar una vida mejor muy lejos de él, con los evidentes riesgos y complicaciones que supone para ellos convertirse en inmigrantes ilegales.

En la empresa, la carencia de aseos perjudica gravemente al negocio, porque la mala salud inducida a los trabajadores se transforma en absentismo, incremento de bajas médicas, pérdida de concentración, agotamiento y descenso de la productividad.

Si nos trasladamos del hogar, el colegio y la empresa, al medio la ausencia de saneamiento produce una contaminación insufrible en acuíferos y cauces, así como el derroche  de ingentes volúmenes de agua que no se puede consumir, mientras que la sequía se adueña de cada vez más entornos antes húmedos. Aquí es la recurrente llamada a la reutilización la que alza de nuevo su voz con firmeza.

Vista la magnitud del problema, nos preguntamos cuánto puede costar que la situación se mantenga como hasta ahora o que empeore: Sabemos que el cumplimiento de la meta fijada en los Objetivos de Desarrollo del Milenio para 2015 (conseguir que la mitad de la población tenga acceso al agua potable y disponga de sistemas de saneamiento),  al evitar los cientos de millones de días de baja por enfermedad al año antes citados, supondría un ahorro anual de unos 7.000 millones de US dólar para el sector de la salud.

En India, han estudiado el tema a fondo y han llegado a la conclusión de que el tiempo perdido en buscar un lugar adecuado para hacer las necesidades, o simplemente un lugar al aire libre, provoca unos costes por pérdida de productividad de 10.000 millones de US dólar anuales, equivalentes al 20% del PIB.

Aunque resulte difícil creerlo, se han cuantificado las pérdidas de productividad derivadas de contraer enfermedades provocadas por la ausencia de saneamiento y por una higiene inadecuada, en un 5% del PIB de los países que sufren este tipo de carencias.  Si nos fijamos en el sector textil a escala mundial, el 80% son trabajadoras que se ven especialmente afectadas en estos casos, ya que es indispensable que dispongan de instalaciones limpias e independientes que les permitan mantener su dignidad, sobre todo cuando se encuentran en el período de menstruación  o de embarazo. Lo mismo pasa en la escuela  y por eso la solución de este problema puede potenciar la consecución de los objetivos del proyecto llamado “girl effect”, consiguiendo la participación de la mitad de la población en la sociedad.

Porque el “girl effect” solo se consigue  cuando una niña tiene alta su auto-estima y cuenta con el apoyo de su familia y comunidad. Cuando posee habilidades, ideas y conocimientos. Cuando tiene acceso a servicios, comparte modelos de conducta y puede relacionarse con otras chicas. Porque cuando puede hacerse visible y la dejan hablar,  puede exigir permanecer en la escuela, recibir atención médica, casarse y tener hijos cuando quiera.

La realidad actual es que, incluso cuando se dispone físicamente de un retrete en el lugar de trabajo, ello no significa necesariamente que las personas tengan acceso a un sistema de saneamiento seguro y eficaz. Lo será solo si  hay un número suficiente de aseos, si funcionan bien, si están limpios, si se pueden cerrar con llave, si hay instalaciones separadas para hombres y mujeres y si hay agua corriente para que la gente se pueda lavar las manos o para que las mujeres puedan atender las necesidades relacionadas con la menstruación de forma segura.

  • La Organización Internacional del Trabajo calcula que el 17% de las muertes relacionadas con el trabajo que se producen cada año se deben a enfermedades transmitidas a causa de unos sistemas de saneamiento deficientes y unas prácticas de higiene insalubres.
  • En el Reino Unido, los días de baja por enfermedad cuestan a las empresas un mínimo de 117 dólares por persona y día
  • En Vietnam, la rentabilidad fue un 7,6% superior en las fábricas en las que los trabajadores se mostraron más satisfechos con la calidad del agua, el aire, los aseos, el comedor y los servicios de salud prestados, manteniéndose los demás factores constantes

Pocas personas saben que el valor de la demanda mundial de agua potable  y sistemas de saneamiento sobrepasa los 50.000  millones de US dólar, por lo que existe un enorme potencial por explotar. Por eso es tan importante para el futurodelagua  y sus profesionales comenzar a trabajar para implementar estos sistemas, porque hay una evidente oportunidad de negocio a largo plazo,  y además con ello se está “invirtiendo” en ética, otorgando derechos humanos a quienes no los tienen, acelerando el progreso y atrayendo inversiones a países desfavorecidos

¿Dónde está el negocio? Casi en todas partes, pues la Evaluación anual mundial sobre saneamiento y agua potable realizada en 2014 por ONU-Agua indica que menos del 20% de los países que participaron en ella tenían capacidad suficiente para satisfacer las necesidades de saneamiento de la población rural, y eran aún menos los que habían planificado cómo  resolver esa deficiencia. Y resolverla supone invertir en varios sectores: el educativo, el de desarrollo de competencias de los trabajadores y el de creación de entornos propicios.

Ayudar a la proliferación de empresas destinadas a resolver el problema sanitario es garantizar  prosperidad a una mayor velocidad que si no les ayuda, porque la población está creciendo con rapidez, particularmente en las ciudades de los países de renta baja, y su necesidad de sanitarios y de eliminación de residuos ya es acuciante. Los proveedores de servicios a pequeña escala podrían contribuir de forma decisiva a abastecer de retretes a la población rápidamente y a iniciar la transformación de los barrios marginales. No hay más que comprobar cómo en  la Unión Europea hay más de 2,5 millones de personas empleadas en el sector de la gestión de las aguas residuales y los desechos sólidos.

Mientras tanto, los trabajadores sanitarios de los países pobres son los estigmatizados por hacer trabajos que nadie desea hacer. Como ejemplo, en 2013,  India promulgó una nueva ley que prohíbe la construcción de más váteres insalubres y el empleo de personas para extraer manualmente, sin ningún tipo de protección, las heces humanas de letrinas rudimentarias. Aunque la erradicación de esta práctica llevará tiempo, los sistemas de saneamiento están mejorando en la India y el Gobierno está rehabilitando a estos trabajadores, capacitándolos para que puedan ganarse la vida por otros medios e impartiendo educación a sus hijos (ONU India, 2014). La condición social de estos trabajadores también mejoraría si se valoraran y respetaran más estas tareas.

¿Qué hacer?. Podríamos comenzar a actuar así:

  1. Convirtiendo el saneamiento en una prioridad política y financiera de Estados, socios privados y partes interesadas locales y nacionales
  2. Considerando el sector de saneamiento como una cadena en la que deben cuidarse al máximo sus eslabones para evitar que se rompa: recursos humanos, tecnológicos y financieros; evacuación, transporte, vertido y reutilización , experiencia, tratamiento de la información y educación. Cada eslabón debe estar perfectamente diseñado para garantizar el cumplimiento del objetivo: evitar cualquier dispersión o fuga de aguas residuales al medio y convertirlas en un recurso de valor como recurso hídrico que genera empleo. No debe olvidarse el eslabón institucional- legislativo que permitirá revestir de autoridad a las administraciones locales y otorgarles más medios gestionar mejor
  3. Garantizar una gestión sostenible (organizacional y económica) y equitativa del servicio, que involucre a todas las partes interesadas (población e industria), garantizando el acceso a los más necesitados, aumentando la conciencia pública y promoviendo mejores prácticas y comportamiento, porque todo se inicia en la administración local

Nos despedimos recordando las palabras de la nigeriana Amina J. Mohammed Vicesecretaria General de Naciones Unidas  que titulan este post,  «Tenemos las herramientas, ¡hagamos que suceda!»

Lorenzo Correa

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