De nuevo un poeta cubano viene a visitarnos, en una semana que dedicamos a la escasez del  agua subterránea, que se agudiza en el verano tórrido de la Europa sureña: España sedienta, Roma sin agua y José Ángel Buesa, nuestro poeta de hoy, cantándole en verso a un pozo seco.

Este vate precoz,  romántico inveterado, también conocido como el «poeta enamorado»,  nos muestra su  poesía clara como el agua que se extrae de un pozo profundo, con una enorme sensibilidad. La tristeza que transmite la sequedad de ese pozo se transforma, mediante la melodiosa transcripción del poeta, en un mensaje que va directo al corazón: cuando del pozo ya no sale agua es que no hay amor ni alegría  y hay que esperar a la generosa lluvia de otoño para recuperar ambas emociones y poder volver a regar con fruición ese corazón sediento, esa tierra que no da fruto.

Aspiren  y sientan el embrujo de Cienfuegos que Buesa siempre llevó en su interior, su mágico paisaje reducido en este caso a la belleza mustia que rodea a un pozo seco, el que le inspiró estos versos de sequía que nos trasladan a un ámbito de inquietud espiritual, con el espanto del pozo que se queda cuando el agua que se va, no renueva su compromiso de volver renovada.

 

Lorenzo Correa

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