Con rendida admiración recibimos hoy en nuestro miércoles poético del agua a una mujer argentina destinada a la poesía. Alejandra Pizarnik (1936-1972), que en su corta pero intensísima vida, consiguió realizarse en su destino de poetisa.

Hija de emigrantes judíos rusos, arrastró durante toda su existencia el desarraigo del exiliado, la tristeza del emigrante, que ella también sintió, vivió y experimentó en su estancia en París. A la ciudad luz acudió, como muchos poetas y escritores de su generación, para cimentar las bases de su obra mediante las experiencias vividas.

Y para sumergirse con pasión en su brillo eterno. Conoció la urbe de la mano de un guía de campanillas: su entrañable amigo Julio Cortázar, que reflejó en su “Maga”, la protagonista de Rayuela, la personalidad torturada y la imparable fascinación de Alejandra por la muerte. Por esa fascinación, se suicidó  con solo 36 años de edad.

En el Pont dels Arts comienza Rayuela. Allí estaba la Maga. Su protagonista Horacio Oliveira recorre París con ella. Porque la ciudad está donde ella va. Y él ca con ella en un recorrido tan recto como laberíntico. Así es la forma de leer este original libro  de intrinados vericuetos en el seguimiento de sus capítulos. Como el viejo París que van cruzando a través de sus 37 puentes

Alejandra (nacida Flora), nos trae hoy su poema dedicado a la oscuridad del agua. A esa agua amarga que lame las heridas del fracaso amoroso. Y acompaña al dolor vehemente y a la absoluta desesperación, al silencio  y a la desolación. Porque el agua a veces también es oscura.

“Las palabras no hacen el amor, hacen la ausencia. Si digo agua, ¿beberé?

Bebamos con Alejandra en la oscuridad del agua

 

 

Lorenzo Correa

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