Si hay un río humano por excelencia (en tanto que hilo conductor de una cultura), ese es el Danubio. Véanlo en la imagen, en Budapest, cruzado por sus tres emblemáticos puentes, nexos de unión de la capital húngara y recuerden la magnífica recreación que de él hizo el escritor triestino Claudio Magris en su obra homónima que humaniza el río hasta el punto de hacerle protagonista de un mágico viaje en el tiempo y en el espacio, generando un caudal literario que amalgama la novela, el ensayo, el diario, la autobiografía, la historia cultural, la hidronimia, la geografía y produciendo como resultado un libro de viajes dedicado al río europeo por excelencia del que emana la vieja cultura de la vieja Europa. Así define Magris a la capital húngara:

“Budapest es la más hermosa ciudad del Danubio ; una sabia autopuesta en escena, como en Viena, pero con una robusta sustancia y una vitalidad desconocidas en la rival austriaca;  si la Viena moderna imita el París del barón Haussman, con sus grandes bulevares, Budapest imita a su vez este urbanismo vienés de acarreo, es la mímesis de una mímesis; es posible también que gracias a esto se asemeje a la poesía en su acepción platónica: su paisaje sugiera, más que el arte, el sentido del arte».

Río civilizador que culturiza y humaniza al ojo que le contempla en un viaje sentimental en el podemos contemplar y ordenar cronológicamente la civilización de la Europa Central, las singularidades de sus pueblos y culturas que el río hace una, porque a todas da  y de todas recibe.

Río humano, el Danubio, gracias, entre otros a Claudio Magris

 

Lorenzo Correa

 

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