acuático de senectud, en el que canta a la fuente y al manantial que la alimenta, con la “saudade” de comprobar cómo al visitar el hontanar cuando las energías del visitante escasean, se encuentra con que la fuente que antes manaba ufana y alegre ahora gotea triste y exhausta.

Poema autobiográfico de su autora y de todos los lectores para que los será también con el paso del tiempo. A todos nos avisa de que  cuando nuestra fuente, que es lo que los demás contemplan cuando nos miran, se va secando, es porque hay algo que se va agotando en nuestro interior.

Pero no importa, es ley de vida…si observamos a nuestro alrededor, si escuchamos con atención, sentiremos muy cerca otro arroyo en el que podremos saciar nuestra sed con el agua bendita que devuelve energías. Cuando una fuente se seca, otra brota, es el milagro del agua que es es el de la vida, por eso el futuro esplendoroso del agua siempre estará ligado a una vida rica y plena.

Busquemos siempre el arroyo que nutre a las violetas y disfrutemos de su perfume, mientras reponemos  las energías necesarias para garantizar un venturoso futuro del agua a la sombra del sauce de Rosalía.