El 4 de diciembre de 2016 volvió a ser un día negro en el litoral mediterráneo y atlántico andaluz: un nuevo episodio de concentración de intensas precipitaciones con puntas superiores a los 200 mm, han dejado el trágico balance de dos muertos y terribles daños materiales. La historia se repite y los medios de comunicación se centran, como es lógico, en la narración pormenorizada de los desastres, con fotos y videos espeluznantes. Nosotros queremos desde nuestra inexperiencia completar esas informaciones con el análisis de las causas por las que cada vez que la naturaleza desata su furia en la fachada litoral turística de la Península Ibérica, desde el cabo de Creus hasta el de San Vicente, ocurre lo que ocurre.
Centrémonos en la zona de autos: la Costa del Sol es la mayor superficie urbanizada (e impermeabilizada) del sur español.
La Zona Metropolitana de la Costa del Sol se asemeja a un rectángulo situado entre el mar y unas cadenas montañosas de gran valor ecológico, de 20 km de ancho por 150 km de longitud, ubicado al sur de Europa, en la provincia de Málaga, frente a África, lindante con el paraíso fiscal de Gibraltar y el super puerto de Algeciras.
En su dimensión turística, se compone de 14 municipios litorales además de Málaga, su capital. Los tres municipios interiores que limitan con Marbella (Ojén, Istán y Benahavís) se contagian de la fiebre urbanística, por sus privilegiadas vistas al mar, su entorno natural más ameno que el deteriorado de la costa y por supuesto por su suelo más barato. El contagio se extiende a los municipios cercanos a Ronda y al valle del río Guadalhorce y hacia el este, a la Axarquía. La potencia del virus es tal que llega al litoral gaditano de San Roque, donde las inundaciones de estos días también han sido terribles ( un muerto en la Línea de la Concepción).
En las últimas décadas, la urbanización ha sido una máquina de altísimo rendimiento, alimentada por los fondos europeos, que ha permitido colocar ladrillos sobre antiguos terrenos de cultivo, humedales o eriales y sobredimensionar las infraestructuras de comunicación y transporte: sólo en Málaga, tan afectada por el temporal, se ha procedido en los últimos años a ampliar el aeropuerto, a la construcción de la nueva estación del tren de alta velocidad y a su línea hasta Madrid, a prolongar la autovía A-7, a construir dos autopistas de peaje, la hiperronda y a ampliar el puerto. Paralelamente, el territorio se ha ido impermeabilizando con la potencia del boom inmobiliario español 1996 – 2007 en la Zona Metropolitana de la Costa del Sol, llegando a su apogeo en el cuatrienio 1999 – 2003, con más de 300.000 viviendas nuevas. El resultado final fue el de cuatro millones y medio de viviendas construidas en una década, hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2007.
En la franja litoral, el ladrillo y el hormigón han supuesto que las playas han sido artificializadas mediante paseos marítimos que las limitan, espigones que las alteran y coberturas y canalizaciones de los cauces que en ellas desembocan que se muestran siempre insuficientes cuando llueve fuerte y exigen unas labores de mantenimiento carísimas y a aveces inasumibles por los menguados presupuestos públicos, que deben atender también a sufragar la construcción y el mantenimiento de los sistemas de saneamiento, abastecimiento y procesamiento de residuos en una zona de altísima densidad habitacional cada vez menos estacional.
En el interior, bucólicos y atractivos pueblos típicos, que llaman al turista como la miel a las moscas: Casares, Benahavis, Ojén, Mijas, Torrox, Frigiliana…, sierras intactas (Nieves, Bermeja, Blanca, Alpujata, Mijas) también muy atractivas y todo ello en coyuntural convivencia con el llamado «Valle del Golf» que acoge 21 campos de golf en una franja de 11 km de longitud
Estos sucintos datos pueden explicar por qué cada vez que llueve fuerte, el caos se instala en la zona. Nosotros cuando llueve, lo decimos para que conste. Y no es esto todo, sino que además, aprovechando la circunstancia de la coexistencia de financiación, demanda, buen clima, carácter amable y cordial de los nativos, atractivo para el turista, belleza paisajística y bonanza económica europea, se produjeron grandes irregularidades urbanísticas en la costa y en el interior de la provincia, cuyo paradigma fue el caso de Marbella.
¿Qué puede hacer un cauce estrechado a veces hasta desaparecer, cuya cuenca ha sido severamente (y hasta salvajemente en ocasiones), impermeabilizada por el ladrillo y las infraestructuras?: Quejarse desbordándose. Ahora hay que solucionar este embrollo, lo que no es nada sencill0.
Por eso, eventos de este tipo obligan a trabajar duro a las administraciones responsables de la gestión del agua, en colaboración con Protección Civil, con las administraciones locales y supralocales y también con la comunidad científica dedicada a investigar sobre los riesgos de desastres. Y a incluir este riesgo y su reducción en sus estrategias de desarrollo.
Pero también nos obligan a todos a evitar esos insolidarios comportamientos que resultan de la ocupación de las franjas ribereñas, ignorante o estimulada mediante anuncios o percepciones de falsa seguridad; máxime si lo es por usos pocos compatibles con una rápida, voluntaria y total evacuación de todo aquello susceptible de ser dañado por las elevadas velocidades del agua en su combinación con las alturas de la crecida.
Para ello, debemos entender el río y su mecánica de fluidos: el motor del río es la evaporación, y su lubricante, la infiltración. El motor del río se lubrica trasladando agua allá donde le es físicamente posible: al acuífero aprovechando la permeabilidad de su lecho y márgenes. Al espacio fluvial de sus terrazas (también permeables), cuando ya no admite más caudal. Así recarga el acuífero y fertiliza la vega. Al transferir caudal ensanchando su cauce, reduce la inundación aguas abajo allá donde no puede ensancharse por causas naturales o artificiales (viaductos , defensas duras o motas de tierra). Esta regulación natural se rompe cuando ocupamos la zona inundable, porque no dejamos que el río haga su efecto acordeón, que respire. El dilema está en arriesgarse lo justo para ocupar esos terrenos para que los peligros si se inundan no provoquen daños materiales ni por supuesto pérdidas de vidas humanas
¿Qué hacer?
Actuar con sentido común, solidaridad y conciencia del riesgo y del peligro. Informarse siempre de su existencia antes de decidir comprar, alquilar o usar un terreno situado en el espacio fluvial.
Actuar previniendo la formación de tapones artificiales: retirar del lecho todos los obstáculos y artefactos que sea posible, planificando un programa de mantenimiento y conservación de cauces. Confiar en la benéfica autorregulación que hace la vegetación riparia, manteniendo un flujo centrado y adecuado en el cauce de aguas bajas, que dificulta su colonización por plantas invasoras y ajenas.
Saber que el margen tiene su mejor defensa y consolidación mediante el vigoroso estado de su vegetación naturalmente adaptada y que, por el contrario, una hilera de chopos en primera línea de orilla es la mejor suministradora de futuros troncos caídos que puedan obstaculizar por no señalar las asas de erosión que dejan al desceparse.
Drenar en la medida de lo posible las aguas de la lluvia permeabilizando cualquier superficie impermeable sobre la que ésta caiga.
En zonas urbanas muy densas e impermeabilizadas, además de lo anterior, construir “aparcamientos subterráneos” para el agua.
Todo está ya escrito y con este post no pretendemos descubrir nada nuevo. Solo enfatizar que cuando se produce una inundación, además de preocuparse por buscar culpables, de relatar todas las desgracias ocurridas con pelos y señales, de cuantificar las pérdidas, de auxiliar a los afectados y de reconstruir lo destruido, conviene saber por qué ha pasado, tener muy claro que cuando la madre naturaleza quiera, volverá a pasar, porque las características de una cuenca relámpago e impermeabilizada no permiten que suceda otra cosa y con este conocimiento extendido al mayor número de personas posible, actuar en consecuencia en dos sentidos: trabajando duro para reducir en lo posible el riesgo y tomando precauciones ( individuales y colectivas), para que no nos pille otra vez el toro. Como decían nuestros abuelos “Que Dios nos coja confesados»
Una incertidumbre más en la gestión futura del agua que habrá que resolver seductoramente…porque será muy cara, aunque no lo sea tanto informar y avisar a todos los que residen o pasan por lugares de riesgo, para que nadie pueda volver a decir que “nunca había visto una cosa igual”. Aprendamos siempre de los avisos para navegantes.
Lorenzo Correa
¡ Síguenos en las redes sociales !
¿Te interesa la gestión del agua desde la perspectiva del coaching?
Envía un correo a contacto@futurodelagua.com para más información sobre la participación de Lorenzo Correa en charlas, conferencias, formaciones o debates a nivel internacional.
Te recomendamos a los mejores precios:
Les interesaría conocer el sistema de gaviones flexibles contflexdique, con este sistema de forma sostenible y ecológica, utilizando la propia tierra del lugar en muchos caso, pudiendose vegetar, etc. se puede llegar son personas profesionales y experimentada del lugar a soluciones muy viables y económica, en vez de hacer obras en muchos casos mostruosas y que al final no solucionan el problema, en estos temas se debe actúar de forma conjunta, y con profesionales que sepan como corren las aguas. Este producto se basa en hacer muros de contención con el material del lugar, que trabajan por gravedad y evitan que la tierra se arrastre, pudiendose en cierta forma regular de forma sostenible, amparar laderas, terraplenes, carreteras, etc. De todas formas los organismos públicos no parecen querer hacer caso a otras soluciones que están ahí para usarlas. Parece que da igual que los daños se repitan año tras año, y hay sistemas que harían que estos siniestros se minorasen y que los ríos lleven su cauce natural en lo posible. Le dejo una web donde puede ver todo esto, sobre todo en el blog se entiende como trabaja el sitema. La web es http://www.gavionesflexibles.com
Espero no haberle molestado, pero cuando veo que los males se repiten una y otra vez, considero que al menos que se entere alguien. Muchas gracias por leer mi comentario.
Saludos
Alfonso Ciprés
Muchas gracias Alfonso. Lo leeré con mucha atención porque cualquier innovación en estos ámbitos es de agradecer.
Gracias por el análisis, pero quiero hacer una única observación: No estoy del todo de acuerdo en que la «superficie impermeabilizada con las urbanizaciones» haya hecho el asunto más grave. Si no hubiese habido un sólo metro cuadrado de pavimento, el desastre hubiese sido exactamente igual, o, incluso peor, por el arrastre de barro. Así el agua, al menos iba si carga de sólidos, o con mucha menos que si hubiese arrastrado tierras.
La intensidad de la lluvia ha sido tal que la capacidad de retención de ese suelo es imposible que la retenga.
Y poco más, porque de la vegetación tampoco podíamos esperar mucho, en el hipotético caso de que no existiesen construcciones humanas. Es nuestro clima mediterráneo, en nuestra costa mediterráneo.
Una salvedad más: en la Sierra Espuña sí se solucionó, pero con un proyecto de restauración hidrológico forestal que se ejecutó en unos 100 años.
Gracias
Gracias a ti por haber abierto el debate en un tema tan polémico y difícil de acometer. Nuestro argumento, quizás no muy bien explicado en el post pone a la «impermeabilización del territorio» como mascarón de proa. Entendemos que la impermeabilización se hace para que haya «ocupación» de terrenos antes no ocupados. Y aquí enfatizamos, en la ocupación, está la raíz del problema. La impermeabilización no solo impide que una parte del agua precipitada se infliltre sino que al eliminar masa boscosa y vegetación también elimina la posibilidad de que ellas retengan lluvia. Pero también la impermeabilización y eso sí que lo consideramos importante, acorta los tiempos de concentración y así la escorrentía aumenta su velocidad y deja en el cauce más agua en menos tiempo, ayudando a que se desborde antes. La impermeabilizació provoca la «eliminación» de afluentes que se entierran y por ello las aguas que antes llegaban por un cauce abierto menor a otro mayor en diferentes puntos, ahora o llegan por un tubo (muy deprisa) o no llegan porque el tubo se obturó y entonces la calle que ocupa en superficie el lugar del antiguo cauce, se convierte en un cauce «raro» que en lugar de arrastrar sedimentos que efectivamente ahora hay menos, arrastra otros sedimentos como son vehículos y todo tipo de flotantes, los nuevos sedimentos que obturan canalizaciones, puentes etc. Y por último, la impermeabilización supone estructuras viarias y ferroviarias transversales a los cauces, que generan efecto presa cuando discurren paralelos a ellos y hacen desembocar en un punto concreto a los volúmenes retenidos en esos «embalses costeros». La impermeabilización provoca una alteración «al alza» en las cotas y por eso hay ya en Málaga quien piensa que si la construcción del Paseo Marítimo y ciertas construcciones cerca del litoral cuyas cotas son más altas que los terrenos próximos han provocado que las zonas inundables hayan perdido su capacidad de desaguar rápidamente al mar. En las inundaciones de 1989, dicen que el Arroyo del Cuarto había sido entubado, dejando un desagüe insuficiente. Se desbordó e inundó toda la zona de Polígono Guadalhorce y Carretera de Cádiz.
En fin, nosotros no buscamos culpables ni señalamos a nadie. Es obvio que todo lo construido ha traído bienestar a muchas personas, que el clima es el que es y que esto ya no hay quien lo mueva. Lo tenemos aquí y debemos aprender a convivir con ello, no haciendo más de lo mismo, informando a vecinos y visitantes y sobre todo sabiendo en cada momento donde vivimos, donde guardamos las cosas de valor y por donde nos tenemos que ir cuando llueva mucho. Es decir, procurando que Dios nos coja confesados, no inermes y sabiendo que siempre ha habido inundaciones y siempre las habrá porque no hay varitas mágicas para solucionarlo definitivamente, sino actuaciones de envergadura y también personales que reduzcan el riesgo lo más posible
El río Guadalhorce siempre ha producido inundaciones. Hace 60 años se salia de su cauce frecuentemente y las aguas llegaban hasta la barriada de Huelin, en el margen izquierdo. Como referéncia en algunas casas de calle Garcerán he conocido, por afectado, 1 m de agua en el interior (esta barriada está a unos 6 km del río) Entonces no estaban construidos los barrios de Barriada Girón, 25 años de Paz, y otros. En zonas más próximas al río no existía el Polígono del Guadalhorce, el de Santa Teresa, El del Viso, y otros. Hace unos años de demolió la Barriada de la Azucarera, limitaba con el río, para dar mayor anchura en su cauce bajo, zona de desagüe, construyendo una Y dejando una zona natural en su centro. Con esto supongo se preveía una mayor capacidad de aportación de sus aguas al mar. Pero las construcciones de los polígonos anteriormente expuesto y otras muchas más afecciones, hacen que las aguas de escorrentía no puedan llegar al cauce principal, con lo cual, aparte de anular la función de esa Y, estas buscan el camino más fácil entre construcciones, que con la mayor pavimentación, aumenta la velocidad de las aguas en su búsqueda del cauce principal, causando los daños conocidos y reteniéndose dónde las cotas de construcción es mayor que la de los terrenos aguas arriba. De todas formas las posibles y difíciles soluciones creo que deberían ser, después de un estudio por profesionales competentes, el mejorar la limpieza de cauces, los drenajes de la via ferroviaria de Málaga a Fuengirola, las autovías construidas en los últimos años revisando todos su drenaje y mejorarlos para períodos de al menos 100 años. En la zona de Cártama el río necesita una superficie de inundación para respirar, siempre ha habido fincas sobre todo de frutales, pero cada vez se han construidos más viviendas, que de alguna forma imitan la función del río. En fin mi opinión está fundada en datos que tengo en mi memoria, haría falta un estudio más somero que lo que expongo, aunque lo cierto es que dice Lorenzo lleva razón, pues solamente en la zona Los Guindos, todo eran fincas con casas aisladas, y hoy está plena de barriadas, centros comerciales, deportivo, etc. y esas zonas se inundaban periódicamente hace los años que exponía al principio de mi disertación.
Un saludo,
Muchas gracias Rafa. Tu si que sabes de lo que hablas por experto en gestión del DPH y por gato viejo malagueño