En plena Semana Santa, con la primavera consagrada, ¿quien mejor que San Juan de la Cruz para iluminar nuestro miércoles poético con la luz de un extraordinario poeta, la que emana del poeta místico por antonomasia de la literatura española, el más eximio y el más breve,
con sólo 15 poemas escritos?…¡pero qué 15! ¿Y quien mejor que el añorado canator Enrique Morente, que a todo se atrevió porque con todo podía, para cantarlo?
Escuchen la gran versión del gran Enrique Morente por tangos con el acompañamiento de «Las Voces Búlgaras» . Y sumérjanse en la mística del «Que bien sé yo la fonte que mana y corre», el «Cantar del alma que se huelga de conocer a Dios por fe», como se anuncia en el manuscrito de Sanlúcar, códice de autenticidad indiscutible al ser revisado y corregido por el propio Juan de la Cruz; poema que, como vamos a ver, constituye una de las expresiones más logradas y hermosas del deseo profundo del hombre, de lo que él llama el «deseo abisal», la experiencia del Dios deseado y deseante (deseado por deseante) en el centro del alma.
El poema fue compuesto durante el incómodo secuestro toledano del autor y no solo provocó el nacimiento de su lírica, sino que prácticamente le salvó la vida al ocuparse de ella entre tamañas incomodidades
La fonte, la fuente del místico está viva, «mana y corre», con una cadencia repetitiva «aunque es de noche»: la fuente como lugar de encuentro, de transparencia absoluta, donde se da la objetividad del amor, la visión del deseo. La forma arcaica de fonte, sin diptongación, nos lleva la fuente y esta a la noche: transparencia y oscuridad, enunciadas afirmativa y negativamente, pero se fusionan de tal manera en el poema que constituyen en rigor un solo símbolo: «agua tenebrosa», la experiencia del fondo. En todas las culturas y en todas las épocas, las fuentes han fascinado siempre a los hombres: el agua que sale de la hendidura de la roca es como el surgir del misterio, la inesperada aparición de algo desconocido y a la vez íntimamente deseado, un flujo vital que viene de las profundas entrañas de la tierra y que es el símbolo mismo de la vida humana, de la vida que hay escondida en el corazón de todo hombre. Gastón Bachelard y Mircea Eliade nos han hecho ver todo lo que ella simboliza: «todo lo que el corazón desea puede reducirse siempre a la figura del agua, el mayor de los deseos, el don divino verdaderamente inagotable»
El poeta afirma otra propiedad de la fuente; su extraordinaria belleza, tan excesiva que resulta indescriptible, no admite comparación, y a la vez tan activa que sustenta todo el universo, «que cielos y tierra beben della». Su excesiva claridad, luz de luz, origen de toda luz .
La fuente sale hacia fuera de manera incontenible, en «caudalosas corrientes» que lo invaden todo, «que infiernos, cielos riegan, y las gentes».
La poesía del agua es infinita, no dejemos de beber de sus fuentes inagotables, que además riegan y permiten una nítida configuración del futurodelagua
Y aquí está Morente, siempre con nosotros, no dejen de verlo y oírlo, cantando por San Juan de la Cruz:
Lorenzo Correa
¡ Síguenos en las redes sociales !
¿Te interesa la gestión del agua desde la perspectiva del coaching?
Envía un correo a contacto@futurodelagua.com para más información sobre la participación de Lorenzo Correaen charlas, conferencias, formaciones o debates a nivel internacional.
Te recomendamos a los mejores precios:
Relacionado
0 Respuestas a “La fonte. San Juan de la Cruz, la mística del agua…¡y Morente!”
0 Respuestas a “La fonte. San Juan de la Cruz, la mística del agua…¡y Morente!”