El encuentro con Malcolm Lowry conecta con una poesía con el aroma de las buganvillas de Quauhnahuac, ese fragante aroma mexicano que nunca olvida quien visitó Cuernavaca alguna vez, a la sombra del volcán sagrado de perpetuas nieves. Pero también evoca alcohol mezclado con el agua clara que emana de su indiscutible talento lírico, tan terrible como cautivador.
Hoy nos visita para regalarnos la lectura de su poema “Felicidad”, en la formidable traducción de Mariano Antolín Rato.
En él, por un momento, el atormentado poeta deja de ver su futuro (el futuro), solo en la bebida y nos aporta una visión lúcida de su paraíso terrenal en la que como es lógico, el agua está presente en forma de nieve, borrasca, mar y ese caudal azul que baja del Popocatepelt para traer la paz.
Agua azul turbulenta, sí, pero que le hace olvidar por un momento su inconformismo y rebeldía hacia sus semejantes y su entorno social, que le reconcilia aparentemente en compañía de su amada con el mundo que irremisiblemente va dejando atrás en la lírica estela del alcoholismo. En el inexorable camino al fracaso del desencantado, del que sabe que lo que busca, jamás lo encontrará
Lorenzo Correa
Visita nuestro rincón de la poesía.
¡ Síguenos en las redes sociales !
¿Te interesa la gestión del agua desde la perspectiva del coaching?