Para definir de la mejor manera posible los objetivos de la gestión futura del agua, conviene conocer a fondo la que se realiza en el presente para evaluar con la máxima objetividad posible los aciertos y errores cometidos hasta ahora y corregir los segundos acrecentando los primeros.
Pongamos como ejemplo tipo, sin señalar a nadie, el de un país europeo, de los considerados como avanzados. Allí, el presente de la gestión del agua se ha convertido permanentemente en un avispero espasmódico, que se aloja en un hábitat en el que el líquido elemento no es más que un arma arrojadiza para arrancar un puñado de votos de determinados territorios más o menos favorecidos o agraviados, aunque siempre enormemente mediatizados por creencias y valores inamovibles.
Así vemos que no se avanza ni un milímetro hacia el futuro anhelado y la gestión se reduce a hacer girar una noria que nunca se detiene, girando a velocidades variables y aleatorias que solo consiguen marear a los clientes .
Cuando aumenta de manera siginificativa la velocidad de giro, no se produce avance alguno hacia un reparto solidario basado en el respeto a TODOS los usuarios, incluidos los que no votan, ni hablan, ni se quejan (aunque ello se prometa a los clientes), y se genera una enorme desconfianza de los que pagan y usan hacia los que gestionan y planifican pues hay dos bandos irreconciliables que ni escuchan ni respetan, solo se enfrentan . El mismo efecto se consigue cuando la velocidad es lenta, aumentando la incomodidad de los viajeros que se impacientan. La consecuencia es una representación que nunca acaba, dejando exhaustos a los espectadores de buena fe, que abandonan la atracción de feria y exasperando cada vez más a los que, también de buena fe, creen que alguna vez acabará.
La combinación de una fuerza horizontal generada por bienintencionados que abandonan la feria, con una vertical generada por bienintencionados que quieren cambiar todo de arriba abajo escalando la estructura de la noria para tener otra perspectiva de lo que ocurre genera el movimiento eterno de la noria, que nunca para, excepto cuando para carga y descarga clientes, llenándose y vaciándose cíclicamente, entre el espasmo y el marasmo.
Seducción y deconstrucción son en este caso las claves de «otra»planificación. Hay que trabajarse el agua de otra manera y con otros objetivos. O cambia quien tiene que gestionar o nada cambiará hasta que sea demasiado tarde para hacerlo con donosura.
Si alguien de los que esto lee identifica este país con el suyo, podrá interpretar identificarse o no con lo hasta ahora escrito y sacar sus consecuencias, que es para lo que escribimos.
¿Y qué sucede en los países considerados menos avanzados, en los que el presente de la gestión del agua se enmarca en un escenario bien diferente?
La diferencia con el primer caso estriba en el tipo de problemas que hay que resolver. Aquí el reto es el abastecimiento con agua que no mate ni enferme a los clientes y el saneamiento de las aguas usadas para conseguir sobrevivir con garantías higiénicas y no acabar con flora y fauna.
Si además se garantiza un paulatino desarrollo industrial equilibrado y unas cosechas generosas mediante un uso eficiente y solidario del recurso, el objetivo del futuro estaría conseguido. Como la escasez de agua es la causa principal y única en la mayoría de los casos del estancamiento económico y de la emigración masiva y ésta se agudiza con el incremento exponencial de la población mundial, la tensión entre naciones con abundancia y naciones con escasez de agua va aumentando.
La entrada de inversores con más o menos escrúpulos en países con poca “cultura” democrática y escasos cuadros competentes en la materia, complica más la situación porque el agua cae en manos foráneas y es vista como una materia prima más susceptible de generar beneficios constantes con escasos riesgos que como un patrimonio de las personas que la usan. Aquí el agua será para quien la trabaje también.
Queda claro que quien tiene el control sobre un recurso escaso como es el agua dulce, tiene el poder. Conseguir agua dulce puede ser objetivo de acciones militares en disputas por el poder político y económico. Redistribuir económicamente el agua, un recurso sin sustitutos que suele fluir por más de un país, resulta a veces extremadamente complicado.
Casi la mitad de los lugares poblados del planeta se ubican en cuencas de ríos internacionales y casi 50 países de los cuatro continentes tienen más de tres cuartos de su extensión total en dichas cuencas. Hay 261 cuencas internacionales, compartidas por varios países, incluyendo 57 en África y 48 en Europa. Esto quiere decir que casi el 40% de la población mundial vive alrededor de ríos internacionales. Dos mil millones de personas dependen de una cooperación, por ahora casi inexistente, que les asegure el suministro compartido de ese recurso vital. El agua dulce ha estado y está presente en numerosos conflictos entre países
Con estos datos de partida, podemos enfocar mejor los datos del presente del agua, que son inquietantes y por ello no debemos cansarnos de divulgarlos
•Acceso al agua de calidad y al saneamiento: el 10% de la población del mundo no tiene acceso a agua limpia y casi la cuarta parte carece de acceso a un saneamiento adecuado.
•Ubicación de la población: el 85 % reside en la parte más seca del planeta. Las ciudades han crecido de manera exponencial
•Desastres y enfermedades relacionados con el agua: 8 millones de personas mueren cada año a causa de las consecuencias de los desastres y enfermedades relacionadas con el agua.
•Oferta y demanda de recurso: Jamás había sido tan acusada la diferencia entre ambos conceptos, ya que en el último medio siglo la población mundial se ha duplicado y el PIB mundial se ha decuplicado
•Producción dependiente del agua: los productos agrícolas e industriales han experimentado un aumento espectacular que exige unos volúmenes de agua ingentes. Tanto, que más del 70 por ciento de la extracción de agua a nivel mundial se destina a la cadena de valor de los alimentos. Además, las ciudades han crecido de manera exponencial.
El presente del agua define un enorme desequilibrio, un escenario de crisis global en el que sólo una respuesta global puede generar soluciones de futuro. Porque la tendencia imparable a consumir cada vez más agua ha sometido a los recursos hídricos mundiales a una enorme presión
Mantener un planteamiento empresarial tan dependiente del agua como el que se ha mantenido hasta hoy, seguramente significará que la brecha entre la oferta y la demanda de agua dulce en 2030 sea un 40% mayor que ahora.
Aunque parece evidente que ligar la escasez a la economía del agua es fundamental para toda actividad económica, sin embargo, muchos gobiernos y empresas están gestionando el recurso sin armonizarlo con sus estrategias económicas globales. Y planifican su desarrollo dando por hecho que el agua que necesitarán estará disponible cuando y donde sea necesario, y que el sector del agua seguirá navegando al pairo cómodamente ligado al resto de la economía.
La disminución de los recursos hídricos es una cuestión económica muy real. Cuanto más pretendan hacer crecer sus economías los gobiernos de regiones con escasez de recursos hídricos, más tendrán que decidir cómo gestionan y priorizan los diversos usos que compiten por el agua y la que se destine a las ciudades, a la agricultura, a los usos lúdicos y a la producción de energía. Al mismo tiempo, el aumento de la variabilidad climática y las presiones demográficas derivadas de una urbanización concentrada en determinadas áreas de fácil acceso o cercanas a centros neurálgicos de población y decisión, provoca una tensión adicional en el sistema.
La escasez de agua es el riesgo más importante para garantizar la estabilidad económica mundial. Pero, paradójicamente el sector del agua padece un grave déficit de financiación, sobre todo en los países en desarrollo.
La falta de claridad sobre el verdadero coste financiero del agua genera desconfianza en los inversores, que por ello son reacios a invertir en el sector. Paralelamente ocurre algo mucho más grave: las empresas, los agricultores y los hogares carecen de señales e incentivos lo suficientemente potentes como para que no se impliquen en realizar un uso eficiente y productivo. Si no hay confianza, la seducción se difumina y desparece. El leitmotiv de futurodelagua.com vuelve a aparecer también en este caso. Para no hablar del despilfarro, consecuencia de la desconfianza y la falta de seducción, que es un área de enfoque igualmente importante en el que trabajar para el diseño del escenario 2030, que se pretende sea ocupado por dos actores protagonistas: la mejora de la eficiencia y la reducción de la demanda en varios sectores.
Tenemos la visión de un mundo con agua potable suficiente para soportar las necesidades de las personas, los ecosistemas y la economía. Para lograr los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas de poner fin a la pobreza extrema, se necesita un esfuerzo coordinado que permita el nacimiento de economías fuertes, inclusivas y transformadoras, compatibles con la protección de nuestros ecosistemas.
Estos objetivos no pueden ser alcanzados sin agua y ninguna entidad tiene la capacidad de resolver los problemas del agua en el mundo por sí sola.
El trabajo conjunto para desarrollar y poner en práctica las estrategias, políticas, planes y programas más adecuados es el reto. Mediante la colaboración de gobierno, sector privado y sociedad civil. Para definir consensuadamente las prioridades y actividades para mejorar la gestión de los recursos hídricos en los países respectivos y establecer e implementar actuaciones para reducir la brecha entre demandas y recursos para el año 2030.
Esta es el objetivo del 2030 Water Resources Group, asociación diseñada para unir a grupos con un interés común en la gestión sostenible de los recursos hídricos. El 2030 WRG se inició en 2008 a través de una colaboración informal entre la Corporación Financiera Internacional (CFI), el Foro Económico Mundial (anfitrión), agencias multilaterales y bilaterales (como la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación), empresas privadas (Nestlé, PepsiCo y The Coca-Cola Company), y otras organizaciones, como el Fondo Mundial para la Naturaleza. En 2011, la CFI y varios socios acordaron desarrollar una estructura más formal para el 2030 WRG, para ser alojada dentro de la CFI. Después del período de transferencia, el WRG 2030 inició su segunda fase en julio de 2012. El grupo se encuentra ahora en su tercera fase, que va desde 2014 a 2017.
Una herramienta más de seducción del presente, para el futurodelagua, con la colaboración internacional como garantía de la consecución de un paradigma de gestión sostenible de los recursos hídricos.
Ese es el reto, que el agua sea para quien se la trabaje de esta manera
Lorenzo Correa
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